Mendoza y los orígenes de la ciudad neoliberal

Mendoza and the origins of the neoliberal city

Resumen

Las transformaciones políticas y económicas que acompañaron el proyecto neoliberal en Argentina han condicionado y trastocado las reglas de producción del espacio urbano, resultando un modelo de desarrollo urbano liderado principalmente por los agentes del mercado, denominado genéricamente urbanismo neoliberal. Proponemos una reflexión exploratoria sobre los primeros rasgos de urbanismo neoliberal que están emergiendo y consolidándose en el Área Metropolitana de Mendoza (AMM) en las últimas décadas, como consecuencia de la reestructuración urbana que este modelo impone a nivel mundial.

Summary

The political and economic transformations that accompanied the neoliberal project in Argentina have conditioned and altered the rules of production of urban space, resulting in a model of urban development driven mainly by market players, generically called neoliberal urbanism. We propose an exploratory reflection on the first signs of neoliberal urbanism in the Metropolitan Area of Mendoza in recent decades, due to the urban restructuring that the neoliberal model imposes globally.

Palabras claves

neoliberalismo – reestructuración urbana – urbanismo neoliberal

Keywords

neoliberalism – urban restructuring – neoliberal urbanism

Introducción

El sistema capitalista es un sistema socio-histórico cuya lógica fundamental es la acumulación de capital como finalidad última de la actividad social. Esta lógica fundamental del capitalismo ha ido desplegándose históricamente y atravesando a nuestras sociedades occidentales a medida que transcurrían los siglos. Por un lado, esta expansión del capitalismo se ha desplegado extensivamente, es decir, en el espacio geográfico. Por otro lado, la expansión capitalista ha ocurrido intensivamente, es decir, la lógica capitalista ha penetrado en distintas dimensiones sociales que antes estaban fuera de la misma (Robinson, 2007:23).

El mercado capitalista que desde su aparición en escena no dejó de expandirse privilegiadamente, adquirió una pujanza sin precedentes, traspasando los límites iniciales específicamente económicos, para intentar colonizar tanto al Estado como a las relaciones sociales mismas. Frente a este Mercado absolutista que se nos presenta como la institución fundamental de la religión capitalista, el Estado parece haber perdido parcialmente la capacidad para continuar regulando las esferas de producción y de reproducción sociales, hechos que podemos comprobar en las repetidas privatizaciones de los servicios y empresas estatales, la desregulación creciente y selectiva de la economía, la disminución de las políticas sociales, etc.

El sistema de la globalización, cuyo caballo de Troya fue el proyecto neoliberal, ha estado desarrollando durante las últimas tres décadas la sustitución parcial del Estado al desconcentrar, muchas veces privatizando, sus funciones en dos direcciones: una que va hacia escalas locales y regionales, y la otra que se conforma progresivamente a escala mundial (Brenner, 1999; Soja, 2008:296; Swyngedouw, 2004). Ahora bien, es habitual que se comprenda y analice espacialmente a la globalización haciendo foco en su escala integradora-mundial en detrimento de su expresión descentralizadora-local.

No obstante, en la última década está aumentando la literatura que analiza la constitución local y regional del sistema de la globalización (Brenner & Theodore, 2002; Sassen, 1993, 1999), principalmente porque se dan explicaciones con causas supralocales y mundiales de fenómenos que se desarrollan a nivel local, y viceversa. Esto ha llevado a la producción de una rica literatura al respecto, y se ha instaurado el concepto de “glocalización” para interpretar dialécticamente esta relación de reciprocidad entre lo local y lo global (Brenner & Theodore, 2002:342).

También se observa una tendencia a analizar la espacialidad de la globalización y del neoliberalismo centrándose en sus características de apertura y movilidad. Shamir (2005) propone analizar otro aspecto de la globalización como productora de principios de clausura y contención, lo que constituiría un régimen de movilidad e inmovilidad más complejo, capturando mejor la realidad. Desde este punto de vista analítico, la globalización sería un proceso que construye una espacialidad para prevenir el movimiento y bloquear el acceso selectivamente y según un dispositivo político y técnico que identifica perfiles sociales (Shamir, 2005:199-200). Esta matriz interpretativa del proceso de la globalización es confirmada por los análisis y datos empíricos que ofrece Sassen (1993, 1999, 2007) a lo largo de sus investigaciones.

Esta dualidad de la globalización como sistema de control de la movilidad y productor de principios de clausura/apertura supone la necesaria intervención en la regulación del espacio tanto a nivel local como nacional para funcionar. De modo que entramos aquí de lleno en el tema que guía nuestra reflexión: el control y la producción del espacio en las últimas décadas.

Consideramos de suma importancia, por ende, analizar las transformaciones urbanas que se han dado en las últimas décadas pensando su relación con la dimensión local de la globalización y, además, pensando también esta dualidad en que incurre tal sistema a la hora de controlar la movilidad de los sujetos a través del espacio, es decir, la conexión o desconexión de sujetos, grupos y hasta zonas enteras al sistema global.

Para ello, el presente trabajo incluye en primer lugar, un marco conceptual acerca de la reestructuración urbana acontecida como manifestación del neoliberalismo a partir de distintos aportes teóricos. En segundo, lugar se ahonda en las características propias de este modelo que en Argentina se consolida en la década del 90, tanto como en su impacto en Mendoza. En tercer lugar, abordando a Mendoza como caso de estudio, se exploran aspectos como la informalidad y la especulación inmobiliaria, la renovación urbana y los desalojos vinculados, el turismo como actividad estratégica y sus servicios ofrecidos de “alta gama” así como la segregación social que hacen de la ciudad un espacio exclusivo y excluyente; y finalmente se esbozan algunas reflexiones.

Hacia una ciudad neoliberal: la reestructuración urbana

Denominamos reestructuración urbana a la influencia que tuvieron el conjunto de cambios generales que supuso la reestructuración del sistema global capitalista y la hegemonía del proyecto neoliberal sobre las transformaciones y políticas urbanas en las últimas décadas del siglo XX y primera del siglo XXI. En este sentido, la reestructuración urbana puede interpretarse como una “recuperación sádica” del espacio público de los pobres y desamparados (Kirby, 2008:76).

Según Neil Brenner (2004:2) las políticas urbanas se han convertido en un mecanismo esencial a través del cual se está desarrollando una profunda transformación geográfica e institucional de los Estados. Brenner describe el reajuste del espacio estatal junto con las nuevas políticas urbanas como una combinación de los siguientes procesos: metropolitanización, conformación espacial en archipiélagos económicos, formación transnacional de jerarquías urbanas, polarización social, exclusión y marginalización de zonas.

Mediante el despliegue de las políticas urbanas a nivel local, regional y nacional el espacio estatal está siendo rediferenciado y reescalado para ajustarse mejor a las preferencias respectivas del capital transnacional. El objetivo de las políticas espaciales estatales ha dejado de ser mitigar el desarrollo geográfico desigual, y ha pasado más bien a ser el contrario, ya que el Estado intensifica estas desigualdades al desarrollar políticas que apuntan a consolidar los activos socio- económicos de zonas/ciudades/regiones estratégica y globalmente conectadas (Brenner, 2004:16). De este modo, podemos decir que la desigualdad es el valor estructurante en este proceso de reestructuración urbana (Caldeira, 2007:15).

Esta tendencia antidemocrática y privatizante que tiene como sello la reestructuración urbana que tuvo lugar a partir de la década del 1980, ha dado pie para que se recojan las transformaciones ocurridas en las ciudades contemporáneas bajo la fórmula “privatización del espacio público”, y ha fundamentado la idea de una pérdida del derecho a estar en la ciudad como totalidad (Kirby, 2008:74-76). El espacio público se ha mercantilizado y convertido en un simple objeto de consumo visual (Zukin, 1995:28) ofrecido en el mercado del turismo internacional.

Esta caracterización de los procesos de reestructuración urbana ha llevado a muchos académicos a hablar de ciudades globales (Sassen, 1999) o de una morfología metropolitana transnacional organizada en redes y nodos de conexión (Castells, 2001). Sorkin (2004:11-12) define algunas características principales que poseen las nuevas ciudades conectadas globalmente: desterritorialización, obsesión por la seguridad, espectacularidad, exclusión y segregación son algunas de las características que sitúan a las ciudades en posiciones ventajosas dentro de la nueva economía y cultura globales.

La obsesión por los sistemas de seguridad física y por el control arquitectónico de las fronteras sociales es, según Davis (2003:194-195), el “verdadero espíritu de la reestructuración urbana”, que ha llevado a la sustitución del viejo paradigma liberal del contrato social por una retórica de “guerra social” y a lo que Davis denomina “sudafricanización de las relaciones espaciales” (Davis, 2003:198).

El resultado es la existencia de una ciudad fragmentada y militarizada, en la que las clases medias-altas y altas buscan “seguridad” como una forma de prestigio social, definida “como el grado de aislamiento personal, en los entornos de residencia, trabajo consumo o viaje, con respecto a los grupos e individuos «indeseables» o incluso a las multitudes en general” (Davis, 2003:195; cursivas nuestras). Davis no se refiere solamente a barreras físicas que tienen como finalidad la creación de fronteras internas, es decir, el control selectivo del acceso y la movilidad de las personas, sino también a barreras simbólicas que prohíben el paso al “otro” sospechoso y de clase inferior. Los espacios pseudopúblicos de la clase alta contemporáneos, como centros comerciales, complejos industriales y de oficinas o centros de entretenimiento, “están llenos de señales invisibles que prohíben el paso al «otro» de clase inferior” (Davis, 2003:196).

Los micro-espacios públicos más cercanos y cotidianos, tales como plazas, calles y parques, se ven así transformados esencialmente al limitar y controlar su libre accesibilidad y uso. El control sobre los mismos es utilizado para la creación de zonas de segregación económicamente seductoras y socialmente homogéneas.

El resultado de esta reestructuración se encuentra inevitablemente grabado en la morfología de las ciudades, caracterizadas cada vez más por fragmentos fortificados, urbanizaciones cerradas y espacios públicos privatizados mantenidos bajo constante vigilancia (Harvey, 2008:32).

La reestructuración urbana, como reflejo urbano de la reestructuración capitalista globalizante y la hegemonía del proyecto neoliberal sobre las políticas estatales, está consolidando a nivel mundial un modelo de urbanización y de control urbano que podemos denominar la ciudad fortificada (Blakely y Snyder, 1997). Este modelo se fundamenta en diferentes formas de exclusión y encierro, tanto simbólica como materialmente, para imponer diferencias, distancias y separaciones.

La urbanización del tipo ciudad fortificada se desarrolla a través de la construcción de una red de enclaves fortificados. Los enclaves fortificados, “son espacios privatizados, cerrados y monitoreados, destinados a residencia, ocio, trabajo y consumo” (Caldeira, 2007:14), que permiten diseñar una ciudad segregada en la que “los diferentes grupos sociales muchas veces están próximos pero separados por muros y tecnologías de seguridad, y tienden a no circular e interactuar en áreas comunes” (Caldeira, 2007:257).

Estos enclaves fortificados representan el instrumento primordial mediante el que se construye el nuevo espacio urbano y suburbano de las ciudades contemporáneas: privatización, control del espacio, exclusividad, aislamiento, reclusión, homogeneidad, militarización, globalidad y fragmentación, son las características principales que busca el urbanismo neoliberal.

El neoliberalismo en Argentina y Mendoza

La globalización neoliberal que en Argentina tuvo lugar desde 1976 y se consolidó en la década del 90, produjo una gran transformación del mercado que reestructuró las relaciones Estado-sociedad, Estado- capital, capital-trabajo como capital-capital. Estas transformaciones estructurales en articulación con los cambios centrales del Estado argentino consolidaron un nuevo patrón de acumulación basado en la valorización financiera, alrededor del cual los sectores dominantes –con la coacción de los sectores subalternos desde la dictadura militar- constituyeron un sistema de dominación con graves consecuencias políticas, económicas, sociales y del funcionamiento democrático (Basualdo, 2001).

En un contexto de presiones de los acreedores externos, así como de vinculación a los intereses de los grupos económicos locales, el gobierno nacional reformó la estructura del sector público y la orientación de la transferencia de los recursos estatales. En este sentido el marco regulatorio que posibilitó la implementación de este modelo se formó por la creación de la Ley Nacional N°23.696 de Reforma del Estado, que dispuso la intervención de las empresas estatales, para la transferencia de los activos públicos al sector privado; la Ley de Emergencia Económica destinada a eliminar subsidios, reintegros impositivos y transferencias implementadas por el sector público y el Decreto 23.697 de Necesidad y Urgencia; así mismo el Decreto de Ley N° 2.284 de 1991 de Desregulación Económica; y conjuntamente la Ley N°23.928 de Convertibilidad. En consideración, el ajuste macroeconómico se orientó al ajuste del presupuesto del gasto social.

Esta transformación fue favorecida por dos procesos que cabe mencionar: por un lado, la “comunidad de negocios” formada por los grupos económicos, las empresas extranjeras y la banca transnacional que se asocian para acceder a las empresas estatales privatizadas; y, por otro lado, el ciclo expansivo del consumo interno que incorpora a vastos sectores sociales, dando lugar al consenso social sobre el nuevo modelo de acumulación (Ibídem, 66). De esta manera, mientras disminuye la intervención del Estado en la economía, la apertura económica se constituye en bisagra de la internacionalización y transnacionalización del capital, como también de la nueva división del trabajo.

Estas políticas de apertura, ajuste y desregulación de la economía nacional, así como la presencia de capital externo y de lobbies locales en las actividades competitivas también tuvieron lugar en la Provincia de Mendoza. Este contexto facilitó privatizaciones en múltiples sectores de su economía, entre ellos las empresas estatales productoras de servicios públicos: Banco Mendoza y Banco de Previsión Social; la empresa de agua potable y saneamiento Obras Sanitarias Mendoza (OSMSE); la empresa de electricidad Energía Mendoza (EMSE) y servicios previsionales (AFJP), que pasaron a ser gestionadas por entidades privadas. En el sector agroindustrial, la empresa estatal líder en el mercado vitivinícola Bodegas y Viñedos Giol (dueña de las marcas “Toro” y “Canciller”, entre otras), así como La Colina, empresa frutícola de importancia de la región también pasaron a manos privadas. Otro sector impactado por estas políticas fue el del petróleo y la minería con la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) (Gago, 1999).

Aludiendo a Gago (1999), estas privatizaciones hicieron visible los nuevos actores líderes de la región, que revelando un elevado nivel de modernización y competitividad a lo largo de esta década -y siguientes-, posicionaron fuertemente a sus empresas inter-ramas (agroindustria, construcción, servicios, bancas) en el ámbito del Mercosur, provocando la desvalorización de las otras fracciones del capital productivo (Pymes).

Si bien el sector agroindustrial constituye la fortaleza de la economía regional, siguiendo la tendencia del neoliberalismo a partir del 90 se observa en Mendoza un importante crecimiento del sector servicios: comercio –súper e hipermercados-, restaurantes y hoteles; transporte y comunicaciones; establecimientos financieros; servicios sociales, comunales y personales, –creación de parques tecnológicos e instituciones de salud de alta complejidad, multimedios-, etc. (Red de Observatorios de Cuyo, 2011).

Acompañando este proceso, el Estado provincial invierte en infraestructura para el comercio, las comunicaciones y el transporte, ejes de desarrollo para la integración a la economía global. De esta forma, consolida la vinculación comercial interoceánica del Mercosur con la restauración del corredor andino (Ruta internacional N°7) y el túnel internacional Cristo Redentor con destino a la ciudad de Santiago de Chile, así como con los pasos fronterizos del sur de la provincia, El Pehuenche y Las Aucas. En este período se concreta también la construcción de la Presa Potrerillos que se propone múltiples objetivos de desarrollo económico: garantizar la dotación de agua a las zonas irrigadas del oasis norte de la provincia, incrementar la producción y vender energía eléctrica, promover el turismo nacional e internacional, etc. (Gobierno de Mendoza. Ministerio de Ambiente y Obras Públicas,1998).

La economía de Mendoza muestra dos caras a considerar: mientras por un lado registra un crecimiento sostenido en las actividades productivas (Red de Observatorios de Cuyo, 2011), por otro lado, con la incorporación de altas tecnologías en los procesos productivos, así como debido a las leyes de flexibilización se precariza la relación laboral- salarial generando altos índices de desocupación, subocupación, “trabajo en negro” o informal, lo cual induce procesos migratorios hacia los centros urbanos y la radicación de asentamientos precarios (Gago, 1995). Esta desigualdad, considerando la investigación realizada por Trapé, Botteon, Lara & Serio (2011:3) según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares EPH, se ve acrecentada entre los años 1984 y 2002, y comienza a disminuir desde el año 2003 al 2009, a partir de las nuevas políticas del Estado nacional.

Más allá de estos datos, la dinámica de concentración de capitales excluyente del neoliberalismo se consolida y profundiza a nivel nacional con la postconvertibilidad mediante las políticas monetarias de devaluación-pesificación que propician un tipo de cambio favorable a las exportaciones y la apertura a capitales trasnacionales. La reestructuración económica planteada por este modelo también se hace visible en el ámbito de la ciudad, en donde distintos sectores urbanos se acomodan a la lógica de la globalización neoliberal.

Mendoza, ¿ciudad neoliberal?

Las políticas del proyecto neoliberal tuvieron su auge, como hemos visto, en la década del 90. Si bien a partir del 2003 hubo un corte con el modelo neoliberal a nivel nacional, estableciéndose un proyecto neodesarrollista que se propuso recuperar una cierta centralidad del Estado en diferentes actividades y esferas sociales y económicas, esta ruptura con el neoliberalismo no se dio en el ámbito del desarrollo urbano.

Cuando se piensa el modelo de desarrollo urbano en la Argentina y Mendoza actuales, se puede encontrar una continuidad con el giro neoliberal y, por tanto, con un modelo de “gestión” de lo urbano orientado a la maximización de las ganancias y dirigido principalmente por los intereses del sector privado que utiliza la ciudad como escenario para la reproducción del capital.

La mano invisible del mercado y la planificación urbana: informalidad y especulación

En consecuencia, con lo que dijimos antes, cabe señalar que en Mendoza no se observó una ruptura muy clara con el proyecto neoliberal, y en la Ciudad de Mendoza hasta se profundizaron las líneas políticas ligadas al desarrollo del proyecto neoliberal (Gay de Cerdán, 2005; Gudiño, D’Inca, Reyes Paeck & Rivas, 2005).

La ausencia de regulación del mercado de suelo es una constante en el marco del laizzes faire del urbanismo neoliberal. Esta característica trasladó el liderazgo en la planificación urbana del AMM a los desarrolladores inmobiliarios, que demostraron ser actores con suficientes recursos como para planificar dónde y de qué manera crecerá el área urbana, sin aceptar siquiera las pocas reglas vigentes que limitaban tal desarrollo.

En Mendoza, el liderazgo de los desarrolladores inmobiliarios ha llevado a la urbanización de la zona agrícola (Gudiño, 2005:83) mientras que quedan dispersos en la trama urbana un gran número de terrenos baldíos. Este doble negocio de especulación inmobiliaria, aumenta el valor del suelo tanto en la periferia como en las zonas céntricas, y baja notablemente el tipo de proyectos de vivienda a los que puede acceder la clase media y media-alta en Mendoza.

Entonces, por un lado, se dejan en las zonas urbanizadas y céntricas innumerables terrenos baldíos en proceso de “engorde”, es decir, los baldíos urbanos permanecen a la espera de mejoras urbanas a su alrededor, obteniendo así un aumento considerable en su precio sin ningún tipo de inversión. Sólo en la Ciudad de Mendoza, los baldíos urbanos suman unas 40 hectáreas capaces de albergar a 14.000 personas (Bustelo, 2010, 05 de septiembre), y sin embargo el crecimiento urbano sigue empujando la frontera urbano-agrícola e invadiendo el piedemonte. No hay datos oficiales para el AMM, pero según una fuente periodística “la mitad de los terrenos ubicados en el Gran Mendoza, dentro precisamente de las áreas que cuentan con servicios, se encuentran baldíos” (2010, 21 de septiembre).

Por otra parte, la dinámica especulativa expande la frontera urbana en la periferia, compitiendo con la actividad agrícola, tan delicada y precaria en una región desértica como Mendoza, y avanzando en la colonización del piedemonte del AMM, zona en la que están prohibidos los desarrollos urbanos por los riesgos aluvionales que significan para el resto de la ciudad monte abajo (Gudiño, 2005; Ostuni, 2011).

Esta segunda dinámica de la especulación inmobiliaria, actúa ya sí en el marco de la ilegalidad o de la “excepción como regla”. Los desarrolladores compran grandes extensiones de suelo rural a precios muy bajos, y a través de excepciones municipales o simplemente desde la informalidad producen urbanizaciones que no cuentan con los servicios y la infraestructura apropiada, cambiando de facto el uso del suelo para esa zona (Marsonet, Morgani & Rizzo, 2011).

Estas urbanizaciones mal servidas e informales, son introducidas luego en el mercado inmobiliario a altos precios y, cuando finalmente se muestran exitosas y son habitadas, el Estado debe hacerse cargo del desarrollo de la infraestructura y los servicios apropiados para la zona, a causa de la presión social ejercida por los nuevos habitantes pudientes.

Sin embargo, tampoco existe en el AMM una demanda real tan importante como para satisfacer la gran cantidad de ofertas desarrolladas por el mercado inmobiliario en las zonas periféricas, en su mayoría concentradas en los departamentos de Luján de Cuyo, Maipú y Guaymallén (ver figura 1). De modo que la especulación inmobiliaria ha generado en el AMM baldíos urbanos tanto en la zona céntrica como en la periférica, con su consecuente aumento general en el precio del suelo.

Por otra parte, se produce una homogenización del tipo de vivienda o suelo urbano accesible para las clases media y media-alta. Prácticamente la totalidad de estas nuevas urbanizaciones construidas en la periferia son del tipo barrios privados. Este producto o dispositivo urbano es parte de un modelo de desarrollo que denominamos enclavista-privado (Caldeira, 2007) estrechamente ligado con la reestructuración urbana capitalista y el desarrollo del urbanismo neoliberal.

Figura 1: Urbanizaciones cerradas en el AMM

La mano visible del Estado: renovación urbana y desalojo

No obstante, no todo es laizzes faire en el desarrollo de las políticas urbanas del AMM. El municipio de la Ciudad de Mendoza ha desarrollado una política activa en la expulsión de las villas y asentamientos de la zona céntrica, así como también la prohibición de diferentes actividades económicas y culturales ligadas al sector popular.

Particularmente, el Estado provincial y el municipio de Mendoza han participado activamente en la reestructuración y “renovación urbana” de la zona de los terrenos de la ex Estación Mendoza del FFOO San Martín, ubicada en el centro de la ciudad.

Desde el cese del funcionamiento del servicio del ferrocarril en 1993 a la actualidad, la Estación Central y parte de los terrenos en que esta se ubica (36 hectáreas) mantienen diversos usos y son fuente de disputas de diversos sectores

Dentro de este predio se comenzaron a establecer asentamientos populares en la década del 80, y ya en la primera década del siglo XXI, eran tres asentamientos (Costa Esperanza, Malargüe y Escorihuela) que albergaban a unas 200 familias (Insa, 2010), la mitad de las cuales fueron “relocalizadas” por el Estado en barrios de la periferia, en lo que se conoció en Mendoza como el desalojo de Costa Esperanza. Actualmente, existen dos expedientes en el Instituto Provincial de la Vivienda de Mendoza correspondientes a los asentamientos Malargüe y Escorihuela respectivamente, que reflejan los esfuerzos por completar esta expulsión de las clases bajas asentadas en el predio.

Cabe mencionar a su vez el desalojo de la organización Casa Amerika que se encontraba también en los terrenos e instalaciones abandonadas de la ex Estación Mendoza. Se trataba de un colectivo político-cultural de artistas que en el año 2006 “ocupó” la Estación con la política de recuperar el espacio público para la promoción social y cultural (Marsonet & Salomone, 2011).

Estas prácticas se fundamentaron en los planes de renovación urbana y “reciclado” que el municipio tiene para el área de tales terrenos públicos. De este modo, como podemos observar, en Mendoza también se torna diferencial el derecho a la ciudad (Lentini & Palero, 2008).

Simultáneamente, se están invirtiendo millones de pesos en el desarrollo de grandes proyectos estatales en estos terrenos: el Parque Central, la Nave Cultural, el Centro Cultural Universitario, la expansión de la Calle Godoy Cruz, etc. Cabe destacar la proyección de la construcción de 1.400 viviendas para clases media y media-alta en formato de dúplex y propiedad horizontal a través del plan nacional Procrear, en el mismo terreno de donde fueron expulsadas las familias del Costa Esperanza en el 2005 (Derhun, 2012, 30 de noviembre).

Todas estas intervenciones estatales en la zona no se han visto acompañadas por ningún tipo de políticas de contención o ayuda para los habitantes antiguos, con características sociales más populares, lo que puede determinar un proceso de desalojo indirecto de los mismos a causa de la presión del alza de precios para la vida cotidiana y los alquileres en la zona.

A partir de estas consideraciones se está estableciendo un debate académico entorno a un posible proceso de gentrificación en la zona liderado por el Estado, esto es, un proceso mediante el cual son expulsados directa o indirectamente habitantes de clases media-baja y baja, y son atraídos a su vez nuevos habitantes de clases más pudientes, reconfigurando completamente las características sociales de la zona, y haciéndola más atractiva para el capital inmobiliario y los usos elitistas y turísticos.

Este rol activo del Estado, también se hace visible en lo que respecta a la seguridad. El Estado Provincial y los municipios del AMM, han propuesto una intervención cada vez más omnipresente de las fuerzas y los dispositivos de seguridad en las zonas céntricas y de interés turístico. Cámaras de videovigilancia y uniformados pueden ser encontrados casi en todas las esquinas de la Ciudad de Mendoza, en un intento de producir un espacio público intensamente controlado, simulando los espacios semipúblicos de los centros comerciales, íconos del neoliberalismo.

Curiosamente, el municipio de la Ciudad de Mendoza junto con organizaciones comerciales ha anunciado una iniciativa para posicionar al centro de la ciudad como un shopping a cielo abierto, trasladando ya explícitamente una de las características simbólicas por excelencia del neoliberalismo a la ciudad (2013, 06 de mayo).

Derecho a la ciudad ¿para quiénes? Turismo de alta gama y segregación social

En el contexto del neoliberalismo global, donde el turismo se constituye en uno de los sectores estratégicos del desarrollo económico, Mendoza se posiciona como destino turístico internacional promovido por el accionar político a nivel nacional, provincial y municipal.

Asociado a la industria vitivinícola, tanto como a los paisajes cordilleranos y a los eventos culturales, siguiendo la tendencia nacional y mundial de promoción turística, en la última década el turismo registra un importante crecimiento en Mendoza. Nuevas plazas de alojamiento y servicios asociados (turismo aventura, turismo religioso, turismo de compras, turismo de ferias y congresos, turismo de ferias y tradición, ecoturismo, turismo cultural, nieve y ski, turismo naturaleza, termalismo y salud, turismo rural, vino y vendimia) acompañan el creciente tránsito de visitantes por la provincia.

Con excepción del año 2009, el ingreso de turistas a la provincia ascendió porcentualmente entre los años 2002 y 2010. Esto representa un crecimiento del 77%, lo que significa una tasa promedio anual del 6% (Red de Observatorios de Cuyo 2011:32).

Si bien la incorporación del turismo como asunto público no es una cuestión reciente, en el período argentino de postconvertibilidad pasa a constituirse en política de Estado para impulsar la acumulación de capital a través de este sector. Al respecto el Estado operó promulgando una nueva ley de turismo, jerarquizó el ente nacional de turismo, elaboró y ejecuta un Plan Federal en la materia, reordenó los feriados nacionales y días no laborables, generó líneas de créditos en bancos nacionales, etc. (Icaza, Nuñez & Vanevic, 2012).

En sintonía con estas transformaciones en materia de turismo y cultura, el Estado Provincial orienta su política en procura de lineamientos como los redactados en el Plan Estratégico, que se propone como visión “Consolidar a Mendoza, como un polo cultural de trascendencia internacional, que asuma la diversidad y aporte a la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas” (Gobierno de Mendoza, Ministerio de Turismo y Cultura, 2005:22). En este sentido, como objetivos se plantea: la inserción internacional de la cultura y fomento a la cooperación cultural internacional; emprendimientos culturales para los nuevos escenarios; la investigación y preservación del patrimonio tangible e intangible como forma de proyectar la identidad regional como atracción turística; la gestión e infraestructura para el desarrollo sustentable de un polo turístico-cultural (Ídem, 25-27) que incluye el reciclado de espacios y la refuncionalización de lugares, así como el trabajo en la zonificación de espacios urbanos según estándares internacionales (Ibídem, 88).

De acuerdo a estos lineamientos, para posicionar a Mendoza como un destino turístico internacional se comprueba una política activa de atracción de grandes eventos culturales (Copa América, Eliminatorias del Mundial, recitales de grandes artistas promocionados por el Estado Provincial, etc.); así como la promoción de la misma a través de numerosos slogans que la presentan como un lugar prometedor, confortable, seguro, bonito e higiénico.

En relación a esto último podemos mencionar: “Mendoza, la ciudad más limpia del país”, “Mendoza, ciudad universitaria”; en relación a la industria vitivinícola “Mendoza, tierra del sol y del buen vino” y “Mendoza, Capital Internacional del Vino”. Así también “Mendoza Maravillosa”, por su postulación como una de las 7 ciudades maravillosas del mundo. Otro slogan es “Provincia de Mendoza, nada más alto” como imagen de la marca “Mendoza” que, haciendo conceptualmente alusión al Cerro Aconcagua, ícono por su altura, busca incluir en un diseño único e integrado a todos los sectores del turismo como imagen que sintetice los valores de la provincia. Para finalizar también cabe referir a “Mendoza, ciudad del Mercosur” o “mercociudad”, por encontrarse geográficamente ubicada en una de las rutas comerciales más utilizadas en el intercambio bioceánico.

En cuanto a los actores privados involucrados en el sector turístico, el servicio de alojamiento, siguiendo la creciente demanda, registra en la provincia un destacable aumento de la oferta de plazas y establecimientos turísticos prestadores de alojamiento. De este modo, de ser 339 los establecimientos oferentes de servicios turísticos en el año 2002, en el año 2010 la provincia ofreció los servicios comprendidos en 725 establecimientos. En términos de cantidad de establecimientos esto representa un crecimiento del 113% de la oferta, entre los años 2002 y 2010, y una tasa de crecimiento medio anual que en este período supera el 8%” (Red de Observatorios de Cuyo 2011:29).

En el marco de este modelo que se imprime en la ciudad, al crecimiento en términos de cantidad de establecimientos, se suma un crecimiento en relación a las modalidades ofrecidas en Mendoza. Entre ellas propias del neoliberalismo encontramos las denominadas de “alta gama”, que se localizan en pleno centro de la ciudad en el servicio hotelero de categoría 4 o 5 estrellas prestado por los hoteles: Intercontinental, Sheraton Mendoza, Diplomatic, Executive Hotel Park Suites, el Park Hyatt Mendoza y Huentala Hotel Boutique, entre otros, los cuales forman parte de cadenas hoteleras internacionales.

Otra alternativa es la propuesta por las “bodegas boutique” en las afuera de la ciudad que además de ofrecer al turista el recorrido por las instalaciones de la bodega, la degustación de variados vinos y la exposición y venta directamente de los mismos, ofrecen a los visitantes alojamiento y/o gastronomía tradicional o gourmet, spa, exposición y venta de obras de arte y espectáculos en vivo. Conectando estas ofertas se encuentra el programa provincial denominado “Caminos del vino” que traza las rutas o circuitos (Valle de Uco, Luján de Cuyo, Guaymallén y Godoy Cruz, y Maipú) en los que se sitúan las bodegas que se pueden visitar.

De este modo, como se evidencia, el Estado crea las condiciones para el desarrollo del turismo realizando acciones de marketing y publicidad de ciertos destinos que presenta como diferenciales y que en el marco de este modelo aumentan su competitividad y la capacidad de captar renta de estas empresas. En otros términos “son los ciudadanos con sus aportes quienes financian las campañas publicitarias que irán a beneficiar al capital más concentrado” (Icaza, Nuñez & Vanevic, 2012:7).

Por otra parte, la otra cara del neoliberalismo que se expresa en Argentina es un escenario de grandes desigualdades socioeconómicas que mantienen correlación con la segregación residencial y social (Rodríguez Merkel, s/f). Esta configuración territorial, que establece una relación diferencial en el acceso a los servicios de agua, transporte, salud, educación, etc. se profundiza en el marco de la ciudad neoliberal que busca hacer de los espacios urbanos lugares exclusivos para los grupos sociales más pudientes de la sociedad y turistas visitantes; al mismo tiempo expulsa mediante políticas jurídicas (decretos, ordenanzas, códigos, etc.), económicas y simbólicas a los grupos sociales de menores recursos.

En Mendoza identificamos algunas intervenciones promovidas entre otros por el municipio de la Ciudad de Mendoza, que expulsan a los sectores pobres que residen y/o mantienen su fuente de trabajo informal en las calles de la ciudad. Entre ellas podemos mencionar las intervenciones realizadas para sacar de las esquinas céntricas a los denominados “limpiavidrios” que desempeñan esta modalidad laboral a partir de la crisis argentina de 2001.

El municipio de la Ciudad de Mendoza decretó por medio de una ordenanza la prohibición en el ámbito de su jurisdicción de la actividad que denominó “limpiavidrio de vehículos” o de “cualquier otro uso que obstaculice el tránsito de las calles, avenidas y/o arterias de circulación de vehículos en zonas urbanas”, lo cual incluye también en esta medida a los artistas callejeros (Ordenanza n° 3587/04). A los mismos, el Estado los “ficha” e incluye como beneficiarios de un programa social según el cual a cambio de una beca-subsidio mínima, éstos deben retirarse de las esquinas, caso contrario, como indica la ordenanza, están expuestos a ser detenidos por la fuerza pública.

Quienes también deben abandonar la vía pública son los vendedores ambulantes y artesanos que debieron trasladarse a galpones o “ferias persas” cuya ubicación las designa el municipio en pos de “ordenar la ciudad”. En cumplimiento de la Ordenanza 2882/88 que prohíbe la venta callejera el municipio efectúa operativos policiales con el fin de expulsar a los trabajadores (Guillén, 2008, 07 de mayo).

Reflexiones finales

En el presente artículo se abordó la interrelación que existe entre el cambio del modelo económico, la reconfiguración del espacio urbano y algunas transformaciones socio-culturales que se manifiestan en nuevas prácticas sociales, económicas y políticas que son expresión de lo que podríamos denominar la ciudad neoliberal.

Hemos propuesto un análisis inicial y exploratorio sobre las transformaciones urbanas que se han dado en el AMM en las últimas décadas, pensando fenómenos y características locales en relación con los lineamientos de la globalización neoliberal.

Podemos afirmar que en el AMM se han desarrollado ampliamente características propias del urbanismo neoliberal tales como conformación espacial en archipiélagos económicos, formación de circuitos sociales y económicos transnacionales, polarización social, exclusión y segregación, obsesión por la seguridad, entre otras.

En el AMM estas transformaciones se hacen evidentes en el liderazgo de los actores privados como promotores de políticas urbanas y planificadores de la ciudad. Esto ha llevado al establecimiento de la lógica de la ganancia como principio hegemónico de la planificación urbana: barrios privados, baldíos urbanos, renovación urbana orientada al turismo, etc., se presentan como las configuraciones territoriales por excelencia, en un intento de utilizar la ciudad como escenario para la reproducción del capital.

Por otra parte, el Estado provincial lleva adelante políticas de favorecimiento y atracción de capital y de ciertos sectores de la población hacia la ciudad mediante acciones como el marketing y la publicidad de determinadas zonas residenciales y destinos turísticos, operando simultáneamente con políticas expulsivas de los sectores populares de la sociedad mediante el desalojo y relocalización de los mismos, así como con programas disfrazados de “inserción socio-laboral” que persiguen hacer del derecho a la ciudad una exclusividad.

Como planteamos en la introducción, la lógica capitalista ha penetrado en distintas dimensiones sociales que antes estaban fuera de la misma. Para el caso del AMM se observa una importante penetración de esta lógica en las esferas de políticas públicas relacionadas con el desarrollo urbano.

Esta nueva imagen urbana, correlato espacial del neoliberalismo, se sustenta en un combo de representaciones simbólicas que privilegian determinados parámetros de estética, estatus, seguridad, higiene, comodidad, homogeneidad social, etc. y por tanto rechaza la ciudad plural, que pueda parecer deteriorada y amenazante. Estas percepciones del espacio son a nuestro entender fuertes promotoras de una segregación residencial socio-económica y fragmentación social delimitada por fronteras materiales y simbólicas (marcas, discursos, seguridad, cercas, muros) que agudizan la polarización social en el AMM.

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