La nueva actitud de resistencia por soldados afroamericanos durante la Segunda Guerra Mundial

A new attitude of resistance by African American soldiers during World War II

Resumen

El principal objetivo de este ensayo es describir la nueva actitud de resistencia expresada en soldados de color que se comienza a evidenciar frente a situaciones discriminatorias ya fuese en el campo de batalla, en el lugar que estaban estacionados o en su país, también busca categorizar las emociones que predominaron al momento de hacer su servicio militar. Este trabajo investigativo buscó encontrar instancias donde quedase en clara evidencia esta actitud y aquellos que tuvieron una más pasiva; poder analizar qué actitud predominó en los soldados utilizados como sujetos del presente trabajo; es claro al analizar las fuentes utilizadas que la Segunda Guerra Mundial trajo consigo con fuerza una nueva actitud de resistencia, quedando demostrado en la forma que respondieron a insultos, instancia que significa algún tipo de humillación o injusticia.

En lo que se refiere a emociones, se pudo concluir que muchos soldados vivieron ese período de sus vidas con mucha frustración, pero también mucha valoración de lo que lograron.

Summary

The main objective of this essay is to describe the new attitude of resistance expressed by colored soldiers, the attitude can be seen when facing discriminatory situations whether it was on the battlefield, place they were stationed or their home country; other of this essay’s objective is to categorize the emotions reigning at the moment they were doing their military service. This research aimed to find moments in which this new attitude became clear or to see those who had a more passive one; that way we can analyze which attitude reign in the soldiers used as subjects of this investigations; it became clear, once analyzing the source, that during World War II brought with it a new attitude of resistance, it became clear by the way they responded to insults, moments that meant some type of humiliation or injustice.

When it came to emotions, it could be concluded that many soldiers lived that periods of their lives with a lot of frustration, but it also brought a new appreciation of their accomplishments.

Palabras claves

Actitud – Segunda Guerra Mundial – Emociones

Keywords

Attitude – World War II – Emotions

Introducción

Estudios respecto a las relaciones sociales entre pares blancos y afroamericanos no es algo innovador; ensayos sobre la época de esclavitud, sobre los jóvenes en la cárcel e incontables trabajos respecto al aporte de Martin Luther King Jr., claro que el aporte de cada uno ha sido valioso para lograr concientizar a la población sobre injusticias, discriminaciones y faltas de oportunidades, que de otra forma se veían desplazadas. Aun así, creo que ha faltado profundizar en la actitud de un sector de la población afroamericana: veteranos de guerra.

Se cree que el Doctor King fue el pionero en organizar gente y oponer resistencia a las injusticias diarias que vivía la población negra, los veteranos de guerra supieron oponer resistencia desde mucho antes y lograron hacerse escuchar de distintas formas en diversos momentos de sus vidas.

Como fuente principal se trabajará con 10 relatos orales, compuesto por una mujer y 10 hombres, quienes trabajaron en distintas ramas del Ejército y distintas partes del mundo, se pretende en este artículo encontrar momentos en la vida militar de cada uno de ellos, específicamente durante la Segunda Guerra Mundial, en los que se pueda identificar esta denominada actitud de resistencia, ya fuese en grande o pequeña escala. Se trabaja con una metodología etnográfica-cualitativa, pero se apoyará menormente en la metodología cuantitativa para obtener resultados numéricamente medibles. Junto con esto, estos relatos deberían proveernos una mirada única a las emociones de aquellos soldados que se vieron luchando en dos frentes, por lo que nos apoyaremos en la historia de las emociones para poder analizar estas y proporcionar una mirada cuantitativa a cuáles predominaban en estos relatos.

Al final de este ensayo, se debería tener conclusiones claras respecto a las instancias en que la actitud de resistencia se hace evidente en los relatos seleccionados para ser parte de este estudio, así como también analizar emociones de sujetos que contribuyeron a su manera a la integración más completa de la población afroamericana a la milicia e iniciaron la pavimentación del camino que llevaría al Movimiento de los Derechos Civiles.

El comienzo de una nueva actitud

Si bien este ensayo se basa en su vasta mayoría en el período de la Segunda Guerra Mundial, no se puedan dejar de lado antecedentes que nos llevan a reconocer indicios de la mentalidad de resistencia durante la Primera Guerra Mundial. No en la misma intensidad y existe una falta de organización dentro de la población afroamericana que sí se encuentra en esta segunda instancia, estos indicios nos demuestran que ya se estaba formando esta actitud, además de coincidir con la fundación de las instituciones más importantes en términos de exposición de injusticias con las que lidian la gente de color, así como proveer asistencia judicial o exigir justicia ante veteranos o gente de color acusados injustamente -véase al caso de veterano Charles Lewis1 (Chad, 2007), entre otras funciones de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People).

El indicio más claro del nacimiento de esta actitud de resistencia fueron los incidentes ocurridos durante lo que es conocido como el Verano Rojo. El año 1919 fue el fin de la guerra, pero para un sector no significó volver a un país que les fuese a reconocer el sacrificio de ir a servir a la guerra, sino que ocurrió todo lo contrario. El activista y uno de los fundadores de la NAACP y reconocido erudito de Harvard, W.E.B Du Bois, fue impulsado por su amor por la sociología y visitó lugares en los que fueron llamados a servicio, conoció a soldados y fue testigo de los eventos ocurridos al volver a Estados Unidos, su análisis enmarca el sentimiento de estos jóvenes que habían regresado con la esperanza de que comenzara una nueva etapa de relaciones sociales con sus pares blancos, poder tener más beneficios en términos de vivienda y trabajo, lamentablemente fue otro el regreso:

“¡Estamos regresando de la guerra! La Crisis y miles de hombres negros fueron llamados a una gran lucha. Por una Francia que sangraba y lo que ella significa y significó para nosotros y la humanidad y contra la amenaza de la ignorancia racial Alemana, peleamos con gusto y hasta la última gota de sangre; por Estados Unidos y sus ideales más altos, peleamos con una esperanza remota; por la oligarquía dominante Sureña atrincherada en Washington, peleamos con amarga resignación, por un Estados Unidos que representa y alardea de sus linchamientos, que quita derechos, de su casta, de la brutalidad y demoniacos insultos- por esto, en el desajuste con odio y la mezcla de cosas, también fuimos forzados por un destino vengativo a pelear.
¡Pero hoy regresamos! Regresamos de la esclavitud de uniforme el cual la locura del mundo nos exigió vistiéramos, a la libertad del vestuario civil.
Cantamos: Este país nuestro, a pesar de lo que todas sus mejores almas han hecho y soñado, es aún una tierra vergonzosa.
Ella lincha.
Y linchar es barbarismo de un grado de espanto desagradable sin comparación en la historia humana. Aun así, por cincuenta años hemos linchado a dos negros por semana y mantenido esto durante la guerra.
Quita derechos a sus propios ciudadanos.
Esto es el hurto y robo deliberado de la única protección que los pobres tienen contra los ricos y los negros contra los blancos. La tierra que quita derecho a sus ciudadanos y se hace llamar una democracia miente, y sabe que miente.
Alienta la ignorancia.
Jamás ha intentado educar al negro. Una minoría dominante no quiere Negros educados. Quiere sirvientes, perros, zorras y monos.
Nos roba.
Organiza la Industria para que nos engañe. Nos engañan fuera de nuestras tierras, nos engañan con nuestro trabajo. Confisca nuestros ahorros. Reduce nuestros salarios. Aumenta nuestra renta. Nos roba nuestras ganancias. Nos cobra impuesto sin representación. Nos mantiene constantemente y universalmente pobres, y luego nos alimentan con caridad y se burla de nuestra pobreza.
Nos insulta.
Ha organizado una propaganda a nivel nacional y últimamente a nivel mundial de deliberado y continuo insulto y difamación de la sangre negra cada vez que la encuentran. Decreta que no será posible, viajen o residan, trabaje o juegue, con o sin educación, que un negro exista sin el conocimiento tácito o abierto de su inferioridad al perro más sucio blanco.
¡Este es el país al que nosotros soldados regresamos, esta es la patria por la que peleamos! Pero si es nuestra. Los defectos de nuestro país son nuestros defectos. Bajo circunstancias similares, pelearíamos de nuevo. Pero por Dios, somos cobardes e idiotas si ahora que la guerra acabó, no ordenamos cada onza de nuestro cerebro y fuerza física para pelear una batalla más firme, larga y que no se doblegara, contra las fuerzas del infierno en nuestra tierra.
Regresamos de pelear.
Regresamos peleando.
¡Hagan camino para la democracia! La salvamos en Francia, y por el gran Jehová, la salvaremos en los Estados Unidos de América, o sepan la razón porqué”
(Burghart Du Bois, 1919).

“Regresamos peleando”, eso es un indicativo de la actitud que se estaba formando y que el verano de 1919 sacó a la luz de una forma distintiva. La escasa pero creciente ganancia de ciertas familias de color con el trabajo del algodón les trajo conflictos con sus pares negros que cada vez escalaban en violencia, uno de los sucesos más emblemático fue el de Joe Ruffin (McWhirter, 2011). Este sujeto iba camino a la Iglesia cuando vio a dos policías en una discusión agitada con un amigo por lo que decidió bajarse de su auto; trató de hablar con estos policías que acusaban a su amigo de contrabandear mercancía, sin querer contradecirlos les propuso que liberaran a su amigo bajo su responsabilidad a lo que los policías respondieron que lo harían pero por cierta cantidad que no llevaba con él en ese momento; en su desesperación intenta liberar a su amigo pero el policía lo golpea con una pistola, los eventos que siguieron son confusos, lo que se sabe es que uno de los uniformados terminó muerto, según el reporte, uno de los hijos de Joe que lo acompañaba sería el culpable. Sabiendo que aquel incidente no terminaría bien para ellos, escapa a la granja de un blanco que sabía lo ayudaría. Lamentablemente la comunidad blanca no iba a dejar ir un incidente así y fue en búsqueda de él y sus hijos, quiénes al ser encontrados fueron golpeados hasta morir. Por su seguridad tuvo que ser trasladado a otro estado, pero se quedó sin nada y los linchamientos de personas de color no terminaron ahí y los casos registrados que afectaron solo a veteranos de guerra llegaron a 10. Acusaciones de violaciones, de robo, eran comunes para jóvenes negros, pero no se rindieron; en las poblaciones comenzaron a organizarse en caso de generarse incidente, comenzaron a optar por armarse para parecer más intimidantes y dar cierto cese a la ola de ataques que los estaba afectando.

Pero este verano sangriento es solo un antecedente del comienzo de esta actitud de resistencia; un acontecimiento interesante es el de un soldado de color (Chad, 2007) que se encontraba en la barraca de oficiales esperando hacer una llamada ya que su batallón necesitaba provisiones, en el momento que está haciendo la llamada escucha a un oficial blanco preguntar si los “coon” (término peyorativo para referirse a la gente de color, viene del inglés “baracoons” en referencia a los barracones en los que los esclavos llegaban a América), cuando este oficial se percata de la presencia del soldado dice que no quiso ofender pero este último responde con la mirada fija que ambos saben que no es así. Paul Fitton comporta esta actitud de resistencia al hacer la siguiente reflexión:

“¿Será ese un sorbete que está mostrando que dirección tomará al viento para el Negro? También me ha llamado la atención que el Ku Klux Klan mandó a hacer nuevas túnicas, están puliendo sus rifles, y se están preparando para sus próximas “salidas” nocturnas, ¿Por qué? ¿Es porque el soldado que regresa, recién con derecho a votar por la guerra, pueden reclamar ser parte de esta democracia por la que pelearon y por la que muchos pudieron haber muerto? No estamos pidiendo favores. Estamos exigiendo nuestros derechos. Si los intolerantes cuentan con que nos seguirán relegando a la puerta trasera de las posadas, sombrero en mano, tendrán que reconocer su derrota. Si ese moderno Ku Klux Klan cree que los veteranos trabajadores, honestos; siguen siendo los mismos tímidos, ceñidos en miedos, tendrán que pensar de nuevo” (Milkensen, 2007 p. 95).

No es difícil no detectar una actitud desafiante en las palabras de este soldado, estando dispuesto a llegar a la violencia con agentes amenazantes como el Ku Klux Klan, siendo tajantes en lo que esperan que su país le entregue después de haber arriesgado su vida en la guerra.

Esta actitud de resistencia iba en crecimiento y sus pares blancos también eran capaces de notarlo, tal como lo dice el reverendo W.S Spencer en su columna para el diario The Brooklyn Standard:

“Ayudamos a llevar la Democracia a Francia. En el viaje de regreso a casa los Oficiales Negros no tenían permitido comer en el mismo lugar que el resto de los oficiales en su mismo regimiento. En otras partes del Sur el Ku Klux Klan se está reorganizando. Predigo que cuando, una vez que se veían cuantos son después de unas marchas contempladas, muchos disfrutarán el sueño que no despierta temprano. No creo que los hombres que regresaron a casa conmigo estén buscando problema en alguna parte. Pero sí creo que nunca más se rendirán sin lucha, o someterán a las indignidades que han sufrido desde el nacimiento. Tenemos un país y tenemos una bandera. Buscamos bajo la bandera que llevamos para vivir en paz. Y vamos a obtener justicia bajo esta bandera o pagar el precio que exija la justicia. Bajo Dios la ley de linchamiento debe cesar” (Milkensen, 2007 p. 196).

“Nunca más se rendirán sin lucha”, es lo que dice el reverendo y es lo que deja en claro que la actitud pacífica con la que había estado actuando la población negra hasta ese momento había llegado el momento de comenzar a exigir los derechos que les correspondían como ciudadanos legales americanos igual que el resto. En términos de gran escala, el período después de la Primera Guerra Mundial no significó los cambios que esperaban, pero sí hubo un despertar que no había ocurrido antes, comenzó a generarse una actitud, como se ve en los relatos expuestos previamente, de hablar más fuerte, de no agachar la cabeza frente a situaciones hostiles. Tuvieron que lidiar con linchamientos, problemas para encontrar viviendas, trabajos que significaran un exceso físico y una paga significativamente baja, una organización de odio que buscaba hacerles daño, pero siguieron con la convicción que la situación social tenía que cambiar y dependía de ellos hacer que cambiara.

Demostrando determinación

El ataque a Pearl Harbor obligó a Estados Unidos a requerir más hombres en batalla por lo que se llamó a reportarse a todo hombre con la edad requerida. Pero la comunidad afroamericana ya había demostrado indicios de esta denominada actitud de resistencia y no estaba dispuesta a poner en riesgo su vida nuevamente sin tener garantías; el ejemplo claro de esto es la denominada campaña “double v”, incitada por las reflexiones expresadas por un empleado de cafetería en una carta dirigida al diario The Pittsburgh Courier, en 1942:

“El signo de la V por victoria está expuesto prominentemente en todos los países seudo-democráticos quiénes están peleando por ganar sobre la agresión, esclavitud y tiranía. Si este signo V significa eso para aquellos envueltos en este gran conflicto, entonces permítannos a nosotros, la gente de color, adoptar el signo de doble VV por una doble victoria. La primera V por la victoria sobre nuestros enemigos fuera y la segunda V por la victoria sobre nuestros enemigos dentro. De seguro, aquellos que perpetúan estos horribles prejuicios aquí buscan destruir nuestra democrática forma de gobierno al igual que las fuerzas extranjeras”.

Esta campaña demandaba que el Ejército le diera la oportunidad a soldados negros de obtener más opciones a promociones así como también a puestos más altos dentro de este, acceso a mejores viviendas, pero el aspecto que les interesaba por sobre todo era el derecho a ciudadanía total, es decir, a votar a poder sin discriminación (en los estados sureños era común la práctica de no permitir que votara la gente de color, simplemente no les aceptaban sus papeles o exigían requisitos exagerados como el empleo que debían tener), así como poder servir de jurado. La campaña se masificó en semanas y resonó con la gente que salió a las calles e hizo que esas peticiones llegasen a más gente, con afiches que expresaban la simbología de una victoria tanto en casa como en extranjero para la comunidad (Piggott, 2013).

Figura 1.
Fuente: Piggott, 2013.

Faltarían años para que las peticiones de esta campaña se materializaran, recién en 1965 pudieron votar sin discriminación, pero esta campaña demostró un mejor poder organizativo dentro de la comunidad, aumentando significativamente el número de personas que salían a calles, los diarios exclusivos de causa afroamericana, y las formas de resistencias eran cada más comunes y diversas, así se puede apreciar en los siguientes testimonios recopilados por el Centro Alemán para Estudios Americanos.

Estacionado en Alemania durante la Segunda Mundial, Milton Johnson, (AACVR, 2009) mantuvo un bajo perfil durante su entrenamiento, con el resto de su batallón y sus compañeros blancos no existieron problemas de convivencia, de hecho, relata que existían conversaciones respecto al tema racial, pero al terminar la jornada, todos seguían caminos distintos. Si nos referimos a una actitud de resistencia, esta queda en evidencia cuando él, al enamorarse de una mujer local, quiere contraer matrimonio, pero el capellán de su unidad no era partidario de una unión mixta a lo que el soldado respondió con templanza: “No me importa en lo que usted crea señor, tengo mi permiso aquí y si no quiere casarme, está bien, yo no quiero que lo haga”. Acudió a otro capellán que realizó sin problemas la ceremonia.

Luego que su unidad viera los horrores de un campo de concentración en Buchenwald, León Bass (2009) vio su motivación por la guerra disminuida, optó por hacer uso del Proyecto de Veterano e ir a la Universidad gratis una vez de regreso en Estados Unidos, institución que no le permitió tener compañero de cuarto, además tuvo que volver a una sociedad que continuaba con la segregación pero lo que había visto en la guerra, además de una actitud de resistencia, no iba a seguir permitiendo estos actos hacia su persona, tal como queda revelado en su relato: “Fui al teatro y le entregué mi entrada al acomodador y saben qué hizo? Me apuntó hacia unos escalones que iban a un balcón. Él me estaba diciendo que no era lo suficientemente bueno como para sentarme en el piso principal y él no debió hacer eso, claro que no. Pasé al lado de él directo hacía la sala y me senté en el medio en el piso principal”. Sintió un enorme alivio al no encontrar a la policía afuera pero ese día lo motivó para seguir a líderes como Rosa Parks.

No era común encontrar tenientes de color, pero Harold Montgomery (Morehouse 1988) logró obtener la posición de Primer de Teniente luego que, por razones económicas, decidiera volver enlistarse en el Ejército en 1944, le encargaron una unidad que fue enviada a Alemania donde su buen rendimiento le ganó el título ya mencionado. Terminó la Guerra, pero él decidió continuar con su carrea miliar de vuelta en país, en el Fuerte Braggs fue nombrado Oficial de Personal. Lamentablemente la incomodidad de los oficiales blancos sobre compartir mesa con sus pares de color se manifestó y hablaron en una reunión con el coronel, luego de escuchar a sus pares blancos se dirigió a él con lo siguiente: “Le diré una cosa coronel, antes que tome una decisión. Cuando estuve en el extranjero en combate, no había discriminación. La decisión que va a tomar ahora tiene que pensar muy bien antes de hacerla. Porque si toma la decisión equivocada voy a pelear contra Ud. con la misma determinación con la que peleé contra el enemigo en el campo de batalla. El mismo enemigo que trató de quitarme la vida, pelearé con la misma determinación contra Ud.”. Así fue como se decidió que los oficiales se sentarían según orden de llegada.

En casos extremos esta actitud de resistencia se vio reflejada en enfrentamientos físicos. Mientras estaban estacionados en una ciudad del estado de Bavaria, Alemania, una unidad mixta salió a un club local donde había mujeres locales quiénes no tuvieron problemas en bailar con los soldados de color, hecho que desagradó a 4 de sus pares blancos y uno de ellos arrojó una botella a una de estas parejas, para luego huir con su grupo. Enfurecidos un grupo de los soldados negros salieron detrás de ellos con su arma, el incidente terminaría con un soldado blanco muerto, heridos y orden de sentencia a muerte para los soldados de color por parte de la Corte Marcial (Ebony, 1946).

La unidad 370 de Infantería fue la primera unidad completa de color en ir al extranjero (Inglaterra, Italia). Uno de sus miembros, Evelyn Davison (WPCSWS, 23/04/2013), relata que estaban conscientes de la presión que tenían por rendir bien y cada vez que enfatizaban esto, él respondía: “Tenemos que tenerlo, lo tendremos”.

Fueron reconocidos por su trabajo al lograr recuperar ciudades tomadas por Alemania, además de ser enviados a Japón como apoyo a la Marina, que solo era pedido a unidades consideradas excepcionales. Esto no significó la bienvenida más cálida en casa; mientras hacían escala en Dallas para ir a Nueva York, decidieron ir a comer y relata lo que ocurrió:

“Llegamos al restaurante para entrar e ir a comer, yo estaba al final, el tipo dijo: No puedes entrar aquí y yo dije: ¿Porque no? Él dijo: No le servimos a gente de color” y yo le respondí: Bueno, si no me sirve, ellos no comen. Él dice: No, ellos pueden comer y yo dije: No, no pueden. El tipo respondió: ¿A qué se refiere que no pueden? Yo le respondí: Yo tengo el dinero, yo soy responsable de este batallón. Yo no como, ellos no comen. Llegaron los chicos y dijeron: ¿Qué pasa Sargento? Yo le dije: Él dice que yo no puedo comer aquí, y los chicos dijeron: Destrozaremos este lugar. Así el chico nos llevó atrás y puso esta gran pantalla al frente para que no se viera que yo estaba comiendo ahí” (WPCSWS, 23/04/2013).

Todos estos relatos nos han probado que la actitud de resistencia tuvo distintas formas de manifestarse, fuese verbal o lamentablemente física, los soldados ya no estaban soportando ser discriminados y la vida que les estaba ofreciendo su país, por esto mismo hubo otros veteranos que canalizaron esta actitud en distintas formas de activismo. El Americans Veterans Comitee logró juntar a cientos de soldados de Nueva York y Washington para marchar por terminar con las malas prácticas de empleadores, poder votar libremente. Uno de los soldados que marchó junto al AVC llamado Franklin Williams decidió convertirse en un hombre de leyes para poder proveer ayuda a compañeros veteranos. The United Negro and Allied Veterans juntaría por sobre 1000 miembros, muchos de la unidad 93 de Infantería (Jefferson, 2008), dedicó su trabajo a evitar que siguieran ocurriendo linchamientos, honrar el trabajo de aquellos que sirvieron. Miembros de esta organización, Charles Adams y Claude Walker tuvieron éxito dando la pelea en el Capitolio para poder conseguir un programa de salud de diez años para veteranos. Williams Thomas siendo parte de la Sociedad Médica en su ciudad de San Francisco, impartió junto a un grupo un programa de atención mental para aquellos veteranos que fueran atormentados por la guerra. Elder Thicks promovió la inclusión racial desde su posición de líder espiritual en la Iglesia Baptista. Otros veteranos optaron por la policía bipartidista como Nelson Peery quien optó al Partido Comunista.

Aaron Henry (Morrison K.C., 2015) al volver y ser consciente de la realidad del sujeto de color se unió a la NAACP y trabajó mayormente en Mississippi, para lograr el derecho a voto, concientizar a la gente, acabar con la segregación en lugares públicos, marchar y alzar la voz como comunidad. Sería uno de los primeros en lograr las victorias más grandes convirtiéndose en Congresista en el año 1964. Edward Brooks (The Washington Post, 03/01/2015) dejó la prestigiosa Universidad de Harvard cuando fue llamado al ejército, fue capitán de la unidad 366 de Infantería en Italia. Volvió a terminar sus estudios de leyes, pero ahora lo haría en la Universidad de Boston de donde se graduaría en 1949. A pesar del empeño por difamarlo, logró ser elegido Fiscal General donde se hizo una carrera como un hombre justo; su sed por ayuda a su comunidad lo llevó a ser candidato al Senado con una propuesta de mayores beneficios para veteranos además de mejoras sociales para afroamericanos, marcó historia siendo el primer afroamericano en ser elegido Senador por voto popular.

Los testimonios expuestos, las historias conocidas nos demuestran que el soldado afroamericano regresó con una actitud de resistencia. Ya fuese ayudando en el área de salud, legal o en cargos públicos, demostraron resistencia y dieron el pie para un movimiento que se transformaría en uno de mayor relevancia para la historia afroamericana y todo partió con organizaciones como la AVC, la UNAV, por el trabajo incansable de la NAACP que recibió a cientos de soldados en sus listas, Aaron Henry siendo solo uno de ellos.

Testimonios de cambio

La primera parte de ensayo nos relata los indicios de lo la actitud de resistencia, la segunda parte nos da ejemplos concretos de cómo se consolidó esta actitud y como se fue expresando en distintas formas. Dije al comienzo que trabajaría con 20 relatos de soldados afroamericanos utilizando una metodología etnográfica-cualitativa, así como la metodología cuantitativa para analizar en cuantos relatos es posible encontrar una manifestación de la actitud de resistencia, tal como para poder identificar qué emociones eran las más manifestadas en estos relatos; reduciéndolas trae un análisis previo a templanza, valoración, frustración y resignación.

Uno de los sujetos que más tiempo dedicó al ejército y que por lo mismo vivió todos los cambios que fueron ocurriendo dentro de este, desde Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam; Julius Becton Jr, vio en el ejército una oportunidad para hacer una vida decente y llegó en 1945 donde primero fue enviado a Morotai para ayudar en la batalla que había comenzado en 1944 donde Estados Unidos quería esa isla cerca de Filipinas para obtener ventaja sobre los japoneses quiénes se rehusaban a liberar a este país. La unidad a la que se unió era la 93 de Infantería, completamente de color (excepto por los oficiales de mayor rango) y donde llegó a ser el Teniente de Regimiento más joven. Este soldado probó su valor al trabajar de igual con la otra unidad enviada a Morotai en 1945 después de la guerra, que estaba compuesta por soldados blancos, el soldado recuerda estos años así:

“Como el teniente más joven, fui seleccionado para grandes trabajos, ir a las colinas y ver si había japoneses, los encontramos porque nos dispararon, la orden del comandante fue dejarlos ahí para hacerlos pasar hambre y lo hicimos. Al mismo tiempo estábamos las dos unidades menos compatibles. Como oficial, me tocaba andar recorriendo la isla con una oficial de la otra unidad blanca viendo que no hubiera cosas inapropiadas ocurriendo, peleas. Ese fue mi trabajo hasta que la unidad se desintegró” (Veteran History Proyect, 2001).

Se aprecia que el tema racial para él no era algo primordial, sino rendir bien en su unidad para poder proveer para su familia que crecía. Esto se repite en su experiencia en la guerra de Corea cuando el comandante de la compañía enviaba a su batallón a combate como el principal batallón porque “sabía que lo que él me pidiera que hiciera, lo haría” (Veteran History Proyect, 2017). No hay una emoción de resistencia sino de probarse en términos de logros dentro del Ejército como lo hizo con la unidad con la que llegó a Corea donde fueron enviados en una misión de reconocimiento distinto debido a que los cuarteles principales no estaban tan seguros de como rendiría una unidad de color. No hay emoción de resistencia creciente que se pueda apreciar en su relato, sino más bien una resignación más pasiva en términos de resistencia, y más enfocada en hacer el trabajo en mano para poder mantener a su familia.

Una reacción distinta tuvo Pearl Mack Jr, quién desde un comienzo tuvo que soportar que lo trataran como un ciudadano de segunda clase. Cuando quiso enlistarse, tuvo problemas, cuando el Mayor a cargo de las inscripciones dejó claro que “no tenían una cuota para negros”, recién pudo hacerlo tres meses después de la declaración de guerra cuando ya era un hecho que necesitaría más gente. Luego de ser aceptado al campo de entrenamiento que había en Missouri, logró probarse en las tareas asignadas en apoyo logístico y llegó a ser Sargento, hasta fue recomendado para la escuela de Oficiales. Para este joven aquellas experiencias las resume así:

“Una vez en la escuela de entrenamiento en el Sur fue cuando me di cuenta de la segregación. Cuando quisimos entrar al Club de oficiales, un oficial del club venía con las manos levantadas, pensamos que nos saludaba, nos alentaba a entrar, pero vino a decirnos que no podíamos a entrar, que no era un club para oficiales de color. Nos fuimos, planeábamos qué hacer para vengarnos, pero cuando íbamos a tomar acción, el club ya había arreglado para permitirnos entrar, nos arreglaron una habitación para recreación, que era nuestro club” (Veteran History Poyect, 17/06/2002).

El hecho que no había permitido que una negativa cortara su intención de ingresar al ejército, que él y sus compañeros hayan tenido la intención de no quedarse tranquilos tras su impedimento al Club de Oficiales, habla de una actitud más arriesgada. Su emoción es de templanza frente a estas situaciones, pero liderado por una mentalidad de saber cuándo hay cosas que enmendar y de hacer algo al respecto, por eso intentan una represalia, pero se detienen cuando les permiten el acceso y por eso no hace nada contra el Mayor que lo insulta y le impide el ingreso; sabe que logrará igual su meta, algo que no se podía estar seguro si no fuese por un cambio de mente frente a complicaciones.

Quién también tenía algo que probar era el joven Walter Morris (Veteran History Proyect, 11/21/2002). De New Jersey, una ciudad donde sin segregación, le permitía crecer de una forma normal. El no tener un buen ingreso, lo llevó a inscribirse al Ejército que le aseguraba una mejor posibilidad económica en 1942. Fue enviado al Fuerte de entrenamiento Benning, donde su buena prueba de ingreso le permitió la función de encargarse de las formas que llenaban los postulantes que venían. Ahí es donde ingresa a la Escuela de Paracaídas, donde forma parte de la unidad de servicio, formada por soldados de color, especializada en resguardar la escuela, siendo asignado como Primer Sargento. Con el tiempo, se dio cuenta que la moral de sus compañeros estaba baja, debido a los bajos puestos que ocupaban y Morris inició la misión de subirla. Así fue el resultado:

“Cada día lo estudiantes blancos hacían el mismo entrenamiento: flexiones, saltar de plataformas, entre otros. Como guardias, los veíamos todos los días, así que conocíamos la rutina. Se me ocurrió que, si podía hacer que mis hombres lograran la misma rutina, entonces eso podía inspirarlos. Un día a las 4 de tarde, cuando se fueron los blancos, y traje a mis hombres y organizaron secciones de entrenamiento físico y los ejercicios de paracaidismo, todo en los mismos tiempos que los chicos blancos. Algo increíble pasó, a las dos semanas pude notar una mejora notable en su apariencia. Su ropa estaba impecable. Cuando les hablaban te miraban a los ojos. Empezaron a actuar como soldados más que sirvientes. Eso fue inspirador. Un día el General nos vio desde su ventana y me mandó a llamar para explicarle que había visto, cuando le expliqué dijo que íbamos a saber más de él luego. Como resultado, a 19 de nosotros nos seleccionaron para empezar las clases formalmente en la Escuela de Paracaidismo en 1944” (Veteran History Proyect, 11/21/2002).

Morris y sus hombres serían la primera unidad de color de la Compañía de Paracaidismo, prestando servicios en los distintos Fuertes de Estación del Ejército, como el Fuerte Bragg o el Pendleton.

Morris sabía lo que sus hombres podían rendir, solo tenían que superar el complejo de inferioridad que les había provocado la sociedad, y si hubo algo que cambió fue la actitud. Lograron ver lo mismo que veía Morris, su capacidad de ser iguales o mejores que sus pares blancos y lograron asumir una actitud de resistencia que los llevó a ser reconocidos por sus habilidades en el aire. Sus emociones cambiaron, tal como explicaba el soldado, ya no se sentían reemplazables o poco valorados, comenzaron a sentir fortaleza y más amor propio, a lo que ellos eran. Su nueva actitud, traducida en querer probar que ellos también poseían muchas capacidades valiosas, los llevó a quedar en la historia.

Charles Berry (Veteran Histoy Proyect, 29/11/2002) supo hacerse ver. Un día vio el letrero del Ejército pidiendo a los jóvenes que se les unieran y tomó la oportunidad para un mejor futuro en 1945. Acostumbrado a la segregación del Sur, no fue sorpresa tener que irse en el fondo del bus camino al Fuerte de entrenamiento, ni tampoco era escuchar que le dijeran “negro” pero lo que le sorprendió llegando a la estación en Honolulu, sus pares blancos les dijeran que no podían ir a cierto lugares, pero este tenía vigor y él y sus compañeros decidieron hacerse notar; relata que las peleas entre ambas unidades eran comunes, especialmente cuando los solados de color dormían en pobres condiciones mientras los soldados blancos tenían más comodidades en sus habitaciones. Entre sus misiones de reconocimiento en camionetas y observaciones, recuenta así las tensiones entre ambas unidades:

“Debo decir que hubo peleas, había tensión. Creo que nunca había escuchado tanto la palabra “negro”. No podía creerlo, nos decían donde podíamos o no podíamos entrar; un día que fuimos que un bar un Hawái, los caucásicos estaban por un lado y los negros por otro, mientras su grupo hacía una pirámide con las latas de cerveza, nosotros los observábamos hasta que nos miramos entre nosotros y comenzamos a tirar nuestras latas para derribar su pirámide; tan grande fue la pelea que ocurrió, que cuando regresé con mi mujer años después, apenas entrar la dueña me miró y dijo: ¡nada de peleas!” (Veteran Histoy Proyect, 29/11/2002.

En esta unidad, especialmente Berry, sabían que era normal que tuvieran que pasar por humillaciones mientras estaban peleando por el mismo país, por eso no se quedaron callados y las peleas fueron su forma de defenderse, también como lo fue el querer ganar a la unidad blanca en estas misiones. Es notorio el cambio de actitud, una vez que entendieron que tenían el mismo rol y valor que los blancos, decidieron responder de forma clara. La emoción de frustración al verse expuestos a estas situaciones es fuerte aquí, como también la rabia, pero también fueron inteligentes y decidieron demostrar en terreno que podían hacer.

A punto de casarse, Luther Hall (Veteran History Proyect, 28/01/2002) fue llamado a la Guerra después del ataque a Pearl Harbor en 1941. Fue enviado por el Ejército a Nápoles, Italia; en la división 92 donde llegó a ser Primer Sargento. Para evitar problemas de indisciplina y convivencia, tuvo la siguiente idea:

“Sabían lo que tenían que hacer, pero no estaban seguros sobre tener un soldado de color a cargo así que les dije: Si no trabajan conmigo, no les pagan. Así todos pudimos trabajar en conjunto la mayor parte del tiempo que estuvimos ahí” (Veteran History Proyect, 28/01/2002).

Hall no era el mejor portavoz de los problemas raciales dentro del Ejército, debido al miedo a ser despedido, pero supo ser líder y ocupar esa mentalidad de resistencia que se ha estado hablando y hacerse respetar de la forma que creyó funcionaría mejor. Por la mayor parte, poseía una emoción más de aceptación y resignación a lo que ocurría con los soldados de color, trataba de no meterse en problemas con sus superiores, como tampoco en su relato hay constancias de instancias en las que él haya hablado en contra del trato a afroamericanos.

Criado en una segregada Texas, Reby Cary (Veteran History Proyect, 27/02/2007) luchó por salir adelante y obtener su Doctorado cuando fue seleccionado por el ejército, pero debido a su experiencia con la segregación no quería ir a los campamentos en Mississippi donde los soldados de color no lo pasaban bien; así tomó otro curso de acción y fue de voluntario a la Guardia Costera, aprovechando la oportunidad de salir de Texas, y fue enviado a entrenar a Manhattan Beach, Nueva York. Lo que ocurrió en la escuela marcaría el resto de su estadía en el campamento:

“Una de las cosas que siempre recuerda, llegó el jefe queriendo que yo trabajara en la cocina, ven, antes de la guerra, durante la guerra en la Marina, era lo único que los negros podían hacer, pero me rehusé a trabajar en la cocina, le dije al jefe: Estoy trabajando en mi grado de Doctor, no voy a pelar papas y todas cosas. Pensé que me iba echar, volvió al día siguiente y me entregó el maletín de una radio, así fue como entré al equipo de radio, luego me enviaron a la escuela de radio en Nueva Jersey. Era solo el tercer afroamericano en entrar a la escuela y no era muy bueno en Matemáticas, así que trabajé extra para pasar los exámenes, teníamos exámenes todas las semanas y si reprobabas te enviaban de vuelta. Solo era el tercer afroamericano, no quería reprobar y me sostuve durante ese periodo. Algo debo haber hecho bien que me ascendieron a segunda clase con el tiempo, luego nos enviaron a Honolulu donde estábamos pendientes de cualquier acción enemiga. Nunca fue fácil para mí, hubo días en que me preguntaba porque lo hacía, si en Texas no podía ni entrar a un restaurant, tenía que volver a casa en un tren segregado” (Veteran History Proyect, 13/04/2002).

La frustración es una emoción presente en los cuestionamientos que se hace el protagonista en este relato, la petición de lealtad a un país que poco le entregaba a cambio; sin embargo, les pedía sacrificar sus vidas. También se puede apreciar una actitud más resistente, al no permitir que lo denigraran a un trabajo que no correspondía a la realidad de él; además es visible al querer luchar por continuar dejando en buen legado para los futuros estudiantes afroamericanos en la escuela de radio, no querer dar que hablar respecto a cómo rendían académicamente ellos. Son estas instancias en las que se nota un cambio de mentalidad, en esos momentos sale a luz lo que esta investigación busca encontrar.

Una actitud pasiva también la tuvo Harry Leavell (Veteran History Proyect, 23/04/2002). En 1943 dejó su natal Indiana para ser voluntario y entrar al entrenamiento de piloto. Logró ir a misiones a lugares como Guam y Enewetak. Era parte de un equipo que hacía reconocimiento básico de vuelo, además de ayudar a construir villas pequeñas en estos lugares lejanos. Para él el tema racial, si bien lo consideraba importante, no era motivo de arriesgar ser enviado a la Corte Marcial:

“Había sujetos, sabes, que intentaban entrar al Club de Oficiales, y les hacían Corte Marcial. Yo siempre me quedaba afuera; un día de descanso quisimos ir al cine con mi esposa y no quedaban asientos en el sector de color y no pude, perdí el valor y no hice nada. No era fácil, la mayor parte del tiempo no querían que tuvieras éxito y hacían lo que pudiera para evitarlo. Yo solo quería volar y era lo que intentaba hacer” (Veteran History Proyect, 23/04/2002).

Se dijo antes, una actitud de resistencia no era algo fácil de aceptar, muchos aspectos personales se interponían para intentar algo cercano a desafiar al estatus quo. En este, ver lo que ocurría a sus compañeros solo reforzaba su reticencia a actuar a favor de una equidad racial. Así la resignación se tornaba en una emoción predominante por miedo a perder el empleo, miedo a represalias dentro de su entrenamiento; esta emoción se puede notar en este relato, en las decisiones que tomó o no tomó, dan cuenta de una combinación de una actitud pasiva junto con una emoción temerosa que dictaba el actuar de este joven.

Estudiando arquitectura en Ohio, Robert Madison (Veteran History Proyect, 26/06/2002) vivía tranquilamente hasta que escuchó el anuncio del ataque a Pearl Harbor. Adelantándose a su seguro llamado, este joven decidió enlistarse en el Reserve Officer Training Corps, programa que ofrecen ciertas universidades donde entrenan a jóvenes para convertirse en Oficiales, pero también les ofrecen educación universitaria, todo a cambio de servir una vez que se gradúen. Ya inscrito en el programa, en el verano de 1943 fue llamado por el Ejército para servicio activo, así que tuvo que ir a campamento a Maryland para inducción y entrenamiento. Debido a la experiencia en el programa, fue ascendido a Private y tomó su experiencia universitaria para ayudar a los soldados más jóvenes que no sabían escribir o leer, a entender las cartas de sus seres queridos y poder responderlas; sabía que los oficiales blancos, no harían mucho para ayudarlos, pasó que él y otro puñado de soldados de color, comenzaron a tomar responsabilidad en ayudar a estos jóvenes. Lamentablemente, debido a una operación a sus amígdalas tuvo que ser cambiado de unidad a una unidad blanca. Luego de haber terminado exitosamente su entrenamiento, fue enviado a la escuela formal de Oficiales donde, fue ascendido a Segundo Teniente y enviado al primer batallón de la división 92 de Infantería que luego sería enviada a Suecia e Italia, encargada de ver los planes de seguimiento enemigo, según él esto resume su paso por esa división:

“Veíamos que a pesar que había Primer y Segundo teniente que eran negros, la gran mayoría eran blancos. Pensábamos que así eran las cosas en América, lo aceptamos como era. Pero sinceramente creíamos que dejaríamos nuestra marca en esta guerra y podríamos reclamar nuestros derechos una vez que volviéramos. Pero no fue tan fácil, una vez que volví quise continuar con Arquitectura en Western Reserve, gracias al proyecto GI, pero el decano de la escuela de arquitectura me dijo que no habían tenido un estudiante de color que se haya graduado y que dudaba que alguna vez lo tuvieran, no sabía si yo podría mantener el ritmo del resto de los estudiantes, además estaba seguro que no habría trabajo como arquitecto para mi así que no debía molestarme en entrar. Me enojé y me puse mi uniforme militar, mi medalla; volví al otro día y pedí hablar con el decano de admisión y le dije: Pasé los últimos dos años de vida peleando para hacer este mundo libre para la democracia, no me diga que no entraré a la escuela de arquitectura. Él coincidió que yo tenía un buen punto, pero no estaban seguros de lo que yo podía hacer así que decidieron hacerme pruebas, que yo pasé así que logré entrar a la escuela y romper esa barrera racial que ellos tenían” (Veteran History Proyect, 26/06/2002).

La mejor herramienta que cualquier joven puede tener es la educación y este joven soldado lo sabía, una forma de manifestación de esta mentalidad de resistir, luchar contra la realidad de aquellos jóvenes iletrados era ayudarles a escribir y leer, algo que sería indispensable para su desarrollo. Otra forma de manifestación era la creencia que, si rendían bien, el orden de las cosas cambiaría y lograrían demostrar que eran capaces de ser útiles para su país y así obtener los derechos que su país les estaba negando. Y la manifestación más fuerte, era el exigir el derecho básico de educación, saber que no lo dejaran entrar no era justo y hacer algo para cambiarlo y pudo hacerlo, logró romper las expectativas de la universidad y la sociedad. Emociones de frustración y enojo también se denotan en este relato, la negación a la universidad, ver pocos oficiales blancos, saber que la universidad quería deshacerse de él, pero también hay fortaleza, el ayudar a los jóvenes, obtener buenos resultados en su educación, abrir su propia firma, es parte de una nueva mentalidad.

Una verdadera sorpresa se llevó Isaiah McCoy una vez que fue llamado al ejército en 1941 y tuvo que dejar su estado de Connecticut y su familia e irse a una base en Alabama. Acostumbrado a que su color no fuese impedimento para llevar una vida normal, no podía ser lo segregado que estaba el Sur, no podía creer que afroamericanos tuvieran que cambiarse de acera si venía una persona blanca o que sin importar que boleto comprara en el tren, tenía que irse atrás. El ataque a Pearl Harbor lo motivó a querer entrar a la escuela de oficiales, donde solo habían 3 otros candidatos a oficiales de color en una clase de 60. Logró graduarse con buenos honores, grado de Segundo Teniente y fue enviado junto con la división 93 al Pacífico Sur. Su buen rango le permitió ver las cosas de distinta forma, además en su segunda instancia en la escuela, para la Guerra de Corea, llegaría a ser Coronel, todo un logro para aquellos años:

“No todos respetaban a los Segundo Teniente, no todos los Oficiales querían saludarme. En cierto grado los entendía, llevaban más de veinte años de servicio y aquí venía yo recién salido de la escuela de oficiales exigiendo respeto, no era fácil acostumbrarse. Incluso había soldados de color que no querían ser mandados por un Oficial negro, no acostumbrados a verse en situaciones de poder, los intimidaba, pero continué con mi trabajo e hicimos lo mejor que pudimos, además años después, como Coronel, me sentí como una luz de reflejo para ellos”.

Poder demostrar que tan lejos podían llegar es una demostración de una actitud de resistencia, porque requiere que ellos se vean a sí mismos como capaces de poder lograr las mismas cosas que los blancos, así lo hizo este joven soldado, no tuvo altercados con nadie ni levantó la voz, solo haciendo su trabajo comprobó lo eficaz que podían ser los oficiales de color. También hay emociones de frustración durante sus primeros encuentros con la segregación en Alabama, el no haberlo experimentado antes lo hacía más intolerante a esas instancias, pero también hay una emoción de templanza al no condenar a quiénes no querían saludarlo sino más bien tratar de entenderlos, eso lo llevó a no dejar su trabajo o ambiciones que tenía dentro de su división.

Hasta ahora solo hemos visto relatos de hombres, pero Martha Putney (Veteran History Proyect, 26/03/2004) tiene mucho que contar respecto a su tiempo en Cuerpo de Mujeres del Ejército. Luchó por lograr un mejor empleo de los que estaban acostumbrados a ver a la gente de color, ya fuese conserje o panaderos así que ahorró para entrar a la Universidad de Howard donde obtuvo su título de Docencia y grado de Magíster en Historia Moderna de Europa. No era fácil encontrar un empleo que pagara lo suficiente, y estuvo trabajando en un lugar de almacenamiento donde su supervisora le dijo que debía estar contenta con su trabajo, ella habló, consciente que la única forma de salir de ahí era encontrando algo mejor y ahí es donde viene su decisión de entrar al Ejército. Si bien el encargado de inscripción la miró extraño, ella insistió en que la dejaran dar la prueba para entrar, la cual pasó con excelencia. Ser una compañía de mujeres no garantizó estar libre de segregación, pero tenía una mejor organización y lo que hicieron fue instalar sábado y domingo como días de no segregación; esto se traducía a que de lunes a viernes las compañías de color y blancas se sentaban donde correspondía, pero el fin de semana todos se sentaban donde querían, sin formación ni peleas. Su buen resultado, significó ir a la escuela de Oficiales donde así recuerda su experiencia:

“Mi compañera de cuarto, una joven blanca asignada a la cama de arriba llegó a la mitad de la noche, cuando se dio cuenta de su lugar asignado empezó a murmurar su disgusto por la situación. Al otro día al desayuno, lo que yo obtuve fue insultos, la palabra “negro” apareció varias veces, comenzó a decirme eso frente a todos. Nadie hizo nada, solo escucharon hasta que alguien de personal dijo que se calmara. Traté los siguientes días de no pasar mucho tiempo en mi pieza, evitarla. Pero un día un Oficial le dijo que tenía que arreglar las cosas, disculparse conmigo en público, como ella lo había hecho conmigo, o se iba. Su disculpa consistió en decir que no sabía que “nosotros” estábamos ahí y que su madre la mandaría a buscar si supiera con quién dormía: mi única respuesta fue: Sugiero que hagas lo que te sugiera tu mamá para sentirme cómoda. Mi sorpresa fue cuando al otro día vuelvo a mi cuarto después del desayuno y mi cama estaba hecha, mis zapatos ordenados y mi pijama doblado. No estaba segura si era ella, pero el sábado que vino la vi con un trapeador limpiando y le dije: Si solo tu madre te viera ahora. No fue con malicia y ella por primera vez se rio, así se rompió el hielo” (Veteran History Proyect, 3/26/2004).

Llegó a ser Primera Teniente, luego del fin de la Guerra usó el proyecto GI para realizar su doctorado. Hay una actitud de resistencia presente en esta mujer, no quería conformarse con un empleo mediocre y fue a la universidad, fue en búsqueda de una mejor oportunidad en el ejército y no permitió que una mala mirada la detuviera para entrar, como también en responder lo necesario a aquella compañera de cuarto. La templanza también es una emoción que se puede apreciar aquí, ella no se altera con el oficial que la mira extraña, sino que le dice que ella tiene permitido dar la prueba; tampoco grita a su compañera, sino que calmadamente da una respuesta educada pero firme, como tampoco se burla de la nueva posición de su compañera, decide hacer algo para romper el hielo entre ambas.

Estudiante de Medicina en 1942, Roscoe Spann (Veteran History Project, (19/07/2002) estaba muy molesto cuando fue llamado a servicio y tuvo que terminar su carrera. Pasó con excelencia el entrenamiento básico por lo que fue seleccionado para ir a la escuela de oficiales y enviado a Georgia. Eran solo tres candidatos de color que, a pesar de tener buenas comodidades no podían dormir en las mismas barracas que sus pares blancos. Una acumulación de situaciones dentro de la escuela, lo llevó al extremo:

“Ya no podía soportarlo. Estábamos en la mejor escuela para ser educados, pero los Oficiales nos decían nombres, los chicos querían una rebelión. Era injusto, no podíamos ser promovidos, a pesar que teníamos el derecho, tomó mucho tiempo antes de ver un ascenso. Teníamos que lidiar con oficiales que apenas sabían de reglamento o entrenamientos, como si nosotros no estuviésemos entrenados, no sabían cómo lidiar con soldados de color. Así que cuando escuché una mala palabra le pegué a un oficial y me mandaron a la corte marcial por insubordinación. Me cuestionaron respecto a mi insubordinación, pero les dije como éramos tratados. A fin de cuentas, me sacaron de la división 92 y me enviaron a la 93, donde no hubo mucho cambio, algunos oficiales nos decían “chicos” pero yo les decía: soy un Oficial del Ejército. Unas semanas después me ascendieron a Primer Teniente y logré terminar mi carrera” (Veteran History Project, (19/07/2002).

Exigir respeto por parte de sus pares es una manifestación de una actitud de resistencia, no callar frente a injusticias. Pero la emoción de frustración es lo más predominante aquí, desde ser sacado de sus estudios para hacer lo que no quería, después lidiando con ser tratados como segunda clase al punto de llegar a golpear un oficial por frustración y no solo eso, tuvo que seguir defendiéndose en su nueva unidad, pero esta vez tuvo más templanza para defenderse y no hubo golpes. Todo eso hizo que este joven solo quisiera terminar con su trabajo y volver a casa para continuar con lo que el ejército le había quitado.

Resultados

Ahora se usará la metodología para analizar en cuanto de los relatos expuestos podemos identificar alguna forma de manifestación de la actitud de resistencia, según como respondieron frente a difíciles circunstancias, ya fuese de forma física o verbal, demostrando lo lejos que podían llegar en sus trabajos, se puede decir que, en 8, es decir en un 80% de relatos expuestos, podemos encontrar manifestaciones de lo que se ha denominado actitud de resistencia. Por otro lado, aquellos que solo aceptaron órdenes sin haber elegido algún modo de vociferar su descontento, aquellos que no cuestionaron el sistema en el cual estaban, representan el 20% de los relatos, es decir, 2 sujetos en los cuales no se rescata alguna forma de lucha o protesta.

Tabla 1.
Actitud de resistencia Actitud Pasiva
8 2

Fuente: Elaboración propia.

En emociones la frustración es una de la más encontrada en estos relatos con 30%. El no poder entrar a ciertos lugares, ser llamados por nombres derogatorios, la poca disposición de la milicia para que ellos pudieran ser ascendidos, son solo algunas de las razones por la cual se pueden entender estos resultados. Dentro de esas mismas situaciones, varía como cada sujeto responde a estas. Un 30% lo hizo con templanza, es decir, hizo las cosas bien, respondió de una manera práctica a ciertas situaciones, ya fuese hablando con respeto con sus superiores, siendo destacables en sus respectivos trabajos para callar los prejuicios; otro 20% lo hizo valorándose a ellos a través de esas experiencias, dándose cuenta de cuanto podían lograr ellos también, y como no iban a aceptar que alguien les dijera que no lo lograrían y, por último, un 20% decidió aceptar las condiciones tal y como estaban, sin cuestionamientos ni protestas, asumiendo que si las cosas se habían mantenido de esa manera hasta entonces, no habría formas de cambiarlas, otros también temían quedar sin trabajo si decían algo, sin buscar otra forma de manifestación.

Tabla 2.
Templanza Valoración Frustración Resignación
3 2 3 2

Fuente: Elaboración propia

Conclusión

Los relatos demuestran la valentía de aquellos que no dejaron que su posición fuese llevada a pasar, ya fuese en grandes formas como pelear en un bar o menores como responder de forma calmada a un insulto, una actitud de resistencia es clara en gran parte de los soldados de color que sirvieron en la Segunda Guerra Mundial, tal como dice la tabla anterior.

La tabla de emociones nos deja claro que, a pesar de tener esta nueva actitud, llevaban dentro una frustración muy grande al ser tratados de esa forma por su país, por sus compatriotas, por aquellos que arriesgaron su vida, pero también deja claro que siempre sintieron mucho orgullo por sus logros, por romper con las barreras puesta por una sociedad segregadora; otros dejaban pasar estas situaciones prefiriendo guardar silencio, seguir órdenes y no arriesgar el único ingreso económico que tenían sus familias.

Ha habido muchos logros y cambios en la milicia desde ese entonces, en 1948 acabó la segregación, hoy existen más Generales, más mujeres y Barack Obama fue el primer afroamericano en ser Comandante en Jefe; todo eso no quita que continúen los conflictos raciales en Estados Unidos en lugares como Fergurson, Charlosville, la comunidad afroamericana sigue demostrando en las calles su actitud de resistencia, gracias al trabajo que pavimentaron estos valientes sujetos aquí expuestos.

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  1. Acusado de robar injustamente por un policía con el discutió, terminando en la detención del soldado de color por supuestamente resistirse al arresto; mientras esperaba en la cárcel su sentencia, una turba de gente blanca entró a la cárcel, lo llevaron a la plaza para luego amarrarlo a un árbol y abandonarlo ahí.