Editorial

De la participación ciudadana al poder ciudadano real

ANA ZAZO MORATALLA
Universidad del Bío-Bío, Chile

De la participación ciudadana al poder ciudadano real

Urbano, vol. 21, núm. 37, 2018

Universidad del Bío Bío

De la participación ciudadana al poder ciudadano real

Desde hace más de medio siglo, la literatura internacional promueve la integración real de la participación ciudadana en los procesos de planificación, gestión y diseño de herramientas basados en el aprendizaje colectivo. Sin embargo, a día de hoy, y más concretamente en el ámbito iberoamericano, la realidad y efectividad de la puesta en práctica de estos procesos aún es inexistente o no llega a alcanzar resultados efectivos de las consideraciones y/o requerimientos ciudanos.

En 1969 Sherry Arnstein escribió un artículo titulado “A Ladder of Citizen Participation” (La escalera de participación ciudadana) donde se planteaba qué es la participación y cuál es el poder real que se le otorga a la ciudadanía en estos procesos. Él la plantea como el poder ciudadano o, en otras palabras, la redistribución del poder de forma que permita a los más desfavorecidos (los have-not citizens), generalmente excluidos de los procesos políticos y económicos, ser incluidos para inducir reformas sociales significativas que les permiten compartir los beneficios de los que dispone toda la sociedad. A día de hoy, este poder ciudadano real debe ampliarse a la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones que generan cambios en la sociedad que permitan transitar hacia ciudades más regenerativas e integradoras.

Arnstein expone 8 niveles de participación que confrontan, de forma simplificada, a los agentes que se encuentran en una posición de poder con aquellos que se encuentran fuera de él. Estos niveles se representan con una escalera, en la que cada escalón se relaciona directamente con el poder con el que se dota a la ciudadanía en determinar el producto final del proceso a través de los procesos participativos. Los dos escalones más bajos, (1) manipulación y (2) terapia, corresponden a procesos en lo que no existe una participación real. En ambos casos el objetivo de estos procesos son los de “educar” a los participantes. El siguiente bloque se corresponde con la participación simbólica o como un mero formalismo en el que hay tres niveles: (3) información, (4) consulta y (5) conciliación. En los dos primeros, los ciudadanos pueden escuchar y ser escuchados, pero no tienen el poder para asegurar que sus observaciones y requerimientos serán tenidos en cuenta por los poderes. La conciliación es un nivel superior de participación simbólica en las normas básicas y permite a todos los ciudadanos, incluso los más desfavorecidos, a participar. Sin embargo, el poder de decisión sobre cómo proceder sigue estando en manos de los imperantes. En un tercer bloque, se encuentran los escalones en los que comienza a haber determinado grado de poder ciudadano: (6) alianzas, (7) poder delegado y (8) control ciudadano. En el primero, se permite a la ciudadanía negociar e inmiscuirse en decisiones con los agentes de poder. En los dos últimos escalones, los ciudadanos más desfavorecidos consiguen acceder a posiciones de toma de decisiones o de poder de gestión.

La transición de la participación ciudadana al poder ciudadano real requiere, inevitablemente, de escalar, progresivamente, en la escalera de la participación, desarrollando mecanismos institucionales que otorguen mayor capacidad de decisión a los ciudadanos. Estos procesos pueden y deben ser aplicados en diversos ámbitos de la planificación, gestión y diseño urbano, desde la planificación urbana general, pasando por la gestión de temáticas sectoriales, hasta el diseño de herramientas concretas diseñadas a requerimiento de los potenciales usuarios, como se verá en el primer bloque de artículo de este número.

El número 37 de Urbano, tercero desarrollado por este equipo editorial está organizado en tres bloques. El primero vinculado a la temática de esta editorial: la participación ciudadana en ámbitos diversos de la planificación. En él, María Lourdes Flores Lucero expone el caso de la colonia La Hacienda (Estado de Puebla, México) y en cómo a través de investigación-acción se incidió en la construcción de acciones participativas entre el sector público y los vecinos para generar aprendizaje colectivo del desastre, disminuir el riesgo frente a inundaciones fluviales y construir resiliencia social. En segundo lugar, Luis Perea Moreno, Adela Salas Ruiz y Juan Arana Giralt presentan un caso de investigación-acción desarrollado por la Universidad San Pablo CEU (España) en Makeni (Sierra Leona) que tiene por objetivo definir modelos de planificación y herramientas de gestión en esta ciudad informal basados en las dinámicas urbanas concretas y los condicionantes locales específicos pero enmarcado en un reto global vinculado con la habitabilidad de millones de personas que habitan ciudades informales. Finalmente, Ivonne Andrea Rueda Seguel, Carolina Alejandra Rojas Quezada, Helen Edith De la Fuente Contreras y Patricia Zulema Virano Reyes describen el proceso participativo desarrollado para construir una plataforma SIG WEB de humedales urbanos de Área Metropolitana de Concepción, denominada URBANCOST. La participación de las personas interesadas en los humedales orientó a los diseñadores sobre los requerimientos de los potenciales usuarios de la plataforma.

El segundo bloque es misceláneo y está integrado por tres artículos. En el primero Daniela Vanesa Rotger explora la aplicación de herramientas que vinculan paisaje y mitigación de cuencas hidrográficas degradadas, en base al análisis del proyecto desarrollado en el Arroyo del Gato en el Gran La Plata (Buenos Aires, Argentina). Víctor Damián Medina analiza el crecimiento del precio del suelo en San Carlos de Bariloche (Argentina) que, en la actualidad, ha alcanzado niveles que restringen el acceso a su población incluso en zonas en las que existe una falta total o parcial de infraestructuras y servicios públicos urbanos. Por último, José Ignacio Vila analiza el papel que la Ópera de Oslo, como equipamiento cultural emblemático de financiación pública tiene dentro de un proyecto más amplio como es la Fjord City, y el modo de gobernanza utilizado en la transformación urbana asociada.

El último bloque del número se encuentra vinculado al análisis del efecto que tienen los espacios verdes, su dimensión y su distribución espacial en la ciudad. Mariana Evelyn Birche y Karina Cecilia Jensen proponen una metodología para la catalogación de espacios verdes de uso público desde la noción de paisaje como concepto integrador delas dimensiones sociales, ambientales y urbanas. Esta metodología permite identificar zonas desprovistas de espacios verdes y analizar por zonas la relación existente entre habitantes y m2 de espacios verdes. Susana Stocco, Maria Alicia Cantón y Erica Norma Correa, por otra parte, centrándose en los efectos microclimáticos a escala urbana y edilicia que poseen las denominadas “plazas jardín”, evalúan el impacto de incrementar la dimensión de la plaza en su comportamiento térmico y su influencia sobre el entorno inmediato.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Sherry R. Arnstein. A Ladder Of Citizen Participation. 1969. Journal of the American Institute of Planners, vol. 35, nº4, pp. 216-224. Disponible en: https://doi.org/10.1080/01944366908977225

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