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DISPUTAS TEÓRICAS Y PRÁCTICAS EN EL PAISAJE DE INTERFASES URBANO RURALES[1]. APROXIMACIONES DESDE TUCUMÁN (ARGENTINA)
THEORETICAL AND PRACTICAL DISPUTES IN THE LANDSCAPE OF URBAN RURAL INTERFACES. APPROACHESFROM TUCUMÁN (ARGENTINA)
DISPUTAS TEÓRICAS Y PRÁCTICAS EN EL PAISAJE DE INTERFASES URBANO RURALES[1]. APROXIMACIONES DESDE TUCUMÁN (ARGENTINA)
Urbano, vol. 22, núm. 40, 2019
Universidad del Bío Bío
Recepción: 01 Julio 2019
Aprobación: 07 Noviembre 2019
Resumen: Este trabajo propone caracterizar la expresión en el paisaje de las desigualdades socio-territoriales en las interfases urbano- rurales metropolitanas con el fin de elaborar algunas categorías que posibilitarían su comprensión y eventual catalogación. De esta manera, se pretende enriquecer las catalogaciones del paisaje como herramienta útil para la toma de decisiones en la planificación del territorio. El paisaje, en su noción contemporánea, es concebido como construcción social resultante de dinámicas diversas en el tiempo, que conjuga condiciones materiales y perceptuales las cuales visibilizan las estrategias de los diversos actores en la producción del territorio. Desde esa perspectiva, es posible afirmar que los paisajes en la interfase darían cuenta de una simultaneidad de formas de relaciones diversas entre sociedad naturaleza y ambiente construido. Diversidad que estaría ligada a dos tipos de dinámicas de producción: fijas y móviles. Las primeras, asociadas a lo residencial y las móviles, vinculadas a las actividades extractivas, nómadas e intensivas de recursos naturales. Asumiendo el paisaje como herramienta de análisis que posibilita develar las territorialidades en disputa de las IUR, se aborda un estudio de caso correspondiente a la porción noreste del litoral fluvial del río Salí en el aglomerado metropolitano de Tucumán (Argentina). La selección de esta estrategia metodológica, corresponde al interés por explorar desde categorías conceptuales vinculadas al paisaje, una unidad de análisis en profundidad representativa de las dinámicas y procesos que caracterizan a la IUR en ciudades intermedias de América Latina. Los resultados muestran la yuxtaposición de al menos cinco categorías de paisaje que estarían manifestando las desigualdades en el acceso a bienes comunes y la profunda fragmentación espacial promovida por estrategias especulativas atadas a la reproducción de procesos de informalidad y precarización laboral.
Palabras clave: paisaje, interfase urbano rural, desigualdades socio territoriales, catálogos.
Abstract: This paper aims at characterizing the landscape expression of socio-territorial inequalities in rural-urban metropolitan interfaces (RUI), developing not only its comprehension, but an eventual cataloging as well. In this way, it is intended to enrich the landscape cataloging as a useful tool for decision-making in territorial planning. Landscape, in its contemporary notion, is defined as a social construction resulting from diverse dynamics over time, which combines material and perceptual conditions that make the strategies of the different players in the production of the territory, visible. From that perspective, it is posible to affirm that the landscapes in the interface would account for a simultaneity of forms of diverse relations between natural society and the built environment. Diversity that would be linked to two types of production dynamics: fixed and mobile, the first associated to the residential and the mobile linked to the extractive, nomadic and intensive activities of natural resources. A case study corresponding to the northeastern portion of the river coast of the Salí river in the metropolitan agglomerate of Tucumán (Argentina) is approached starting by considering the landscape as an analysis tool that allows revealing the territorialities in dispute of the IUR. The choice of this methodological strategy corresponds to the interest to explore, from conceptual categories linked to the landscape, a unit of in-depth analysis representative of the dynamics and processes that characterize the IUR in intermediate cities of Latin America. The results are the juxtaposition of at least five landscape categories that would be manifesting the inequalities in access to common property and the deep spatial fragmentation promoted by speculative strategies, linked to the reproduction of informality and labor precariousness processes.
Keywords: landscape, rural urban interface, socio-territorial inequalities, catalogs.
INTRODUCCIÓN
El paisaje, como objeto de estudio y componente interpretativo de la realidad territorial, recobra importancia desde el último cuarto del siglo XX, a partir de un reposicionamiento teórico y práctico que lo comprende como producto social, construido y significado a partir de acciones y relaciones sociales concretas (Berque, 1997; Bertrand, 2008; Consejo de Europa, 2000; Nogué, 2007; Nel Lo, 2007).
El Convenio Europeo del Paisaje y su posterior instrumentación a través de políticas que promueven la gestión y ordenación del paisaje constituyen un punto de inflexión en la consideración del paisaje en las políticas públicas territoriales. Específicamente, la experiencia acumulada provino de países como Inglaterra, Escocia, Bélgica, Francia, España, entre otros, que nutrieron ese documento desde perspectivas diversas, aunque convergentes en su valoración. Uno de los instrumentos que se desprende del mencionado convenio son los “catálogos de paisaje”. Se trata de una herramienta de conocimiento y planificación para identificar y evaluar los paisajes y su diversidad (Nogué, Sala y Grau, 2018). Estos avances, en términos de consensos e instrumentos relativos al paisaje, repercutieron en el ámbito latinoamericano. La Declaración de Santiago de Cuba sobre los paisajes culturales del Caribe (2005), la Carta Iberoamericana del Paisaje Cultural (CIPC-2012) la Iniciativa Latinoamericana del Paisaje (LALI, 2012) son algunos de los epígonos del convenio. En este contexto, los estudios sobre paisaje en Argentina adquieren más notoriedad en las últimas décadas, impulsados por autores como Naselli (1992)Silvestriy Aliata (2001; 2003), Zusman (2018) y Pintos (2013). Este conjunto de antecedentes y discusiones -siempre renovadas- da cuenta de que el paisaje es una preocupación creciente como objeto de estudio y de planificación.
En sincronía con la emergencia del paisaje como noción, también adquiere relevancia en la producción de conocimiento científico vinculado a la comprensión de los fenómenos territoriales. Particularmente, comienzan a ser estudiadas las fuertes transformaciones de los territorios metropolitanos que reconfiguraron los paisajes de las áreas de borde urbano-rural. Segura afirma que “la expansión urbana de áreas metropolitanas incrementa no solo la desigualdad en el acceso a la ciudad, sino que también consolida redes y circuitos sociales segregados” (2014, p. 2). A lo que debe sumarse la desigualdad al acceso a la naturaleza, a la ruralidad y a sus propias dinámicas de reproducción. Es que la ruralidad inserta en las tramas metropolitanas presenta un conjunto de atributos que la planificación urbana no estaría capturando en sus aproximaciones, tanto teórico-metodológicas como tampoco en sus referencias empíricas (Estévez, 2012; Agudelo Patiño, 2012). Se trata de fenómenos que afectan con especial énfasis a las metrópolis latinoamericanas y expresan las disputas, no solo económicas y sociales sino también las que subyacen en la percepción que tienen las sociedades de su relación con el paisaje (Montellano Loredo, 2015).
De este modo, es propósito de este trabajo identificar las categorías analítico-descriptivas de los paisajes de bordes metropolitanos que permitan caracterizar la expresión de las desigualdades socio-territoriales en las interfases urbano- rurales metropolitanas (en adelante IUR), a la luz de las perspectivas analíticas que provee la construcción social del paisaje. El supuesto de partida es que las categorías dualistas para el análisis de los paisajes en la IUR resultan escasas a la hora de revelar la totalidad de componentes que subyacen en su materialización, así como de los modos diferenciales de producción de paisajes asociados a la apropiación de bienes comunes en un contexto de urbanización neoliberal creciente.
Desde el punto de vista teórico, esta investigación se apoya en las posturas del paisaje propias del giro cultural posmoderno y sus nuevas conceptualizaciones que se apartan de las miradas fuertemente esteticistas características de la modernidad para caracterizarlo como constructo social. Lindón y Hiernaux (2010) señalan que los “giros” son múltiples (cultural, humanista, relativista, interpretativo) y que han afectado desde la década de 1980 las categorías y conceptos geográficos empleados para descifrar las relaciones de las sociedades con el espacio. Estas nuevas perspectivas posibilitaron la indagación sobre facetas de la realidad que antes no habían cobrado interés para el conocimiento geográfico.
Desde estas perspectivas, el concepto de paisaje posibilitaría develar las territorialidades e identificar los procesos de producción de las IUR desde la pluralidad de discursos, así como también las nuevas valoraciones emergentes inscriptas en las múltiples y siempre renovadas relaciones sociedad/naturaleza y ambiente construido.
Metodológicamente, se recurre a un estudio de caso (Yin, 1994; Martínez Carazo, 2006): la zona de borde urbano-rural asociada a el río Salí, dentro del Sistema Metropolitano de Tucumán (en adelante SiMeT). Se trata de un área que, a partir de la década de 1970, ha reconfigurado sus paisajes debido a, por un lado, la inserción de funciones ligadas a la expansión urbana indiscriminada y, por otro, la sustitución de actividades productivas por un número cada vez mayor de actividades extractivas. La mirada se focaliza en la comprensión de las tensiones y disputas que evidencian las desigualdades en la tercerización de los usos del territorio y del paisaje mismo, en el control de los bienes comunes frente a las presiones del capital inmobiliario, y a las reconfiguraciones que adopta el Estado en la regulación de las transformaciones territoriales. Este trabajo se desprende de indagaciones desarrolladas en el marco de anteriores trabajos (Llomparte, 2018).
En concreto, este artículo se despliega abordando en un primer momento las herramientas teóricas que sustentan el análisis para luego describir la metodología empleada y presentar el caso de estudio. El apartado siguiente presenta las categorías que identifican a los paisajes de la IUR. Finalmente, las conclusiones señalan algunas consideraciones útiles en el marco de los objetivos del estudio.
MARCO TEÓRICO
LAS INTERFASES URBANO RURALES Y EL PAISAJE COMO CATEGORÍAS DE ANÁLISIS
Desde fines del siglo XX una serie de procesos vinculados a las estrategias del neoliberalismo (re)definen y (re)dibujan las regiones metropolitanas, y posicionan a la urbanización y sus patrones de expansión como una de las principales problemáticas hacia la concreción de un modelo de desarrollo más sustentable e inclusivo. Al respecto, Borja y Carrión (2016) sostienen que los “verdaderos problemas” de la agenda urbana global se inscriben en el acelerado proceso de transformación que imprimen las formas de urbanización extensiva, dispersa, fragmentada, segregadora y atomizadora que denominan como “urbanización sin ciudad” como socialmente excluyente, económicamente más especulativa que productiva y políticamente sólo gobernable por vías opacas, por el miedo y la represión preventiva. Indovina (2014) va más allá y afirma que la condición urbana se ha disociado de la ciudad propiamente dicha, donde históricamente morfología y condición urbana estaban estrechamente vinculadas.
En este escenario, las áreas de borde metropolitano aluden a una expresión espacial donde confluyen procesos de expansión urbana con dinámicas propias del espacio rural (Mcgregor, Simon y Thompson, 2006). De allí el carácter de interfases de estos territorios que expresan las complejidades de tramas diversas que articulan/desarticulan transiciones entre la naturaleza, lo rural y lo urbano y, de los diversos elementos que contienen. Este conjunto de características plantea una dificultad y complejidad relativa a la conceptualización y delimitación de la IUR por su cualidad dual entre dos tipos geográficos aparentemente bien diferenciados: el campo y la ciudad. Sin embargo, Dos Santos Pereira, (2013) advierte una corriente de autores como Mcgregor et al. (2006) que se oponen al uso del término peri-urbano y propone el de interfase, en tanto este enfatiza su posición como área de contacto donde conviven aspectos urbanos y rurales. En este sentido, Carvajal, Moreira-Muñoz, Salazar-Burrows, Leguia-Cruz y Jorquera-Guajardo (2019) subrayan la necesidad de pensar la IUR desde la sinergia y complementariedad de los territorios urbanos y rurales.
Las problemáticas socio-territoriales en la organización de las IUR presentan algunos matices respecto a su entorno geográfico. No obstante, es factible caracterizar las interfases como territorios rurales en tensión en los que la expansión de las políticas urbanas yuxtapone elementos y actividades que impactan de manera diferencial y generan desigualdades socioespaciales en relación a sus propias características y riesgos ambientales. Tradicionalmente, las acciones y normativas que afectan a estos territorios se plantean desde posturas dualistas (urbano/rural, rural/natural), estrechamente vinculadas a los cambios de usos de suelo. Como señala Zazo Moratalla, “no existe planificación vinculante más allá de la línea de borde urbano, [sin embargo,]los estudios de la ciudad deben superar esta visión reduccionista” (2019, p. 7). Es aquí donde el paisaje adquiere un valor explicativo de las transformaciones del territorio y permite explorar la complejidad de los fenómenos que acontecen en las IUR. El paisaje revela en su materialidad las aristas manifiestas de estrategias y aspiraciones diferenciales de los sujetos sociales que lo producen y lo habitan. El paisaje es una categoría pertinente para los estudios territoriales propiciando no solo una “lectura espacial, sino un entendimiento compartido que incluye las distintas escalas y niveles de poder implícitas en el acceso a los recursos que ofrece el medio” (Urquijo y Barrera, 2009, p. 227). Así como el paisaje es el medio para fortalecer y sublimar las identidades culturales, también es un dispositivo para aprender y conceptualizar la periferia (Zanini, 2012). Comprendemos el paisaje como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” (Consejo de Europa), 2000). Esa noción, de gran incidencia en el ámbito latinoamericano fue retomada y enriquecida por la Iniciativa Latinoamericana del Paisaje (LALI, 2012), al incorporar el par espacio-tiempo en la definición y desde allí argumentar que el paisaje es además, recurso, crisol del intangible de las comunidades latinoamericanas, bien, valor y derecho. Ambas perspectivas coinciden en señalar que el cobcepto comprende a todos los paisajes, excepcionales y ordinarios (Pastor, Alves, Fuentes, Marchionni y Torres, 2016). Nogué (2008), por su parte, sostiene que hay una cantidad de paisajes que han perdido buena parte del discurso territorial y del imaginario paisajístico que los produjo o dio sentido en algún momento pero que luego, en su proceso dinámico de conformación, esos imaginarios fundantes fueron sustituidos. Se trata de “los paisajes del miedo”, “ocultos”, “desiguales”, “aterritoriales”,entre otras muchas otras adscripciones (Nogué, 2007; Durán, 2007; Muñoz, 2007) que están cobrando “visibilidad” a partir de este renacer de las preocupaciones por el paisaje, que lo han convertido en objeto de estudio de investigaciones realizadas, con especial interés, en el ámbito latinoamericano (Hemerly y Coelho, 2007; Lindón 2007; Montaña, Torres L., Abraham, Torres, E. y Pastor, 2005; Pastor y Sánchez Fuentes, 2009).
Tanto el Consejo de Europa como la LALI sugieren la redacción de instrumentos que favorezcan la recolección de datos para la definición de acciones e intervenciones, como los catálogos de paisaje. Teniendo en cuenta lo expresado en párrafos anteriores, se comprendela catalogación del paisaje como una tarea que requiere, primero, aproximaciones críticas que, a su vez, permitan advertir los acoples diversos entre las poblaciones y sus lugares, y, segundo, analizar las diversas dimensiones en las que actúa la globalización inducida por la urbanización (Pedroli, Pinto-Correia y Cornish, 2006). Estos instrumentos podrían llegar a definir unidades de paisaje objetivas y consensuadas por parte de diversos actores sociales, o bien, incurrir mostrar sólo fragmentos por sobre la totalidad que representa el paisaje. Por tanto, la utilidad de los elementos visibles del paisaje para el análisis morfológico es limitada puesto que lo visible es apenas la etapa final de una larga secuencia de desarrollo (Contreras Delgado, 2005). En tal dirección, el paisaje como categoría de análisis no sólo se define por su materialidad, sino también por las valorizaciones de los sujetos sociales que habitan y se identifican con ellos en un continuo proceso de producción de significados y nuevas materialidades (Palang, 2006). Desde este enfoque, se abordarán los paisajes de la IUR.
METODOLOGÍA
En términos metodológicos, el trabajo se apoya en un estudio de caso, correspondiente a un área de borde coincidente con el río Salí, ámbito en el que se intersectan territorialidades urbanas y rurales, propias de los sistemas metropolitanos. Se considera que esta unidad de análisis puede proveer una base empírica para la interpretación y comprensión de la realidad presente de las IUR en ciudades intermedias latinoamericanas, así como aportar miradas renovadas sobre la gestión y planificación del paisaje.
Establecida la estrategia metodológica desde el estudio de caso, el camino fue recorrido mediante abordajes sucesivos a través de un movimiento inductivo. Esta decisión facilitó la aproximación al paisaje y su catalogación de una manera holística, sin definir unidades de paisaje a priori sino identificándolas y caracterizándolas a partir del diálogo entre las categorías conceptuales y las percepciones de los actores sociales, en el marco del enfoque teórico adoptado para comprender la IUR. De esta manera, y a través del uso intensivo de técnicas cualitativas, se buscó recuperar la biografía del paisaje (Roymans, Gerritsen, Van der Heijden, Bosma y Kolen, 2009), las memorias y prácticas que lo construyeron y aún producen, dando importancia a elementos dinámicos, perceptivos y vivenciales (Nogué et al., 2018). Para la descripción del carácter de la IUR, se recurrió a bases de datos provistas por el Atas ID de Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la República Argentina, como principal insumo para identificar las dinámicas fijas en relación a los tejidos residenciales, usos territoriales, densidades y condiciones habitacionales que definen la morfología del territorio. Complementariamente, se utilizaron indicadores demográficos partir del procesamiento de la base de datos Redatam, correspondiente al Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (2010).
La investigación se desarrolló mediante técnicas cualitativas. En una primera etapa se realizaron 30 entrevistas en profundidad a actores claves entre 2012-2016 (Tabla 1). Se consideró como actores sociales a quienes construyen los paisajes con presencia local, que intervienen en el espacio con objetivos propios en relación a sus intereses o aspiraciones, y que también son capaces de incidir en los procesos (Pírez, 1995). Asimismo, se recupera la idea de “multiterritorialidad”, es decir, una multiplicidad de agentes construyen territorios a diferentes escalas de Haesbaert (2013). Técnicas que fueron complementadas con otras participativas, como el mapeo social, destinado a relevar los paisajes cotidianos y las percepciones de las que son objeto por parte de los distintos actores. La etapa siguiente consistió en la decodificación del conjunto de expresiones mediante técnicas de análisis del discurso y análisis de cartografía social. La saturación de la información permitió identificar las variables de los paisajes vinculadas a la tercerización de usos del territorio, al nomadismo de las actividades extractivas, el control y acceso a bienes comunes y la reconfiguración que adopta el Estado. Estos datos fueron la base para verificar las argumentaciones y corroborar categorías conceptuales trabajadas por diversos autores que, desde lo fenomenológico y perceptual, definen los paisajes en relación a los bordes urbanos-rurales. En la realización de mapas y cartografía específica se empleó el software licenciado Arc Gis 10.1. Esta última fue trabajada en una escala 1.50.000.
Grupos | Actores sociales | Localización | Lógicas de producción |
1 | Emprendedores inmobiliarios | Las Talitas, Los Nogales, El Cadillal | Son de carácter especulativas y extractivas. “Lógicas de obtención de ganancias”(Pírez,ibídem, 8). |
Productores citrícolas | Las Talitas, Los Nogales, EL Timbó | ||
Industrias extractivas de áridos (privados y dos municipales) | Las Talitas, Alderetes | ||
Industria Salinera | El Timbó | ||
2 | Administracionesmunicipales | Las Talitas y Alderetes. | Configuran la IUR estableciendo normas en “función de una lógicapolítica para garantizar la satisfacción de necesidades y/o el funcionamiento de la ciudad”(Pírez,ibídem, 9). |
Estado Nacional | Comité de cuenca Salí Dulce, Ejército Argentino, El Arsenal Las Talitas | ||
Estado provincial. Secretaria de Medio Ambiente, Ente Turismo, Dirección del Agua, Instituto Provincial de la Vivienda, entre otros). | Toda IUR | ||
Estado provincial. Secretaria de Estado de Coordinación con Municipios y Comunas rurales | Los Nogales, El Cadillal, El Timbó | ||
3 | Comunidad ladrillera como organización comunitaria, asentamientos informales, Red Solidaria | Las Talitas y Alderetes | Responden a la lógica de necesidad (autoproducción) Esta se muestra relevante en tanto que se desarrolla fuera (total o parcialmente) del Mercado formal y de las políticas públicas(Pírez, ibídem, 10). |
Población local | Toda IUR | Reproducción de la vida y el habitat | |
4 | Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres(EEAOC) | Las Talitas | Lógicas de conocimiento. (científico, técnico) |
RESULTADOS
CARACTERIZACIÓN DE LA IUR EN EL SISTEMA METROPOLITANO DE TUCUMÁN
El SiMeT, principal conglomerado urbano de la provincia de Tucumán y quinto del sistema de ciudades de la República Argentina, se asienta sobre dos ecosistemas, la Sierra de San Javier hacia el oeste y el río Salí hacia el este. Cuenta con 982.050 habitantes, según los datos del Censo 2010, en un área de 2.367 km2, concentrando aproximadamente el 84% de su población (Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales, Universidad Nacional de Tucumán, 2016). Operativamente, se adopta aquí una delimitación territorial de la IUR que se inscribe dentro de las entidades administrativas funcionales al SiMeT: los municipios de Las Talitas y Alderetes y las comunas rurales de El Timbó, Los Nogales y el Cadillal. La IUR, así definida, comprende 422 km2 que representan el 19 % de la superficie total de la región metropolitana (Figura 1). Cabe destacar que este recorte territorial contiene componentes de alto valor ambiental: dos humedales en el sistema fluvial del río Salí y una reserva ecológica; situación que difiere aguas abajo del río en el área más densamente poblada.
La construcción social de los paisajes de la IUR está íntimamente relacionada con la historia productiva y urbana de Tucumán. El progreso de la industria azucarera y el aumento de población requirieron importantes obras hidráulicas, realizadas principalmente durante el siglo XX. Estas infraestructuras (dique El Cadillal, La Aguadita y Canal Matriz, red de riego del departamento de Cruz Alta) se localizan en la porción territorial objeto de estudio y cobran importancia no sólo por su funcionalidad sino por ser testimonios de la particular trayectoria cultural de ese territorio. El río Salí, que es fundamental para el desarrollo de actividades económicas y vitales de la población, los es también por su condición histórica, como factor decisivo del traslado de la ciudad capital de Tucumán desde Ibatín a la Toma, en 1685 (Llomparte, 2018). La IUR comienza a conformar sus rasgos diferenciales a mediados de la década de 1960, cuando se ve vinculada a la dinámica de metropolización en la ciudad cabecera de San Miguel de Tucumán. La conurbación de núcleos poblacionales cercanos, y un proceso de diversificación productiva propiciaron cambios en los usos del suelo en territorios destinados sobre todo al cultivo de la caña de azúcar. Los cambios en las políticas vinculadas a la agroindustria azucarera, producto del cierre de muchos de los ingenios azucareros en 1966, impactaron en una nueva territorialización del espacio, caracterizada por intensos flujos de migrantes desde las áreas rurales hacia San Miguel de Tucumán.
La producción de suelo urbano hacia la IUR estuvo mediada, en términos generales, por acción estatal. Esta modalidad se acentúa durante los años 70 y declina a partir de mediados de los 80 con la virtual retirada del Estado de ese sector, lo que redundó en la instalación de asentamientos irregulares autogestionados. Este “doble proceso” de crecimiento comenzó a originar marcadas discontinuidades (espaciales, sociales y cualitativas), que se tradujeron en territorios fragmentados y, en buena medida, inconexos (Casares y Czytajlo, 2012). Durante el periodo 1989-2010 los municipios de Alderetes y Las Talitas concentraron el 14% de la superficie expandida total del SiMeT. Los tejidos de expansión resultantes en Las Talitas, por ejemplo, se caracterizan por una gran presencia de vacíos urbanos, los cuales representan alrededor del 30%, y una creciente incorporación de urbanizaciones cerradas (Casares, Llomparte y Politi, 2014). Al analizar las connotaciones espaciales del crecimiento poblacional entre 2001-2010, se observa que las áreas de mayor incremento corresponden a la comuna rural El Cadillal, cuya tasa de crecimiento medio anual (TCMAI) es superior al 40 por mil, siendo la del SiMeT del 8,8 por mil. Esto se podría asociar al proceso de urbanización impulsado por el mercado inmobiliario en la IUR, que adquiere un alto grado de informalidad, a diferencia de las dinámicas de expansión que se dan en los municipios de Alderetes y Las Talitas, donde coexisten el mercado inmobiliario y el Estado como promotores del crecimiento urbano.
La diversificación de la trama productiva y la expansión de la frontera agropecuaria impactaron notablemente en las formas de la IUR; muchas de las imágenes representativas de los cañaverales fueron reemplazadas por las de las plantaciones de citrus y en el litoral del río Salí, por la incursión de usos extractivos e industriales, como ladrilleras, extracción de áridos, salineras, además de industrias citrícolas, entre otras. Esta condición resultó exacerbada en el contexto globalizador que se ha desarrollado desde fines del siglo XX hasta la actualidad. El censo 2011, llevado a cabo por el Servicio Geológico Minero Argentino, relevó en la provincia de Tucumán 394 cortadas de ladrillo (hace referencia a la concavidad en el suelo producto de la actividad de ladrillo artesanal), de las cuales 92 se encuentran en Las Talitas (García, 2017). Asimismo, se da un desplazamiento de usos productivos por usos urbanos, que repercute sobre los ecosistemas naturales de gran valor ambiental por el avance de la frontera agrícola.
CATEGORÍAS ANALÍTICO - DESCRIPTIVAS DEL PAISAJE EN LA IUR
La catalogación resultante del enfoque y las herramientas utilizadas en este estudio permitieron recuperar las percepciones que los propios actores poseen y proyectan en sus paisajes. Así, emergen en los paisajes del agua, de los residuales, del miedo, de la especulación y en los nómadas. Se trata de un conjunto de paisajes que no constituyen unidades aisladas, sino que, por el contrario, resultan yuxtapuestos e incluso se registran solapamientos entre ellos, producto de la dualidad de procesos dados por la diversidad de modalidades y expresiones en la apropiación de recursos, la reproducción de territorios móviles vinculados a lógicas extractivas y especulativas y, a los matices que adquieren estas dinámicas según las valoraciones sociales.
La primera categoría de análisis se enuncia en relación a las nuevas significaciones que adquieren los paisajes del río Salí, principalmente por parte de actores gubernamentales y habitantes de la IUR. Se definen, de esta forma,
“los paisajes del agua”, que no solamente se caracterizan por ser un ámbito morfológicamente condicionado por el curso de agua, sino además por aquellos otros elementos que denotan la permanencia histórica de las relaciones entre la sociedad y el agua, que remiten a la cultura local (Muñoz, Pérez, Sanhueza, Urrutia, y Rovira, 2006).
Estas representaciones se expresan en las referencias a usos sociales del dique la Aguadita y del río propiamente dicho. En ese sentido, destacan las siguientes:
“El río es un recurso estratégico importante que no ha sido incorporado, es como que estamos medio enemistados del río…de espaldas” (Funcionario municipal, entrevista, 2014);
“Están las empresas que contaminan el ambiente. Las canteras, que son demasiadas, le están haciendo mucho daño al suelo. Extraen áridos, después las ladrilleras sacan la arcilla. Yo manejaba las factibilidades, que dispone cerca del río las zonas industriales y las canteras” (Técnico municipal, entrevista, 2012);
“Es la playa que nosotros nunca podemos conocer, porque no tenemos los medios económicos. Pero es hermoso conocerlo, sobre todo ir un poco más arriba, a la Salina, que hay más de agua” (Integrante comunidad ladrillera, en alusión al dique la Aguadita, entrevista, 2014).
Sin embargo, los actores denuncian la ausencia de gestión, control y acceso a estos paisajes, considerados bienes comunes. Cabe aclarar que la gestión del sistema fluvial enfrenta múltiples desafíos que deben ser matizados. La orientación propiciada por el modelo neoliberal produjo un fuerte debilitamiento del rol del Estado y, a su vez, con la globalización las “jerarquías se vuelven múltiples escalares” (Ciccolella, 2014), lo que redunda en una yuxtaposición de incumbencias. Esta situación compromete la capacidad de las administraciones locales para dar respuestas concretas a las demandas de diversos actores sociales. La gestión de los paisajes del agua se halla atenuada asimismo por la falta de aplicación de instrumentos normativos. Un ejemplo de ello lo constituye la definición de la línea de ribera, la cual establece una delimitación de dominios públicos y privados que no se encuentra reglamentada en territorio tucumano.
Una segunda categoría identificada remite a los “paisajes residuales” (Nogué, 2011) producto de la tercerización de usos del territorio y el abandono de los sitios de extracción, que los caracterizan como formas hechas en base a la ausencia (Montaner Martorell, 2008). Estos paisajes resultan del uso intensivo de bienes comunes, su posterior utilización para la disposición final de los residuos sólidos urbanos que devienen en el abandono o se configuran eufemísticamente en pasivos ambientales difíciles de subsanar. Complementariamente, es de destacar que estas formas producen cercamientos al tiempo que se constituyen en barreras físicas que no solo impiden el acceso de la población a los márgenes del río, sino que las exponen a situaciones de riesgo. Generan, en consecuencia, otro tipo de limitaciones que responden a factores socioculturales en relación a la inseguridad y al miedo:
“Las canteras no te dejan pasar ya (...)” (Vecino de La Aguadita, entrevista, 2012); “...el río, es un vaciadero y hay mucha inseguridad” (Técnico municipio Alderetes, entrevista, 2014); “Bueno… las cortadas, por ejemplo, extraen agua de los canales para su producción”. (Vecino Comunidad ladrillera, entrevista, 2014);
“Un ladrillero, por lo general, la casa donde vive es de campamento. Termina el arriendo de la tierra y se van mudando. Venimos a ser como gitanos. Hay tierra, se termina la tierra y se arrienda en otra parte, y hay que buscar en otra cortada”. (Vecina Comunidad ladrillera, entrevista 2014).
Este proceso de abandono y generación de paisajes residuales en la IUR va acompañado de la emergencia de nuevos “paisajes nómadas” con idénticas lógicas de reproducción. Según Asensi Pérez (2008), esta condición se caracteriza por la reproducción de procesos de informalidad y precarización laboral, condición propia del neoliberalismo. Haesbaert (2013), por su parte, expone las condiciones en que estos paisajes se reproducen vinculados a la precarización de los grupos subalternos, así como a su resistencia y lucha por un territorio mínimo cotidiano. Pero, además, es importante destacar que esta actividad se distingue por la incorporación de mano de obra familiar que muchas veces involucra el trabajo de niños, niñas y adolescentes:
“Hay cortadas en las que trabaja una familia, el padre, el hijo, y hay otras cortadas en las que trabajan dos hermanos con cinco hijos” (Vecino Comunidad ladrillera, entrevista, 2014); “Nosotros hace más de 30 años que estamos con el ladrillo. Andábamos de aquí para allá, no teníamos casa” (Vecina Comunidad ladrillera, entrevista, 2014).
El impacto del mercado inmobiliario introduce en la IUR los llamados “paisajes de la especulación”, producto de múltiples desarrollos urbanísticos cerrados. Estos, como sostiene Berque (2009), exaltan el aislamiento, por lo que el individuo se cree a solas con la naturaleza. También aclaman la idea de “verdolatría” (Roger, 2008), como ideología que lleva a valorar el verde como espacio y banalizar lo rural. Los discursos propagandísticos de estas urbanizaciones en la IUR remiten a estas cuestiones. He aquí algunos ejemplos: “Abandonar la urbe (...) Viven más tranquilos, más seguros y felices, según cuentan. Había verde. Mucho verde. Ni un solo edificio en el paisaje” (Lozano, 2015); “Un lugar para vivir disfrutando” (La Candelaria Country Club, 2016)[2]; “Mantén tu amor por la naturaleza” (Country La Reserva, 2019)[3].
De modo similar, la expansión residencial difusa es originada por barrios de vivienda de promoción pública. Si bien la división social del espacio residencial, según Duhau (2013), es producto del mercado inmobiliario residencial, las políticas públicas suelen también contribuir a ese proceso, en tanto procuran construir en suelo barato para abatir los costos de producción. Como afirma Mitchell, “todo paisaje es especulativo, es un depósito de valor de capital con esperanzas de aumentar” (2007, p. 90). Estos paisajes se encuentran bajo una gran presión para su ocupación por parte de “quienes lo hacen por elección” y “quienes no tienen ninguna” (Pinheiro Cordeiro Dos Santos Lima y Boucinhas, 2016).
Los habitantes y actores políticos de la IUR plantean que este territorio se caracteriza por funciones predominantemente residenciales con carencias de centralidad, de equipamiento comercial y espacio público de calidad. Se trata de lo que Lindón (2007) describe como “paisajes del miedo”, los cuales se distinguen por la vulnerabilidad, la inseguridad, la reclusión en espacios privados y el rechazo al espacio público. Desde esa perspectiva, especifica que “no todos los sujetos se ubican en las mismas posiciones: algunos exacerban su fragilidad y vulnerabilidad, mientras otros encuentran estrategias para controlar al espacio e incluso las tramas de significados” (Lindón 2007, p. 218). Algunos testimonios ilustran esta situación:
“Nos estamos expandiendo y sumando barrios, pero no estamos conformando la ciudad de ninguna forma” (Funcionario municipal Las Talitas, Mesa debate, 2014);
“La llamamos ‘La ciudad dormitorio’, es como que la gente sale y viene a dormir, no se queda a realizar sus actividades de diversión acá” (Técnico municipal, Las Talitas, entrevista personal, 2012);
Y el tema del agua potable es el principal problema. Cloacas no hay ni en Alderetes. El camino para llegar hasta aquí es oscuro y el tema es que los caminos están feos y para tomar un colectivo tenemos que caminar 15 o 20 cuadras”. (Vecino comunidad Ladrillera, entrevista personal, 2014)
Los paisajes de la IUR están, igualmente, tensionados por una incertidumbre en la definición de responsabilidades y funciones respecto a su gestión, lo cual con frecuencia es motivado por la reconfiguración que adopta el Estado en el modelo neoliberal. Según Pírez, la “expansión territorial genera una unidad urbana por continuidad y/o funcionalidad que no se corresponde con la unidad político territorial, conllevando a una ausencia de gobierno” (2008, p. 91). En este sentido, el carácter metropolitano de los bienes comunes como el río Salí incrementa la tensión en el territorio y las producción de paisajes asociados.
El conjunto de paisajes identificado en la IUR da cuentas de la complejidad del territorio y las constantes pujas entre los distintos actores en referencia a su poder de actuación. Los solapamientos ente unos y otros, las percepciones y valoraciones por parte de los distintos actores sociales, configuran un mosaico no excluyente de las lógicas de producción del paisaje del litoral fluvial del borde metropolitano (Figura 2).
CONCLUSIONES
Los paisajes identificados en la IUR, si bien se adscriben a la denominación de paisajes del agua del río Salí, son resultado de procesos complejos que reproducen en su imagen los contextos de creciente desigualdad socioterritorial. El uso intensivo de recursos naturales del ámbito fluvial se revela en un conjunto de paisajes diversos, dispersos en toda la IUR. Estas condiciones expresan, a su vez, procesos de segregación social (grupos ladrilleros, habitantes del dique La Aguadita, entre otros); de fragmentación espacial (sitios de extracción de áridos, ladrilleras, viviendas promoción pública, urbanizaciones cerradas) y de especulación (mercado inmobiliario, estado e industrias). Características que impregnan los modos de producción de los paisajes de la IUR y alimentan su correlato en las formas que adquieren a través de la especulación y el miedo. Este conjunto de paisajes vertebrados por el río Salí manifiestan una simultaneidad y yuxtaposición de formas. Algunas, producto de dinámicas fijas asociadas a los modos de producción residencial y otras móviles, vinculadas a las actividades extractivas y a su nomadismo intrínseco. Todo ello reafirma, una vez más, que el paisaje también puede ser comprendido y analizado desde la concepción de lo híbrido, lo disperso y, al mismo tiempo, lo yuxtapuesto en los múltiples modos de apropiación y control del territorio.
Las dinámicas que operan en la IUR demuestran, además, que el paisaje, como catalizador de los procesos territoriales, constituye una herramienta eficaz para comprender las formas que adquiere el territorio y su catalogación posible como insumo para la toma de decisiones. Efectivamente, el enfoque metodológico empleado de estudio de caso, así como el recorte territorial (interfase urbano rural) han resultado útiles para comprender los fenómenos del paisaje en los bordes de los territorios metropolitanos, particularmente en las relaciones entre distintos grupos sociales y los bienes de la naturaleza, en este caso, el río.
De allí que la IUR -como lugar donde las tensiones urbano- rurales se ponen en juego en relación con los bienes comunes de la naturaleza- ha permitido comprender y evidenciar las formas de pertenencia y modos de apropiación desigual del territorio por los distintos grupos sociales. Por otra parte, recuperar las voces de los actores que con sus prácticas cotidianas producen sus paisajes y reproducen sus percepciones de la IUR, fue útil no solo para identificar nuevos paisajes emergentes, sino también para rescatar parte del relato territorial preexistente y, por consiguiente, resignificar al río, a lo concerniente a la cultura de lo fluvial o, dicho de otro modo, a uno de los bienes singulares de la naturaleza.
A pesar de que los avances realizados no agotan la complejidad de los paisajes en las metrópolis latinoamericanas, los resultados obtenidos en esta investigación dan cuenta de algunos caracteres que atraviesan la construcción de los paisajes en el siglo XXI, a la vez que interpelan la posibilidad de definir unidades de paisaje desde criterios de homogeneidad y singularidad. Una planificación comprensiva de una IUR podría basarse, entonces, en catálogos que expongan los resultados no taxativos, pero sí cambiantes y flexibles de estos territorios. En otras palabras, que recojan y evidencien las manifiestas yuxtaposiciones espaciales de las distintas categorías, así como también, los solapamientos entre representaciones sociales.
INTRODUCTION
Landscape, as an object of study and an interpretative component of territorial reality, recovered importance during the last twenty-five years of the 20th century, starting from a theoretical and practical repositioning that understands it as a social product, built and given meaning from concrete social relations and actions (Berque, 1997; Bertrand, 2008; CEP, 2000; Nogué, 2007; Nel Lo, 2007).
The European Landscape Convention and its later implementation through policies that promote landscape management and zoning, constitutes a point of inflexion in the consideration of landscape in the territorial public policy. Specifically, the experience accumulated came from countries like the England, Scotland, Belgium, France, Spain, among others, which nourished this document from different perspectives, although convergent in their valuation. One of the instruments that can be taken from this Convention is the “landscape catalogs”. This is a knowledge and planning tool to identify and evaluate landscapes and their diversity (Nogué, Sala & Grau, 2018). This progress, in terms of consensus and landscape-related instruments, had repercussions in Latin America. The Santiago de Cuba Declaration on Cultural Landscape in the Caribbean (2005), the Ibero-American Cultural Landscape Charter (CIPC) and the Latin-American Landscape Initiative (LALI, 2012) are some of the epigones of the Convention. In this context, studies on landscapes in Argentina have become more notorious in recent decades, driven by authors like Naselli (1992), Aliata and Silvestri (2001, 2003), Zusman (2018) and Pintos (2013) among others. This constantly renewed set of records and discussions shows that landscape is a growing concern as an object of study and planning.
Alongside the emergence of the landscape as a notion, it also becomes relevant in the production of scientific knowledge related to the understanding of territorial phenomena. In particular, the strong transformations of metropolitan territories, which reconfigure the landscapes of the rural-urban interface, begin to be studied. Segura (2014:2) confirms that “the urban expansion of metropolitan areas increases not just the inequality in access to the city, but it also consolidates segregated social circuits and networks”. But not just in Access to the city, but also to nature, to rurality and to the dynamics of reproduction itself. It is the rurality inserted in metropolitan areas that presents a set of attributes which urban planning would not be capturing in their theory-methodological approaches or in their empirical references (Estevez, 2012; Agudelo Patiño, 2012). These are phenomena which especially affect Latin American metropolis and express the disputes, not only economic and social, but also those which underlie the perception that societies have of their relationship with the landscape (Montellano Loredo, 2015).
In this context, the purpose of this work is to identify the analytical-descriptive categories of metropolitan interface landscapes which allow characterizing the expression of socio-territorial inequalities in the RUI, in light of the analytical perspectives that the social construction of landscape provides. The initial assumption is that dualist categories to analyze landscapes in the RUI are limited to consider all the components that underlie its materialization, as well as the differential forms of landscape production associated to the appropriation of common property in a context of growing neoliberal urbanization.
Theoretically speaking, this research is based on the stance of the landscape that is part of the post-modern cultural revolution and its new conceptualizations which move away from the strongly cosmetic views, typical of modernity to characterize them as a social construct. Lindon & Hiernaux (2010) say that the “spins” are multiple (cultural, humanist, relativist, interpretative) and have affected the geographical concepts and categories used to decipher relations of societies with space since the 1980s. These new perspectives made investigation about the facets of reality, which previously had not been of interest for geographical knowledge, possible.
From these perspectives, the concept of landscape would allow uncovering territorialities and identifying the production processes of the RUI from the plurality of discourses, along with new emerging valuations inscribed in the multiple and continuously renewed society/nature and built environment relations.
Methodologically, a case study was used (Yin, 1994; Martinez Carazo, 2006), a rural-urban meeting point associated to the Sali river within the context of the Tucumán Metropolitan System (hereinafter SiMeT). This is an area that since the 1970s has reconfigured its landscapes by inserting roles linked to the indiscriminate urban expansion in one side, an on the other, through the substitution of productive activities for an ever-larger number of extraction-based activities. The vision is focused on understanding the tensions and disputes which evidence inequalities in the outsourcing of uses of the territory and the landscape itself, on the control of common property facing the pressures of property development capital, and on the reconfigurations that the State adopts in the regulation of the territorial transformations. This work is broken down into research inquiries developed in a doctorate thesis (Llomparte Frenzel, 2018).
The work is shown addressing, from the start, the theory tools which support the analysis to then describe the methodology used and presenting the case study. The following section presents the categories that identify the landscapes of the RUI. Finally, the conclusions state some useful considerations in the framework of this work’s goals.
THEORETICAL FRAMEWORK
RURAL-URBAN INTERFACES AND THE LANDSCAPE AS ANALYSIS CATEGORIES
A series of processes, since the end of the 20th century, linked to neoliberalism strategies, (re)design and (re)draw the metropolitan regions, and position urbanization and its expansion patterns as one of the main problems for the concretion of a more sustainable and inclusive development model. In this regard, Borja and Carrion (2016) state that the “true problems” of a global urban agenda are based on the accelerated transformation process which imposes the forms of an extensive, disperse, fragmented, segregating and atomizing urbanization, that they call “urbanization without city” as socially exclusive, economically more speculative than productive and politically solely governable through dark means, through fear and preventive repression. Indovina (2014) goes further and says that the urban conditions have been dissociated from the city as such, where morphology and urban condition are historically closely linked.
In this context, the metropolitan interfaces allude to a spatial expression where urban expansion processes meet the dynamic of the rural space (McGregor et al., 2005). From there, the interface nature of these territories that express the complexities of diverse networks which articulate/disarticulate transitions between nature, the rural and the urban, and of the diverse elements these contain. This set of characteristics considers a difficulty and complexity relative to the conceptualization and delimitation of the RUI by their dual quality between two apparently well differentiated geographic forms: the countryside and the city. However, Dos Santos Pereira (2013), sees a line of authors such as McGregor et al. (idem) who oppose the use of the term peri-urban, and propose interface, insomuch that this emphasizes their position as a contact area where urban and rural aspects coexist. In this sense, Carvajal et al. (2019) suggest the need of thinking about the RUI from the synergy and complementarity of urban and rural territories.
The socio-territorial issues in the organization of the RUI have some nuances regarding their geographic context. However, it is feasible to characterize the interfaces as rural territories under tension, when the expansion of urban policies juxtaposes elements and activities that affect and generate socio-spatial inequalities regarding their own environmental risks and traits, in different ways. Traditionally, the actions and standards that affect these territories are set out from dualist postures (urban/rural, rural/natural), that are closely tied to the changes in land use. As Zazo Moratalla (2019:7) states “there is no binding planning beyond the urban frontier, -, [however] the studies of the city must overcome this reductionist vision”. It is here where the landscape acquires an explanatory value of the transformations of the territory and allows exploring the complexity of the phenomena that take place in the RUI. Landscape is a pertinent category for territorial studies, fostering not just a “spatial reading, but a shared understanding which includes the different scales and power levels involved in the access to resources the environment offers” (Urquijo & Barrera, 2009:227). Since the landscape is a means to strengthen and sublimate cultural identities, it is also a device to learn and conceptualize the periphery (Zanini, 2012). We understand landscape as “any part of the territory just as the people understand it, whose nature is the result of the action and interaction of natural and/or human factors” (European Landscape Convention-CEP, 2000). This notion, closely linked to Latin American reality, was taken on and enriched by the Latin American Landscape Initiative (LALI, 2012), on incorporating the time-space pair into the definition and, from there, arguing that the landscape is also a resource, a melting pot of the intangible of Latin American communities, an asset, a value and a right. Both perspectives coincide in saying that the notion comprises all landscapes, exceptional or ordinary in nature (Pastor et al., 2016). Meanwhile, Nogué (2008) says that there are a number of landscapes that have lost a good part of the territorial discourse and the landscape imaginary that produced or gave sense to them at some point but that later, in their dynamic conformation process, the base imaginary was substituted. These are the “landscapes of fear”, “hidden”, “unequal” “aterritorial”, among many other labels (Nogué, 2007; Duran, 2007; Muñoz, 2007) which are becoming “visible” from this rebirth in concern for the landscape which has made them the focus of research, especially in Latin America (Hemerly & Coelho, 2007; Lindón 2007; Montaña et al., 2005; Pastor & Sánchez Fuentes 2009).
Both the CEP and LALI suggest the writing of of instruments that favor data collection to define actions and interventions like landscape catalogs. Bearing in mind what has just been said, it is understood that landscape cataloging is a task that needs a critical approach, which allows seeing diverse connections between populations and their locations; at the same time, analyzing the different dimensions where urbanization- induced globalization takes place (Pedroli et al., 2006). These instruments could end up defining landscape units that are objective and consensuated by different social players, or even end up only showing fragments of everything the landscape represents. Therefore, the usefulness of visible elements of the landscape for morphological analysis is limited given that what is visible is only the final stage of a long sequence of development (Contreras Delgado, 2005), Thus, using this, the landscape as an analysis category is not just defined by its materiality, but also by the valuation of the social subjects who live there and identify themselves with it in a continuous process of the production of meanings and new materialities (Palang, 2006). The landscapes of the RUI will be addressed from this perspective.
METHODOLOGY
Methodologically speaking, the work is supported by a case study, corresponding to the area along the Sali river, where urban and rural territorialities of the metropolitan systems meet. It is considered that this unit of analysis can provide an empirical basis for the interpretation and understanding of the reality present in the RUI in Latin American intermediate cities, looking to contribute towards renewed visions about managing and planning the landscape.
Once the methodological strategy from the case study was defined, the work continued using successive approaches through an inductive movement. This decision allowed addressing the landscape and its cataloging in a holistic way, without defining landscape units a priori, but rather identifying and characterizing them through a dialog between conceptual categories, the perceptions of social players within a theoretical approach framework adopted to understand the RUI. In this way, and through the intensive use of qualitative techniques to recover the biography of the landscape (Roymans et al., 2019), the memories and practices which built and produced it, laying importance on dynamic, perceptive and experiential elements (Nogué, Sal & Grau, 2018). The databases provided by the Atas ID of the Ministry of the Interior, Public Works and Housing of the Republic of Argentina were recurred to, to define the character of the RUI as the main source to identify the fixed dynamics versus the residential fabrics, territorial uses, densities and habitational conditions that define the morphology of the territory. As a complement, demographic indicators were used, starting by processing the Redatam databases corresponding to the National Census of the Population, Homes and Housing (2010).
The work was carried out using qualitative techniques. In the first stage, 30 in-depth interviews with key players were conducted between 2012-2016 (Table 1). Key players have been considered as those who built the landscapes with local presence, who intervened in the space with their own goal regarding their interests or aspirations and, those who can affect the processes (Pirez, 1995). The idea of “multiterritoriality” is recovered, namely a multiplicity of agents building territories at different scales of Haesbaert (2011). These techniques were complemented with other participative ones like social mapping, destined to display the daily landscapes and the perceptions they are subjected to by the different players. The following stage comprised the decoding of a set of expressions using discourse analysis and social cartography analysis techniques. The saturation of the information allowed identifying variables of the landscapes linked to the outsourcing of land uses, to the nomadism of extraction activities, the control and access to common property and the reconfiguration the State adopts. This data was the foundation to check the arguments and to corroborate conceptual categories worked upon by different authors, which from the phenomenological and perceptual define the landscapes against the rural urban interfaces. The Arc Gis 10.1 licensed software was used to prepare the maps and specific cartography. This was done on a 1:50,000 scale.
RESULTS
CHARACTERIZATION OF THE RUI IN THE TUCUMAN METROPOLITAN SYSTEM
SiMeT, the main urban cluster of the province of Tucuman and the fifth of the system of cities in the Republic of Argentina, is the home of two ecosystems, the San Javier mountain range to the west and the Sali River to the east. It has 982,050 inhabitants according to the 2010 Census, with approximately 84% of its population concentrated in an area of 2,367 km2 (Urban and Territorial Phenomena Observatory, National University of Tucuman, 2016). Operationally, it has adopted a territorial delimitation of the RUI that falls under the SiMeT within the functional administrative entities, namely the municipalities of Las Talitas and Alderetes and the rural districts of El Timbó, Los Nogales and El Cadillal. The so defined SiMeT comprises 422 km2 which represents 19% of the total surface area of the metropolitan region (Figure 1). It is worth highlighting that this territorial section contains components with a high environmental value: two wetlands in the fluvial system of the Sali River and an ecology reserve, situation that changes downstream in the more densely populated area.
The social construction of the RUI’s landscapes is closely related with the productive and urban history of Tucuman. The progress of the sugar industry and the rise in population required major hydraulic works, implemented mainly in the 20th century. These infrastructures (El Cadillal dyke, La Aguadita dyke and Main Canal, watering network of the Cruz Alta sector) are located in the territory being studied and are important not just because of their operation but on being examples of the particular cultural path of that area. The Sali River is not only important for the economic and essential activities of the population, but due to its historic condition as a decisive factor in moving to the capital city of Tucuman from Ibatín a la Toma in 1685 (Llomparte, 2018). The RUI begins to form its differential traits in the mid- 1960s, linked to the metropolitanization dynamic of the largest city of San Miguel de Tucuman. The conurbation of nearby populational groups and a process of production diversification lead to changes in land use in areas that were mainly set aside for growing sugar cane. The changes in policies linked to the sugar agroindustry resulting from the closure of many of the sugar mills in 1966 led to a new territorialization of the space, characterized by intensive flows of migrants from rural areas into San Miguel de Tucuman.
The urban land production towards the RUI was mediated, in general terms, by state action. This modality was accentuated during the 70s and declined as of the mid-80s with the State virtually pulling out of the sector, which resulted in the installation of self-managed irregular settlements. This “double process” of growth began to cause marked discontinuities (spatial, social and qualitative), which ended up as fragmented and, in many cases, disjointed territories (Casares & Cyztajlo, 2012). Between 1989-2010, the towns of Alderetes and Las Talitas comprised 14% of the total expansion of the SiMeT.
The resulting expansion fabrics in Las Talitas, for example, were characterized by a large presence of urban vacuums representing approximately 30%, with a growing incorporation of closed urbanizations (Casares et al; 2014). Upon analyzing the spatial connotations of population growth between 2001-2010, it is seen that the area with the highest growth was the rural district of El Cadillal, with an annual average growth rate (TCMAI) of over 40 per thousand, with the SiMeT meanwhile sitting at 8.8 per thousand. This could be linked to the urbanization process that was fostered by the property development market in the RUI, which acquires a high degree of informality, unlike the expansion dynamics in the towns of Alderetes and Las Talitas, where the State and property developers co-exist as promotors of urban growth.
The diversification of the production area and the expansion of farming boundaries had a noticeable effect on the forms of the RUI; many of the representative images of cane fields were replaced by citrus plantations and on the shores of the Sali River, through the entrance of extraction and industrial activities, like brickworks, sand and gravel pits, salt mines and citrus industries, among others. This condition was exacerbated in the globalizing context that has occurred since the end of the 20th century to the present day. The 2011 census carried out by the Argentinean Mining Geological Service revealed that in the Tucuman province there were 394 brick cuttings (referring to the concavity in the ground as a result of artisanal brickworks), of which 92 were in Las Talitas (Garcia, 2017). Likewise, there is a displacement from productive use towards urban use, which has repercussions on the natural ecosystems and their great environment value, due to the advancing farming boundaries.
ANALYTICAL CATEGORIES – DESCRIPTIONS OF THE LANDSCAPE IN THE RURAL-URBAN INTERFACE
The cataloging resulting from the approach and the tools used, allowed recovering perceptions that the players themselves have and project in their landscapes. In this way, the residuals, fear, speculation and nomads emerge in the landscapes of the water. This is a set of landscapes that do not constitute isolated units but on the contrary, are juxtaposed and even overlap, as a result of the duality of processes from the diversity of modalities and expressions in the appropriation of resources, the reproduction of mobile territories connected to extractive and speculative logics, and to the nuances that these dynamics acquire depending on the social evaluations.
The first category of analysis is outlined regarding the new meanings that the landscapes of the Sali river acquire, mainly from the governmental players and inhabitants of the RUI. They are defined as the
“landscape of the water”, and are not just characterized on being a setting that is morphologically conditioned by the water’s course, but also by those other elements which denote the historic permanence of the relationships between the society and the water, which refer to the local culture (Muñoz et al., 2006).
These representations are expressed in the references to the social uses of the Aguadita dyke and the river itself.
The river is an important strategic resource which has not been incorporated, it is like we are in kind of a feud … a hidden feud with the river (Council official, interview, 2014).There are companies that contaminate the environment. The quarries, which there are too many of, are really damaging the soil. They extract the sand, then the brickworks take the clay. I was handling the feasibilities, which the industrial areas and quarries have near the river (Council expert, interview, 2012)
It’s a beach that we’ll never see, because we can’t afford it. But it is beautiful, especially upstream of the salt mine, where there’s more water (Member of the brickwork community alluding to the Aguadita dyke, interview, 2014).
However, the players report the absence of management, control and access to these landscapes, considered as common property. It is worth clarifying that the management of the river system faced many challenges which must be coordinated.
The orientation led by the neoliberal model produces a great weakening of the role of the State, while in globalization, the “hierarchies become multiple scalars” (Ciccolella, 2014), which results in a juxtaposition of responsibilities. This situation compromises the ability of local administrations to provide concrete answers to the demands of different social players. Meanwhile, the management of the water landscapes is attenuated by the lack of application of normative instruments. An example of this is the definition of the bank, that establishes a marking out of public and private ownership that is not regulated in the Tucuman territory.
A second category refers to the “residual landscapes” (Nogué, 2011), as a result of outsourcing land use and the abandonment of excavation sites, which are characterized as shapes made based on absence (Montaner Martorell, 2008). These landscapes appear from the intensive use of common property, their later use for the final disposal of solid urban waste which lead to abandonment or which configure, euphemistically, passive environments that are difficult to heal. Complementarily, it can be highlighted that these shapes produce enclosures that constitute physical barriers that not only block access for the population alongside the river, but expose them to risks. Likewise, they generate other types of limitations related to socio-cultural factors like insecurity and fear.
The quarries no longer let you in […] (Neighbor of La Aguadita, interview, 2012).
(…) the river is a dumping ground, it’s so unsafe (Council specialist, Alderetes, interview, 2014).
A brick worker generally lives in a camp. When the lease ends, they move on. We end up being like gypsies.
There’s land, the land ends, you rent elsewhere, and you look for another cutting (Neighbor from the brickworks community, interview, 2014).
Well… the cuttings, for example, take water from the channels for their production (Neighbor from the brickworks community, interview, 2014).
This process of abandonment and generation of residual landscapes in the RUI is accompanied by the emerging generation of new “nomadic landscapes” with identical reproduction logics. According to Asensi Perez (2008), this condition is characterized by the reproduction of informal processes and work insecurity, a condition of neoliberalism. Haesbaert (2013) also presents the conditions where these landscapes are reproduced, linked to the precariousness of the underlying groups, as well as their resistance and fight for a minimum daily land. But it is also important to highlight that this activity is distinguished by the incorporation of family labor which often sees boys, girls and teenagers working.
There are cuttings which a family works, the father, son and others where two brothers work with five kids (Neighbor from the brickworks community, interview, 2014).
We’ve been in the brick business for over 30 years. We go from here to there. We didn’t have a house (Neighbor from the brickworks community, interview, 2014).
The impact of the property development market introduces the “landscapes of speculation” in the RUI, the result of multiple enclosed urbanistic developments. These are characterized, as Berque (2009) presents, as highlighting isolation and the individual believes they are alone with nature. They also hail the idea of “verdolatry” (Roger, 2008) as an ideology which values green as a space and trivializes the rural. The propagandistic speeches of these developments in the RUI refer to these questions.
Escaping from the city (…) They live a calmer, safer and happier life, they say. There was green, a lot of green. Not a single building in the landscape. The silence, the tranquility. Breathing that air was so pleasurable (Report in a local newspaper, 2015). A place to enjoy living (Property developer’s propaganda, 2016)[4].Let nature spoil you and balance your life (Property developer’s propaganda, 2019)[5].
The diffuse residential expansion also finds its origins in public publicity for housing developments. The social division of the residential space, according to Duhau (2013), is not just the product of the residential property development market, but public policies also contribute to this, both looking to build on cheap land and bring down production costs. As Mitchell (2007:90) confirms “all landscape is speculative, it is a deposit of the capital stock with hopes of increasing”. These landscapes are under a great pressure for their occupation by “those who do it by choice” and “those who do not have one” (Pinheiro Cordeiro Dos Santos Lima & Boucinhas, 2016).
The inhabitants and political players of the RUI suggest that this territory is characterized by predominantly residential roles that lack centrality, commercial equipment and quality public space. These are what Lindon (2007) describes as “landscapes of fear”, characterized by the vulnerability, insecurity, reclusion in private spaces and the rejection of the public space. He also says that “not all people are located in the same positions, some exacerbate their fragility and vulnerability, while others find strategies to control the space and even the meaningful areas”.
We are expanding and adding neighborhoods, but we are not shaping the city at all (Council worker, Las Talitas, round-table meeting, 2014).
And the issue of drinking water is the main problem. There are no sewers in Alderetes. The road to get here is dark and the thing is that the roads are ugly and to get on a bus we have to walk 15 or 20 blocks” (Neighbor from the Brickworks community, personal interview, 2014).
We call it “dormitory town”, it’s like people go out and come back to sleep, they don’t do anything fun here. (…) (Council specialist, Las Talitas, personal interview, 2012).
Thus, the landscapes of the RUI are strained by an uncertainty in the definition of responsibilities and roles regarding their management, often resulting from the reconfiguration that the State adopts in the neoliberal model. According to Pirez (2008:91) the “territorial expansion generates an urban unit by continuity and/or functionality which does not fit the political- territorial unit, leading to an absence of government”. In this sense, we could add “the metropolitan orientation” related to the problems of the RUI and to their common property as is the case of the Sali River.
The set of landscapes identified in the RUI reveals the complexity of the land and the constant struggle between different players regarding their power to act. The overlapping between one another, the perceptions and valuations by different social players, make up the non-exclusive but telling mosaic of the production logics of the fluvial shore landscape on the interface of the metropolis (Figure 2).
CONCLUSIONS
The landscapes identified in the RUI, although they fall within the denomination of water landscapes of the Sali River, are the result of complex processes which reproduce in their image, the context of growing socio-territorial inequality. The intensive use of river-related natural resources is revealed in a set of diverse landscapes, spread throughout the RUI. Likewise, these conditions express social segregation processes (brick working groups, inhabitants of the La Aguadita dyke, among others); spatial fragmentation (sand and gravel extraction sites, brickworks, public promotion dwellings, enclosed urbanizations); and speculation (property market, state and industries), characteristics which impregnate the production options of the RUI’s landscapes and feed its narrative in the ways they acquire through speculation and fear. This set of vertebrate landscapes along the Sali river, manifests a simultaneity and a juxtaposition of forms. Some, product of fixed dynamics associated to the means of residential production and others that are mobile, linked to extraction activities and their intrinsic nomadism. All of this reaffirms once more, that the landscape can also be understood and analyzed from the conception of the hybrid, the disperse, and yet juxtaposed in the diverse forms of appropriation and control of the territory.
The dynamics that take place in the RUI also demonstrate that the landscape, as a catalyzer of the territorial processes, is an effective tool to understand the forms the territory acquires and its possible cataloging as material for decision-making. In fact, the methodological approach used in the case study, as well as the territory cutting (rural-urban interface) have been useful to understand the phenomena of the landscape around metropolitan territories, particularly in the relations between different social groups and natural property, in this case, the river.
From there, the RUI as a place where rural-urban tensions are put into play regarding natural property, has allowed understanding and demonstrating the means of belonging and the inequal appropriation of land by the different social groups. On the other hand, recovering the voices of the players, who produce their landscapes with their daily practices and who reproduce their perceptions of the RUI, was useful not only to identify new emerging landscapes, but to also recover part of the pre-existing territorial story about what the river meant, about the culture of the river or said in another way, about one of the singular aspects of nature.
Although the progress made does not exhaust the entire complexity of landscapes in Latin American metropolis, the results obtained in the research show some features which cross over to the construction of landscapes in the 21st century as they question the possibility of defining landscape units from homogeneity and singularity criteria. A comprehensive planning of a RUI could therefore be based on catalogs which present results that are not fixed but rather changing and flexible. In other words, that collect and show the clear spatial juxtapositions of the different categories, as well as the overlapping between social representations.
Traducido por Kevin Wright/ Translated by Kevin Wright
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Notas