PITRUFQUÉN, CHILE: LA CIUDAD COMO ESTRATEGIA DE OCUPACIÓN TERRITORIAL
GONZALO CERDA-BRINTRUP, JAIME FLORES-CHÁVEZ, PABLO FUENTES-HERNÁNDEZ
REVISTA URBANO Nº 49 / MAYO 2024 - OCTUBRE 2024
PÁG. 24 - 39
ISSN 0717 - 3997 / 0718 - 3607
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Como ha planteado Wladimir Antivil (2017), en La Araucanía es
posible advertir la existencia de tres factores determinantes en
su conguración y desarrollo: la instalación de varias líneas de
forticaciones, la construcción del ferrocarril y la división del suelo
rural. “Estos se pueden denir como los hechos físicos construidos
que determinaron, en buena parte, la forma y la sonomía de la
Araucanía” (Antivil, 2017, p. 9), señalando que, “las líneas de los
fuertes y el ferrocarril sobresalen, porque en estas estructuras
se establecieron la mayoría de ciudades… el ferrocarril viene a
generar un nuevo tronco vertical norte-sur, consolidando los
asentamientos urbanos” (Antivil, 2017, p. 9). El caso de Pitrufquén
se insertó en esta lógica y de allí deviene su interés como caso de
estudio.
Se planteó como hipótesis que Pitrufquén da cuenta de un nuevo
momento en que se observa un Estado y burocracia con mayor
capacidad de intervenir con un proyecto urbano en un territorio
de reciente incorporación. Ello se expresa en la selección del lugar
donde instalar la “ciudad” que, alejada de criterios militares propios
de nes del siglo XIX, privilegiaba su ubicación estratégica para el
desarrollo y articulación económica de la mano del ferrocarril. Este
estado fuerte también se vislumbra en el tipo de trazado urbano
donde, a diferencia de las tradicionales ciudades coloniales en
damero, se utilizó un modelo urbano radial que buscaba asentar
su presencia y consolidar la ocupación del espacio Mapuche
mediante un nuevo orden, planicado, acotado, de bordes y gura
denidos, estableciendo un nuevo modo de hacer ciudad en el
territorio de La Frontera o Araucanía (Figura 1 y Figura 2).
II.MARCO TEÓRICO
El Estado, el territorio y la ciudad
Desde un punto de vista teórico y desde la perspectiva que se
aborda la investigación, se consideraron al menos 4 conceptos
resultan fundamentales para una cabal comprensión del
fenómeno en estudio: espacio geográco, territorio, Estado y
proyecto moderno.
El espacio geográco no es inmutable (Craib, 2004), sino una
construcción social, resultado de los procesos históricos que
vive y en el que participan elementos internos y externos que,
actúan como articuladores y desarticuladores del mismo. Para
Santos (1990), el espacio constituye un campo de fuerzas de desigual
aceleración que particulariza los lugares, cambiando con los procesos
históricos, por ello puede asumirse que “el espacio es un hecho social,
un factor social y una instancia social” (Santos, 1990, p. 146). Esta
dimensión de largo plazo del territorio, “sobrecargado como está
de numerosas huellas y lecturas pasadas”, lo hace parecer más un
“palimpsesto” (Corboz, 2004). El modo de producción capitalista
utiliza el espacio existente (vías uviales, marítimas, terrestres,
ferrocarriles, aéreas), lo desintegra, reestructurando la organización
anterior, para crear un espacio nuevo, un espacio producido
(Lefebvre, 2013).
El sentido del territorio es el espacio dado por el pueblo que ejerce
soberanía sobre él, es posible pensar que éste no constituye un
dato jo, la historia deja su huella en el territorio y en el caso de la
Araucanía, la ciudad constituyó una de las huellas más notables,
producto y productor de una transformación territorial profunda
estimulada por el Estado a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Charles Tilly (1990) plantea que la asociación entre Estado y ciudad
constituye un binomio presente a lo largo de, por lo menos, el
último milenio en la historia de occidente, de tal forma que es
posible pensar que el establecimiento de centros urbanos en
la Araucanía está directamente vinculado con la necesidad de
establecer “Estado” o que la instalación del Estado chileno es
consustancial a la fundación de ciudades en dicho territorio.
En este sentido, la fundación de ciudades es una expresión y
concreción que “el Estado se hace haciendo” (Bourdieu 2014, p.
175), posibilitando aumentar la estatidad, es decir, la capacidad del
Estado de ser Estado (Oszlak, 2012).
En la Araucanía, “la ciudad, como materialización del proyecto
moderno, es el espacio en donde se establece territorialmente
el poder político y los centros de comercialización y producción”
(Alvarado, 2015, p. 111). Para Alvarado, estas especícas
formaciones urbanas las conceptualiza como “ciudades coloniales”
en las que “operan relaciones coloniales fundadas en jerarquías
de orden económico, político, cultural, de clase y socio-racial”
(Alvarado, 2015, p. 114).
Durante la segunda mitad del siglo XIX La Frontera,
como también, se denominó La Araucanía, sufrió fuertes
transformaciones que modicaron sustancialmente el paisaje
físico, político, social y económico (Pinto, 2021; Correa, 2021;
Marimán, 2019, Flores, 2013). Para el año 1900, el cambio respecto
de la comprensión del territorio y el espacio Mapuche era notable,
lo que se fue acentuando en el curso del siglo XX. El Estado-nación
chileno desplegó ddiferentes dispositivos y herramientas sobre
el territorio que posibilitaron esta mutación. También inuyeron
las misiones religiosas, las expediciones militares, las vías de
transporte y comunicación, la llegada de los “nuevos habitantes”,
el arribo de instituciones y funcionarios nacionales, la fundación
de ciudades. Esta tarea de construir un territorio nacional conllevó
la necesidad de incorporar los espacios indígenas a esta nueva
lógica. Un proceso que, a la vez, desarticuló la “territorialidad
mapuche” existente y buscó construir la nueva “territorialidad
chilena” en donde las ciudades eran decisivas (Alvarado, 2015;
Flores, 2019; Escalona y Olea-Peñaloza, 2022).
La presencia estatal, materializada en fuertes y misiones, fue
resistida por los mapuches. No obstante, la derrota militar
indígena entre los años 1881 y1883 dejó un camino con
menos obstáculos para el establecimiento y desarrollo de los
centros urbanos, que resultaron decisivos en el desarrollo de
una economía agropecuaria. Esta dinámica de ocupación y
transformación demandó vías de comunicación y transportes
apropiadas a los nuevos requerimientos. El ferrocarril se