Antes de comenzar, hablemos de Historia y de Didáctica
El conocimiento de la Historia de Chile en el país ha sido materia de preocupación por siglos y existen, a propósito de ella, numerosas publicaciones que dan cuenta de los diferentes procesos, sucesos, etapas, personajes que la caracterizan. Nuevas visiones historiográficas han introducido perspectivas distintas, pero la tendencia a enseñar en las salas de clases la secuencia nacional, sigue conservándose.
Sin embargo, lograr que estudiantes de Educación Media y público en general se interese de verdad por estudiar estos sucesos no es tarea fácil y para comprobarlo basta con apreciar que la mayoría de los chilenos no conocen la historia de su país y darle la razón a las investigaciones que afirman que se trata de una ciencia que posee evidentes dificultades tanto para su enseñanza como para su aprendizaje. Dentro de las dificultades más potentes, Joaquín Prats (2001 p. 44), investigador español afirma que el estudio de la Historia en toda su complejidad supone el uso del pensamiento abstracto formal al más alto nivel, logros todavía no alcanzados por nuestros estudiantes, a lo que se suma la imposibilidad que ofrece de poder reproducir hechos concretos del pasado, al contrario de las llamadas ciencias experimentales.
Sin duda alguna que, desde la perspectiva de varios jóvenes, no debe tener sentido dedicar tiempo al conocimiento de lo que muchos han olvidado sobre todo cuando existe la visión de que lo histórico se trata de una materia que no necesita ser comprendida sino memorizada. A raíz de ello, existe un no despreciable porcentaje de estudiantes de Educación Media a los que no les interesa aprender historia y que corren el riesgo de sumarse a muchos adultos que desconocen el pasado histórico nacional.
A pesar de ello, existen algunas estrategias, recursos y mediadores didácticos que pueden acercar a los estudiantes a la reconstrucción del pasado histórico. La más precisa y rigurosa es el trabajo con fuentes. En coincidencia con esto, el Ministerio de Educación del país a través de la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, promueve la construcción y desarrollo de cuatro grupos de habilidades, una de ellas es precisamente el Análisis y trabajo con fuentes a las que se le agregan: Pensamiento temporal y espacial; Pensamiento crítico y, Comunicación. (MINEDUC, 2017). En su conjunto, estas habilidades tienen como un objetivo central el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes y de su capacidad de resolución de problemas. Además, constituyen herramientas fundamentales para que puedan adquirir tanto un pensamiento histórico como un pensamiento geográfico y logren comprender los métodos de investigación de las Ciencias Sociales (Base Curriculares, Historia Geografía y Ciencias Sociales, 2018).
Dado que el trabajo con fuentes implica necesariamente promover la lectura escolar nos enfrentamos a algunas concepciones que se han instalado en la mente de los chilenos. Entre otras: a los estudiantes no les interesa leer; La mayoría de ellos no entienden lo que leen. Estudios recientes realizados sobre competencias lectoras en el país arrojan que a la hora de leer los chilenos presentan las siguientes áreas comunes de dificultad: Extraer y localizar información; Interpretar un texto; Reflexionar sobre la forma y contenido del texto. (Universidad de Chile, Centro de Microdatos, 2011). Todas ellas amenazan con dificultar aún más el trabajo con fuentes en la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
Este tipo de evidenciadas percepciones, deja muy mal parada a la didáctica de la disciplina sobre todo si compartimos que lo que se persigue con la enseñanza de la historia son grandes fines educativos como, por ejemplo: facilitar la comprensión del presente; potenciar en los niños y adolescentes un sentido de identidad; ayudar a los alumnos en la comprensión de sus propias raíces culturales y de la herencia común, en suma, contribuir a la formación ciudadana (Prats, 2012). ¿Cómo lograrlo, consiguiendo al mismo tiempo que los jóvenes desarrollen habilidades intelectuales superiores, actitudes de valoración y de respeto a los logros de nuestros antepasados y visión de futuro? ¿Cómo lograrlo, concretando además introducir a los estudiantes en el conocimiento y dominio de una metodología rigurosa propia de los historiadores?
La propuesta didáctica que se levanta tiene que ver con la tarea de unir la investigación disciplinaria con la docencia efectiva de aula poniéndola a su servicio. Para ello se ha creído necesario, en primer lugar, investigar desde la óptica local diversos períodos de la historia chilena en la idea de generar interés y motivación partiendo desde la historia local a la nacional, en otras palabras, desde la micro historia a la macro historia. En suma, se trata de invitar a conocer al lector una historia cercana, donde probablemente los protagonistas fueron sus antepasados directos y las tierras en las que actualmente vive. Eso ayudará a entender quienes hemos sido, quienes somos y hacia dónde deseamos llegar. El tema elegido, en esta oportunidad está referido a la evolución de la Hacienda en Ñuble, seleccionado porque permite acceder a nociones de continuidad y cambio histórico en el contexto local y porque hace posible desocultar el misterio que existe en torno a personajes históricos que se encuentran presentes en el imaginario de los habitantes de estas tierras tanto en el nombre de importantes instituciones como de calles, pero de los cuales se sabe muy poco o casi nada.
Metodología
En la idea de reconstruir de la manera más fiel posible la evolución de la hacienda en San Nicolás, Ñuble y el pasado de las familias ligadas a ella, se levantó una investigación que tuvo como primera base la revisión documental considerando el trabajo con fuentes primarias y secundarias a las que se accedió realizando un rastreo y análisis de la literatura escrita al respecto. Fue necesario, por lo particular del tema, recurrir a Archivos, Conservadores de Bienes Raíces y revisión de Actas Municipales para obtener información confiable que permitiera levantar un relato riguroso y fidedigno. Por su carácter de investigación de Historia Local, se privilegió, además, la voz de los habitantes de los sectores rurales asociados, quienes tuvieron la oportunidad de presentar sus testimonios y salir del anonimato convirtiéndose en sujetos y no en simples objetos de estudio.
Siguiendo a Thompson (2003/2004 p. 22-23) quien establece las fuerzas y potencialidades de la investigación en historia oral, lo que se pretendía, a través de las entrevistas realizadas, era ofrecer una tribuna para las “voces ocultas”, aquellas que pertenecen a los que no han sido poderosos, los que han vivido, incluso bajo el dominio de los anteriores y que tienen mucho que decir en base a sus experiencias y perspectivas. De esta manera ha sido posible desocultar “esferas escondidas”, que permiten hacer visibles aspectos de la vida de las personas que muy pocas veces figuran en los registros históricos. En la idea de resguardar la validez y representatividad de los datos, se realizaron trabajos de triangulación de la información bajo la linterna de la crítica textual, sociológica y cultural.
En segundo lugar, la propuesta ha incluido la redacción de textos de Historia Local adecuados para la formación de estudiantes de Educación Media, que cumplan con el doble propósito de resguardar la seriedad histórica y favorecer la comprensión lectora, cuya antesala ha sido la motivación. Este trabajo de adaptación ha sido realizado por estudiantes de Pedagogía en Historia y Geografía a través de la asignatura de Didáctica y Evaluación de la disciplina. Se pretende generar materiales de enseñanza que inviten a los estudiantes a leer sobre su zona, sobre su gente, sobre el rol que ha tenido en la historia de nuestro país. No en vano un importante estudio sobre competencias lectoras señala que “(…) aquellas preguntas relacionadas con experiencias o saberes propios de la vida cotidiana resultaron más accesibles para los lectores que las vinculadas a conocimientos especializados o referidos a aspectos formales o teóricos de los textos” (Departamento de Economía, Universidad de Chile, 2011).
El Contexto
San Nicolás, es el nombre de un centro comunal, situado en la Provincia de Ñuble, Octava región del Biobío, Chile, entre los 36º 27’ latitud sur y los 72º 13’ longitud oeste, en los inicios del secano costero. Se extiende como “pueblo oruga”, a lo largo del camino de Chillán-Quirihue-Cobquecura y Coelumu, en las orillas del Océano Pacífico y orillas del río Itata, respectivamente. Fue creada como comuna a través de la Ley de la Comuna Autónoma de 02 de diciembre de 1891 generada por el presidente José Manuel Balmaceda, integrando el Departamento de San Carlos, junto a San Fabián y San Gregorio. En la actualidad forma parte de la Provincia de Itata en la Región del Ñuble.
Aunque la existencia de asentamiento humano en este territorio se remonta a décadas y años anteriores a la de la fundación de la comuna, hasta el momento no se había levantado un registro histórico que reconstruya sus principales hitos, de allí que en un intento por consignar la historia de la localidad e incentivar el sentido de identidad y pertenencia de sus habitantes es que por encargo de la Ilustre Municipalidad del actual San Nicolás, desde el año 2011 se inició una investigación histórica longitudinal que ha estado armonizando el trabajo con fuentes escritas primarias y secundarias con la consideración de la memoria viva de la comunidad, presente a través del relato de sus más antiguos habitantes. El producto ha sido un texto escrito que abarca desde el siglo XVI hasta la actualidad y del cual se presenta a continuación uno de sus aspectos más importantes.
Cartografía genealógica y predial en el espacio geográfico de San Nicolás
La historia de la Comuna de San Nicolás se encuentra ligada fundamentalmente a la coincidencia y entrelazamiento de tres familias: Lantaño, Mieres y Martín. Los datos más antiguos de los Lantaño en Chile, corresponden a Don Fernando de Lantaño, español llegado al país en el año 1746, quien se estableció en la ciudad de Chillán, de profesión comerciante. Contrajo matrimonio en el año 1781 con doña Ana del Pino, unión de la cual nacieron tres hijos: Don Ramón Lantaño, de relevante actuación en la Provincia de Ñuble (hoy Región de Ñuble) y especialmente en Chillán en la época de la Independencia, quien casó con doña Josefa del Solar; don Clemente Lantaño, ardiente defensor de la causa real, también durante las batallas de la Independencia y la Guerra a muerte y Don Fernando Lantaño, el menor quien se hizo Presbítero (Opazo G, 1941 p. 154).
De esta primera generación de Lantaño, el más asociado con la hoy Comuna de San Nicolás es don Clemente, quien contrajo matrimonio con doña Juana de Pedro-Bueno y Quevedo. De esta unión nacería solo una hija, doña Rosario Lantaño y Pedro Bueno quien heredó las numerosas propiedades que sus padres tenían en la Provincia de Ñuble y en forma especial en la zona en estudio. El matrimonio de doña Rosario Lantaño con don José Miguel Mieres, marca el inicio de la familia Mieres- Lantaño.
La fundación del Pueblo de San Nicolás
En conformidad a la documentación oficial, la creación del pueblo de San Nicolás se realiza a partir de los retazos del fundo Quillinco, de propiedad de doña Rosario Lantaño en los momentos de la creación de la comuna, en 1891, y de la promulgación de la ley de 1900, que fijó a Quillenco como la cabecera comunal. En el Registro de Propiedades de San Carlos, con fecha 6 de junio de 1898, en registro Nº 308, consta la donación hecha por doña Rosario Lantaño viuda de Mieres, gratuitamente a la Ilustre Municipalidad de San Nicolás, de un retazo de terreno de su fundo Quillinco ubicado en la novena subdelegación, de dos hectáreas de, sur a norte, cuyos deslindes norte y poniente es el predio de la donante; al oriente el río Changaral y sur con el predio de Benigno Carrasco. De oriente a poniente el retazo donado es de tres hectáreas. La inscripción determina que la donación estaba estimada en $600, de la época. La escritura fue extendida ente el notario don Rudecindo de la Fuente. De hecho, a partir de este trazo del fundo Quillinco, donado por la Sra. Rosario Lantaño, se inicia la construcción del pueblo de San Nicolás con una Municipalidad, en un sitio que no figuraba con anterioridad ni como aldea, pueblo o caserío.
Sobre doña Isidora Mieres Lantaño
La unión de doña Rosario Lantaño con don José Miguel Mieres tuvo como fruto una descendiente directa, su única hija doña Isidora Mieres Lantaño. Desde el matrimonio de esta última, se comenzaría a afianzar el poder de esta familia que iría creciendo con el tiempo y sobre todo con la incorporación de la familia Martín a través de la unión de doña Isidora con don Pelegrín Martín y Martí. (Opazo, 1941 p. 154).
En conformidad a documentación oficial, doña Isidora llegó a ser una mujer muy rica, propietaria de vastas hectáreas de terreno que habría heredado de sus padres y marido, y que administró durante su larga vida como se evidencia a continuación:
“(…) el seis de mayo de mil novecientos dieciséis, consta que esta señora declaró ser chilena i estar domiciliada en esta ciudad ( Chillán) i nacida allí mismo, tener ochenta i cinco años de edad, haber sido casada con don Pelegrin Martin de cuyo matrimonio tuvo varios hijos de los cuales viven solo nueve que son: Carmen, Mercedes, Isidora, Herminda, Pelegrín, Leoncio, Ismael, José Miguel i Arturo Martin Mieres, las demás fallecieron solteras e intestadas i se llaman Rosario, Manuel i dos con el nombre de Carlos. Instituyó de herederos en el remanente de sus bienes a sus nueve hijos” (Testamento de Isidora Mieres, 1923)
Respecto de su fallecimiento y herencia, la documentación legal indica que su deceso aconteció en la segunda década del siglo XX, y sus hijos realizaron los trámites para obtener la posesión efectiva de sus bienes el año 1917. El 28 de noviembre de ese año, por autos del Juzgado de Letras del Departamento de Chillán se concedió la posesión efectiva de la herencia quedada al fallecimiento de Doña Isidora Mieres de Martin, lo que se consignó de la siguiente manera:
“Para que se pueda proceder a otorgar la inscripción especial de la herencia de doña Isidora Mieres de Martin, sírvase tener presente que esta se compone entre otros bienes del Fundo Cocharcas, antes Oratorio de Cocharcas, ubicado en la décima subdelegación de este departamento, de doscientos ochenta cuadras más o menos de estension i que deslinda norte Estero Bulutao, terreno de la sucesión Colina de Ramírez de Francisco Uribe; Oriente, rio Ñuble, Sur, propiedad de la sucesión de doña Carmen Puga i otros i Poniente de la sucesión Riquelme, fundo que es hoy de propiedad de Don Antonio Rodríguez” (Juzgado de Letras del Departamento de Chillán, 28 de noviembre de 1917).
Cabe destacar que, según consta en la documentación oficial de la época, este predio se encontraba inscrito a nombre de Isidora Mieres Lantaño, desde el año 1867. Revisando el resto de la documentación del año 1917, queda constancia que además del predio de Cocharcas, doña Isidora era propietaria de otros, entre los que se encuentra el fundo Maravilla, del cual los hijos obtienen posesión efectiva ese mismo año. El referido fundo, se encontraba ubicado:
“(…) en la octava subdelegación de este departamento, doscientas cuadras más o menos de estensión que deslinda: Norte María Fuentes de Bascur, Tomas Saavedra sucesión de Diego Venegas y de José González; Oriente, sucesión de Juan Pablo Sepúlveda i de Francisco Prieto; Sur con propiedad de Villarroel de Gamonal, de Merino, de Lable; fundo Guaigue de don Leoncio Martin i Poniente fundo Coipin de propiedad de la Junta de Beneficencia de Concepción. Este predio es el mismo que se halla inscrito a nombre de la causante en el Registro de Propiedades de mil ochocientos sesenta i siete” (Juzgado de Letras del Departamento de Chillán, 1917).
Dado al parecer, los numerosos bienes que poseía doña Isidora, el fundo “La Maravilla” finalmente pasa a manos de uno de sus hijos, lo que aparece formalmente registrado como sigue:
“(…) ante el notario don Julio Lavín Urrutia, el diez del actual consta que don Alberto Escala, en carácter de juez partidor de los bienes de doña Isidora Mieres viuda de Martín según se comprobó de Chillán, dio en adjudicación a don Ismael Martin, también de esa ciudad quien aceptó para sí el fundo “La Maravilla” ubicado en la octava subdelegación de este departamento de seiscientas cuadras más o menos de estensión” (Conservador de Bienes Raíces de San Carlos, 24 de noviembre de 1920).
Precisamente don Ismael Martín Urrutia, nieto de doña Isidora, sería el personaje de esa familia que aún permanece en la memoria colectiva de los más antiguos vecinos de San Nicolás. Con el transcurso del tiempo, la familia Martín se entrelazó vía matrimonio con otras familias lo que contribuyó al crecimiento de su patrimonio durante el siglo XX, ya sea por esta vía o a través de compras realizadas.
Puyaral: centro de una gran fortuna
Según la información extraída del Rol de Avalúo de Propiedades del año 1896, Puyaral era un fundo que administrativamente pertenecía a la Subdelegación 10 de Dadinco. Avaluado en $55.000, figura como propiedad de don Ismael Martín1. Se le describe como un predio de 450 hectáreas de superficie, con 400 hectáreas de terreno regado, que se encontraba próxima a los de Lleguellen i Yeque, a unos 15 kilómetros al W de la estación de Cocharcas (Risopatrón, 1924 p. 721). Veintisiete años más tarde, en la literatura autorizada, se le consignaba como un fundo “(…) ubicado a 14 km al poniente de Cocharcas. Tiene una superficie de 300 cuadras, de las cuales 250 son regadas con canal propio. Dedicado a: siembras dc trigo blanco, cosecha de 600 a 800 sacos de 100 kilos. Chacarería en general. Crianza de animales vacunos (dotación de 250 vacas). Viña uva del país (cosecha 400 arrobas)” (Valenzuela, 1923 p. 224).
En conformidad a los datos presentados, estas tierras formaban parte del patrimonio forjado por don Pelegrín Martin Martí, médico español, oriundo de la ciudad de Barcelona, quien vino a nuestro país contratado por el gobierno del presidente Manuel Bulnes, para formar en compañía de otros dos galenos, también españoles, la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile por el año 1847. Se casó don Pelegrín Martin con doña Isidora Mieres Lantaño (hija de un terrateniente que provenía de Los Ángeles y de Rosario Lantaño). El matrimonio tuvo numerosos hijos, los que se dedicaron prácticamente todos a las labores agrícolas en nuestra provincia (La Discusión de Chillán, 07/02/2010).
De acuerdo al testimonio de doña Ada Maldini Carvacho2, quien se relacionó estrechamente con la familia Martin, don Pelegrín vino a Chile a combatir las enfermedades infecciosas y, a la vez, a analizar las aguas termales para darles el carácter de termas de Chillán, porque en esos años no se sabía si eran medicinales o no. Médico y profesor, este señor fundó, junto con otros profesionales, la Escuela de Medicina en Chile cuando el país carecía de ella, lo que obligaba a los interesados a irse a titular a otros países (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
Según el mismo testimonio, este fundo fue la residencia de don Pelegrín y de su familia, heredando esta propiedad uno de sus hijos don Ismael Martin Mieres. Se trata de otro de los destacados integrantes de esta familia. Fue abogado y se capacitó en Europa. Durante 15 años fue Intendente de Ñuble. Por iniciativa suya se fundó el Club de Ñuble, vigente hasta nuestros días. Participó en la fundación del Cuerpo de Bomberos. Fue un bienhechor del hospital y de la Gota de Leche. Casado don doña Josefina Urrutia Arrau, tuvieron cuatro hijos: Josefina, Esther, Amanda e Ismael. (La Discusión de Chillán, 07/02/2010)
Desde una perspectiva económica, la familia Martin se dedicó principalmente a la agricultura, siendo dueños de importantes extensiones de terreno en las inmediaciones de Chillán y Curicó, y destacan como grandes agricultores: Armando Martin Villalobos e Ismael Martin Urrutia, entre otros.
El poder de la familia Martín Mieres
Sin duda alguna que, durante la primera mitad del siglo XX, las figuras políticas surgentes en San Nicolás, fueron don Ismael Martín Mieres y su hijo Ismael Martín Urrutia. Don Ismael Martín Mieres, fue un destacado hombre público, siendo uno de los políticos más importantes de la provincia. Ejerció la Intendencia provincial entre el año 1899 y 1908, pero sus servicios llegaron a quince años, dado que su profesión de abogado, sus viajes por Europa, más su vasta cultura lo llevó a ocupar descollante situación. (Revista Zig-Zag, 1935). Le correspondió actuar durante la transición del siglo XIX al XX, cuando el país entra en una época de modernizaciones en medio de las serias dificultades por las desigualdades sociales y las discriminaciones a las que estaban sometidas las clases medias y populares. La sociedad estaba dominada por las élites políticas. En conformidad a los estudios de Correa Sutil, Don Ismael era un político producto del proceso de integración a la élite (de los grupos enriquecidos en otros rubros de la economía que no fuera la agricultura tradicional) comienza con vínculos de orden económico antes de abarcar las alianzas matrimoniales, de este modo muy rápidamente queda asegurada la interconexión de todos los sectores productivos y se evitan los conflictos, sectoriales que, por cierto debilitarían a las clases propietarias (Correa Sutil, 2011).
Don Ismael representaba el típico personaje de la élite tradicional con gran poder económico, alcanzado por la propiedad de la tierra, como se observa en los roles de propiedad de las familias Martín y Mieres, consolidada durante el siglo XIX. Como señala Correa Sutil (2011), el poderío clanesco se aseguraba con las conexiones de orden económico, las alianzas matrimoniales entre familias, y por supuesto, como en el caso de don Ismael, con el ejercicio de la política dado su condición de abogado, condición que en nuestro país se consideraba como requisito natural y previo para los políticos que se preciaban de tales. Por lo mismo, don Ismael llegó a la política de la mano de la derecha política: “(…) la clase dirigente, tradicional y abierta a la vez, que hemos descrito en su dimensión económica, ejerció un control indisputado del poder político durante todo el siglo XIX y en las primeras dos décadas del siglo XX” (Correa Sutil, 2011: 30-32).
Al ejercer la Intendencia de Ñuble, don Ismael aborda problemas endémicos de una provincia agropecuaria: la conectividad territorial (construcción y mantención de caminos y puentes); funcionamiento real de los servicios públicos; y la higiene ambiental, todos problemas que se vivían en el país.
Don Ismael abrasó las ideas liberales, cuyos adherentes “(…) eran promotores de una legislación secularizante, a la vez que pretendía mantener el control estatal sobre la iglesia propia del régimen regalista colonial” (Correa Sutil, 2011: 30-32). Pertenecía a una familia más permeable a la cultura europea, los viajes a Europa y sobre todo el afán de seguir las modas, hicieron que los liberales tuvieran un sentido más abierto hacia las fuerzas políticas que en el mundo se declaraban republicanas y laicistas. Bajo esta mirada fue uno de los fundadores del Club de Ñuble; promotor del desarrollo del Cuerpo de Bomberos de Chillán; la Gota de Leche; Instituciones de Socorros Mutuos Obrera; diversas Escuelas, etc. Ha quedado en la historia como hombre culto, benefactor público, filántropo y promotor de la sociabilidad chillaneja. Constituye un paradigma del liberalismo de la élite provinciana: poder económico más poder político y social.
Puyaral en el siglo XX de la mano de Ismael Martín Urrutia
El fundo Puyaral, comenzó a ser conducido por don Ismael Martin Urrutia, (1897-1977), el personaje de esta familia más recordado por los habitantes de la comuna. De él se sabe que:
“Nació en la casa habitación que la familia Martin tenía en Chillán, donde luego estuvo el Colegio Seminario. Cuando compró el Obispado para poner el Colegio Seminario, el P. Mardones que era el Superior llamó a Ismael Martin Urrutia para mostrarle el colegio antes de la inauguración y él lloró porque se emocionó ya que ahí había nacido él, ahí se había casado su madre y sus hermanas. La propiedad de la que estamos hablando abarcaba toda la manzana. Por Bulnes daba los pies de la casa donde estaba el portón por donde entraban las carretas que venían del fundo con la leña, el carbón, verduras, con todo; los caballos y la vaca para la leche. Por la otra calle que es 5 de abril, tenía su habitación Lucho Martín. Por la calle Libertad estaba el tío Leoncio, el otro pariente de mi marido” (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
Según sus antiguos trabajadores3, dedicaba el fundo a la pura crianza y a la siembra. Así es como actualmente se recuerda:
“Antes se cultivaban las tierras, chacras, trigo, pero con puro arado, a caballo. Él no trabajaba con máquinas, no le gustaban los tractores. En cuanto al ganado, tenía puro animal clavel, caballos, pero harto. Más de mil. Vendía sus animales en la feria de Chillán y desde ahí los embarcaban a Santiago, a Bulnes, para todos lados. Los animales eran transportados en camiones, algunos venían de afuera, pero él también tenía camiones” (P. Gacitúa, entrevista personal, 12/05/2012)
Con el tiempo, se acrecentó el poderío y la fortuna de don Ismael, puesto que adquirió la propiedad de otros fundos de la comarca. Entre ellos, sus trabajadores recuerdan, los siguientes:
“(…) él tenía Puyaral, Trilico, El Oratorio, Bellavista. Como siete fundos tenían. Aquí también, Las Canoas, de aquí pasado Panguilemu y casi llegaba a Ninhue. El último fundo lo tenía en Chimilto, en el mismo pueblo casi”. A estos se le agregan: “Santa Elena y Tenequín, allá tenía viñas de cepas francesas y le vendía los vinos a Pepe Giner. Algunos fundos eran más chicos y a través de la compra a pequeños agricultores los iba uniendo y pudo formar la hacienda. Él hizo un solo camino que estaba al medio y que hasta la hora existe, a través de él unió los fundos”. (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
En lo que respecta a la fisonomía, características, detalle de relaciones laborales y otros aspectos de la vida cotidiana del fundo Puyaral solo cabe acudir a quienes formaron parte de él o lo conocieron:
“Aquí en Puyaral había unas puertas que se manejaban cerradas. El fundo era de él, los caminos eran todos de él y al que quería dejaba pasar. Todo este camino de aquí al Ala, era todo de él este Fundo para allá. Todavía hay unas pilastras de piedra con cemento. A esas puertas se les ponía llave en la noche. A cargo de eso estaba el finado, “caracolito chico”. El cerraba las puertas para que no le robaran, aunque antes ¡cuando a la gente le robaban! ¡Quién le iba a robar al patrón!” (P. Gacitúa, entrevista personal, 12/05/2012)
De interés para este agricultor fue la producción vitivinícola, que no dejó de ser significativa para la época y para la comuna, no solo por la cantidad de mano de obra que requería sino también por las instalaciones que demandó. Como químico, apelativo que el mismo se concede, don Pedro García lo recuerda así:
“El vino lo hacíamos nosotros allá en Santa Elena. Yo trabajaba en eso allá (químico). Aquí llegaban todas las uvas de Santa Elena. Había harta viña, de todas clases de uva. Vendimiábamos Santa Elena, acá lo de don Sergio y lo de Bellavista todo eso lo tenía él, y lo de Chimilto. Todas esas uvas llegaban a Santa Elena. Había unos inmensos lagares. Trabajaba cualquier gente. Había como doce cubas de treinta mil litros, 25 lagares de cinco mil y tres mil litros. Ese vino se vendía más para Concepción y para Lota. Había uva país y de todas clases, burdeos para hacer tinta, uva blanca semillón, Italia. Salía bueno el vino, bueno. Eso todo se acabó. Las viñas se arrancaron todas, puro zarzal. Aquí en Bellavista se acabó la viña, en Chimilto también, se acabó todo. Fue por el precio de la uva, la gente después no quiso trabajar, después empezó a vender, a repartirse. Allá se acabó una buena producción de viñas” (P. Gacitúa entrevista personal, 12/05/2012)
Instalaciones del fundo y alimentación
De lo que se desprende del siguiente relato, las instalaciones del fundo Puyaral estaban orientadas principalmente a la crianza de animales y a dependencias donde almacenar la producción. Estas mismas dependencias cumplían con la función de reunir al inicio de la jornada a los trabajadores para darles instrucciones y repartirles la ración alimenticia. El patrón, don Ismael, formaba parte del paisaje cotidiano y era frecuente su presencia junto a sus trabajadores. Para ellos, tenía conocimiento y dominio del trabajo agrícola, lo que le permitió incluso trazar caminos destinados a unir sus propiedades, por los que circulaba al lomo de su caballo o en su majestuoso coche. Sobresalía por su estatura y peso, por su fuerte personalidad, por su voz firme, don de mando, sabía mandar y por la soltura con que tomaba todas las decisiones laborales. Se interesó por el rubro vitivinícola y para ello buscó asesoría dándole la oportunidad de trabajar con él a personas de la zona. El testimonio siguiente ilustra lo acontecido:
“Había bodegas, ahí teníamos que llegar todos los días, ahí daban una ración de harina. Salía el sol: al trabajo. Se entraba el sol, para la casa. De sol a sol. En la mañana le daban harina tostada con papitas. A las doce nos hacían porotos con locro. Para la noche un jarrito de harina cruda. Eso era como una galleta, poquito más grande que una sopaipilla. No tenía lechería. Le pasaba vacas a la gente para que le sacaran leche cuando las vacas daban demasiada, entonces para que las “descargaran”, les pasaba vacas. Como tenía tantos animales, él se paraba ahí, arriba de una terraza que tenía y pasaban todos los piños de animales. Ahí los miraba. El corral lo tenía aquí. El empleado mayor vivía aquí, el capataz que se llamaba Emilio Durán. Había que trabajar agachaditos, si no, nos cachaba ligerito. Infundía respeto, de todo junto. El andaba a caballo y en un coche también tenía. Era un coche de cuatro ruedas y salía en el coche para allá por los caminos y la señora Ada iba a buscar uva a Santa Elena en su coche. Era tremendo hombre, tiene que haber pesado mucho, era alto, como 1.90 metros” (P. Gacitúa, entrevista personal, 12/05/2012)
Desde Dadinco, así lo recuerda un vecino:
“Tenía 1.500 vacas lecheras, llenaba la feria de San Carlos dos o tres veces cuando él quería. Tenía mucha plata don Ismael, y era un hombre muy sencillo, yo lo conocí, traté muchas veces con él, conversé con él. Era un hombre sencillo que le gustaba estar al medio de los trabajadores: ¡Ya puh hombre, trabajen un poco, no saquen tanto la vuelta! Cuando marcaban o castraban los terneros, ahí el señor sentado al medio: ¡saca pa’llá el ternero!, y los otros preocupados de no pasar a llevar al patrón” (E. Venegas, entrevista personal, 29/06/2012).
Don Ismael Martín Urrutia y sus trabajadores
Como todo gran latifundista, desde la perspectiva de sus trabajadores, don Ismael no se encuentra exento de controversia, puesto que, para algunos fue un buen patrón, aunque exigente, mientras que para otros fue un personaje que no consideró las reales necesidades de su gente. Los que se encuentran dentro del primer grupo expresan:
“En ese tiempo, no había mejor. Adonde otra parte, porque él por lo menos nos daba medias. Nos daba trigo a medias. Sembrábamos chacra, pero nos atrincaba fuerte sí. El día domingo había que trabajar, hasta dos, tres domingos seguidos, en el mes. Y cuando tenía un trabajo grande, por ejemplo, para buscar un potrero de garbanzo, chícharo porque él sembraba inmensos potreros, ahí nos juntaba a todos, juntaba sus 100 a 80 personas y él cuidándonos ahí. De a caballo, al ladito. Todo vendía: trigo, garbanzo, chícharo. Aquí tenía riego, para allá rulo, así que en el invierno sacaba de aquí para llevar al rulo…...Sabia trabajar el caballero. Tenía tanto campo y plata harta” (P. Gacitúa; E. Venegas, entrevista personal, 12/05/2012).
Otra reflexión en esta misma línea es la siguiente:
“Uno no puede ser bueno para todos. Fíjese que como tenía crianza, las vacas tenían cría y había que descargarlas, entonces ya, cada mujer tenía diez vacas para descargarla, la leche se las da a sus chanchos, se dejan un poco, se la llevan qué se yo o la venden. Descargaban 15 a 20 días y les pasaban 10 vacas más, de esa manera podía haber sido, pero era un beneficio que les estaba dando para sus perros y sus chanchos y para ellos, hacían queso”. Dado que poseía varias propiedades, el número de trabajadores que llegó a tener fue alta: “Tenía 120 inquilinos, ciento veinte libretas de inquilinos, todos eran una familia. Cada inquilino era una familia” (M. Maldini, entrevista personal 19/07/2012).
Del relato oral del vecino Gustavo Quezada, queda testimoniada la relación patrón-inquilino:
“Don Ismael era simpático, así que cuando salí de la escuela quería trabajar, digamos ver y ganar. Me gustó este caballero, que no conocía sino por referencia, así que me ponía delante por si me viera. En eso me dijo, ¿Qué es lo que haces?, yo le dije, estudié en la Escuela Agrícola en la Especialidad Vinicultura y Vinificación. ¡Ah, ven a trabajar conmigo, bueno le dije ya po’ patrón! Entonces me pagó y yo ganaba cinco centavos, seis o diez centavos por arroba de vino que hacía. Me dijo cuanto me vas a cobrar, pueden ser unos diez centavos le dije, pero tenía que estar permanentemente allá. Sacó la billetera y me pagó altiro cinco mil pesos. Yo estaba encantado, me ponía a podar una planta y estaban los obreros mirando. No Gustavo, yo no gano plata así contigo, me dijo, tenis que enseñarles a estos y estarlos mirando. No es que te pongái, a trabajar(…) me enseñó en realidad. Yo tuve dos profesores, el tío que era así y este caballero que era al revés. Estuve trabajando como cinco o seis años con don Ismael, en Puyaral, después Tenequín y Santa Elena, que era de un señor alemán que deben haber sido unas veinte o treinta hectáreas y esas salían por el Puente El Ala… Ahí hacíamos vino, yo lo entregaba y se los vendía a un comerciante y un distribuidor. En ese tiempo llegó ese Giner de Los Ángeles o Temuco, y ese le compraba el vino a Luís Martín, “Lucho” que tenía parcelas allí” (G. Quezada, entrevista personal, 20/04/2012).
Aunque la relación que don Ismael tuvo con sus trabajadores da pie a una variedad de interpretaciones, en un lugar del pueblo, el que fue seguramente uno de los más alejados, existe una evidencia material que al margen de las subjetividades emerge como un símbolo de cercanía patrón-trabajador. Corresponde a unos nichos edificados en el sector del cementerio considerado hoy como el más antiguo del recinto. En la parte superior de esta estructura, se puede leer lo siguiente:
“Yo Ismael Martín Urrutia. Quiero demostrar en vida a mis viejos y abnegados servidores, quienes con su honradez y trabajo han contribuido a formar mi fortuna y la que es hoy mi Hacienda Puyaral, reuniéndolos a todos ellos cuando Dios los llame a juicio y sus restos vengan a descansar a este Mausoleo. 1948”.
El paso del tiempo y eventos de la naturaleza han causado estragos en este mausoleo, pero aún se encuentran legibles algunos nombres que hoy son rescatados, porque se trata de hombres y mujeres que de alguna manera representan a los trabajadores de una época de la historia de San Nicolás. Lo que se reproduce a continuación conserva las palabras impresas en aquellos nichos:
- Manuela Sepúlveda Zenteno. Falleció en 1971. Recuerdo de su nieto.
- Juan de Dios Quijada. 15 de febrero de 1961. Recuerdo de su esposa Ana R. Ibáñez e hijos.
- A mí querido Chamelo. Rosamel Jara. 2 de julio de 1961. Cariño de tu patrón.
- Rosa Ester Contreras. 14 de abril, 1961. Falleció a los 64 años. Recuerdo de sus hijos.
- José Andrés Torres. 6 de febrero, 1957 a la edad de 60 años. Recuerdo de su esposa e hijos.
- Juan Segundo Quezada Vega. 30 de diciembre de 1959. Recuerdo de sus hijos.
- Juan Manuel Maldonado Urra, falleció el 31 de agosto de 1970. Q.E.P.D. Recuerdo de sus hijos, nietos y yernos.
- Eudocita. A mí querida dueña de casa que me sirvió toda una vida. Eudocita T. de Molina. 16 de junio de 1948.
- A Juan de la Cruz. A mi viejo mecánico.
La casona de Puyaral y la vida del patrón
Inicialmente, don Ismael Martín Urrutia y su familia, habitaron la antigua casa patronal construida al estilo de las levantadas en el siglo XIX, con material basal de adobe. De su familia, los testimonios aseguran que tuvo dos hijas, María casada con Emilio Undurraga Villegas, y Carmen casada con Mariano Saavedra. También tuvo un hijo hombre, Ismael Martin Solar, quien se casó con Ruth Khesner, que fue alcaldesa en San Nicolás (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
Estos hijos fueron el fruto del matrimonio entre don Ismael y su prima, la señora Lucía Solar Urrutia. El matrimonio Gacitúa Venegas, recuerda: “Don Ismael tenía señora y la señora después se enfermó y la llevaron las hijas para Santiago” (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
Hubo una época antes de que la familia partiera a Santiago, en que este matrimonio y sus hijos vivieron en Puyaral, en la casa antigua, donde también había vivido su abuelo don Pelegrín. En la actualidad aún se conservan algunas dependencias, aunque la casa principal fue reemplazada por una casona de impresionante estructura que todavía existe, protegida de las miradas por altas panderetas. Esta casa fue construida por Ismael Martín Urrutia y alcanzó a vivir hartos años, hasta que le afectó la Reforma Agraria, y le fueron expropiadas sus propiedades (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
La vida de don Ismael no pasaba inadvertida para los habitantes de otros sectores de San Nicolás, de manera tal que desde Dadinco, también llegan testimonios:
“Vivía en la casona de Puyaral, para el Asentamiento eso quedó casi sin puertas y sin ventanas, hasta el cielo y el piso lo sacaron. Tremendo palacete que tenía ahí. Tenía poco menos que un zoológico para el frente con animales” (E. Venegas, entrevista personal, 29/06/2012).
Después de estos acontecimientos la casona estuvo un tiempo abandonada y posteriormente pasó a manos de otros dueños: Juan Valenzuela y en la actualidad Jorge Cifuentes, quien ha emprendido trabajos de restauración y mantenimiento (E. Núñez, entrevista personal, 15/05/2012).
Otro aspecto a destacar en la vida de Ismael Martin Urrutia, es su gusto por recorrer Europa. Se sabe que realizó varios viajes, tanto solo como en compañía de amistades que dan cuenta que estaba muy bien relacionado y que cultivaba esos lazos conservándolos. Respecto de los viajes:
“Fuimos varias veces a Europa. En una ocasión lo hicimos con “un matrimonio amigo, el ingeniero italiano que vino a Chile a poner el funicular al San Cristóbal, Ernesto Bosso. Quien también participó en la construcción de los tranques Recoleta, Santa Filomena y del balneario Rocas de Santo Domingo. Bosso, era un gran cicerone, un hombre que hablaba tres idiomas y se conocía Europa, de pé a pá, entonces íbamos muy bien acompañados. Él tenía contactos con otros ingenieros, que habían estudiado juntos en Bologna, en Italia, sobre todo el director de la Compañía de Electricidad más fuerte de Italia, Alejandro Montagna, quien había sido su compañero de colegio. Tenía contactos y nos dimos el gusto de ver obras de gran ingeniería que se hicieron después de la guerra por estas amistades. Recorrimos casi todos los países de Europa, menos los orientales. Los viajes duraban seis a siete meses. Viajamos el 62 y regresamos a Puyaral”. (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
La personalidad de Ismael Martin Urrutia, que por un lado presentaba los ribetes típicos de un hacendado de la época, y por el otro, dejaba asomar una no menor vida social, solo puede ser caracterizada por quienes le conocieron y compartieron con él. Así:
“Era una persona muy alegre, jovial, muy bien conservado sobre todo mentalmente con una muy buena cabeza para mantener y dirigir su fortuna, muy señor, muy caballero, muy respetuoso con todo el mundo, protegía mucho a las monjitas de San Carlos, tenía un parentesco con la madre Urrutia, la Superiora. Esto viene de familia porque su padre Ismael Martin Mieres trajo a las Siervas de Jesús de España, dada su condición de Intendente de Chillán, cargo que desempeñó por 23 años. Les construyó la casa en calle Lumaco y después don Ismael falleció en los brazos de la Superiora de las Siervas de Jesús y de Blanquita Álamos, creadora de la Cruz Roja y esposa de Manuel Martin que era Notario Conservador de Chillán” (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012)
El fin de una gran fortuna
El poder económico y la riqueza de Ismael Martin Urrutia se basaban en la propiedad de sus numerosos fundos. A raíz del proceso de Reforma Agraria, su patrimonio fue expropiado casi en su totalidad, a pesar de los esfuerzos que realizó por revertir esta medida.
“El patrón nunca creyó eso, que le iban a quitar el fundo, porque el único que tenía plata era él. Nunca creyó y empezaron a llegar, reuniones aquí y venían jefes de afuera y la gente no creía, pero al final salió verdad. El patrón decía, ¡que me van a hacer estos! No se quedó con ningún fundo. El entregó todo. Puso abogados y abogados y plata y plata y vivía ahí en el chalet, el grande. Cuando ya le llegó la cuestión y le fueron a quitar el fundo, él se escondió en la casa, mandó a decir: llévenselo todo, no me interesa nada, porque él sabía que no se lo iban a quitar y que iba a ganar el juicio porque tenía un montón de abogados. Se fue a vivir después de aquí a un fundito chico que tenía allá en el Huape” (E. Venegas, entrevista personal, 29/06/2012).
Indudablemente que un evento de esta naturaleza no pudo dejar indiferente a su protagonista. Una de las personas más cercanas a él en esta época, así lo describe:
“Fue muy doloroso porque salir de donde él había nacido, de donde se había criado, le afectó mucho, mucho, mucho le afectó, que lo despojaran de donde él se había criado, de lo que habían dejado sus antepasados. Después él compró una casa en Chillán en calle Arauco, que era del “turco” Yanine, dueño de un molino en Bulnes y fíjese que este hombre muy esforzado había construido esa casa, muy bonita, grande, confortable y la primera noche que aloja en su casa, que se da el gusto de terminarla, alhajarla y todo, murió en el sueño, amaneció muerto, falleció. Entonces la señora siguió viviendo con su familia que no era muy numerosa, siguió viviendo ahí, pero esta casa le significaba mucho trajín, mucho gasto y ya no tenía razón, ya las hijas se habían casado, estaba ella sola, entonces pensó en venderla y en esto le quitan a Ismael. Entonces él la vio grande, cómoda y vino a hablar con ella y ella lo prefirió y no había otra persona que le comprara y que le pagara tan bien lo que pedía y lo que valía. Entonces le compró y se vino a vivir ahí, pero ya él estaba afectado por el despojo de su campo, ya empezó a venirse abajo, abajo, para abajo y ahí falleció, pero alcanzó a vivir seis años ahí en esa casa”, dependencias que en la actualidad corresponden a la Biblioteca Municipal de Chillán” (M. Maldini, entrevista personal, 19/07/2012).
Finalmente, después de años de vida intensa, este personaje que lleva la sangre de numerosos vecinos de Chillán que destacaron por su aporte en distintos ámbitos de la vida pública, dejó de existir a las 22:30 horas del día 15 de noviembre de 1977, a la edad de 80 años, afectado por un cáncer (Certificado de Defunción. Registro Civil de Chillán).
Reflexiones finales
Sin lugar a dudas que todos los rincones de nuestro país se encuentran repletos de grandes tesoros vivenciales y de historicidades propias y particulares. El caso de San Nicolás, es un buen reflejo de lo que se vivió en gran parte de los campos de nuestro territorio en los siglos XIX y XX. Se advierte allí, en primer lugar, como la superposición de las cartografías familiares coincide con la cartografía de tenencia y propiedad de la tierra y como ésta, al mismo tiempo, coincide con altos niveles de influencia política y social. De hecho, el pueblo del actual San Nicolás, surge de la donación de terrenos de doña Rosario Lantaño, una de las mujeres de esta familia de vida longeva. Su hija, doña Isidora llegó a ser inmensamente rica y, a pesar de que su herencia se dividió entre sus nueve hijos, el poder de la familia continuó existiendo en todas las esferas. De hecho y, aunque en este artículo el tema no se trató, el principal Centro de Salud de Ñuble, el Hospital de Chillán, lleva el nombre de Herminda Martín, una de sus hijas, recordada como una gran filántropa e inmortalizada además en el nombre de una céntrica calle de la ciudad.
Indudablemente queda de manifiesto que las familias Lantaño, Mieres y Martín al unirse, incrementaron su poderío y fortuna el que se extendió más allá de las fronteras de la Comuna de San Nicolás, puesto que la presencia de la familia recorre prácticamente completa la Provincia de Ñuble. Entre sus integrantes, figuran personajes que contribuyeron a la fundación de organismos e instituciones de importancia social, cultural y económica.
De los relatos de los entrevistados, se desprenden aspectos muy interesantes asociados a los efectos que los patrones de aquellos tiempos infundían en sus trabajadores. En una mezcla de temor y atracción, los antiguos vecinos recuerdan el poder de la familia, distinguiendo las cualidades por sobre los defectos que ellos pudieran haber tenido, hecho que bien pudiera tener su correspondencia con el concepto acuñado por el educador brasileño Paulo Freire (1992) de la connivencia empleado-patrón.
La imagen que el último de estos poderosos deja en San Nicolás, nos referimos a don Ismael Martín Urrutia, es la de un hombre presente, que, al contrario de muchos de los hacendados de la época, permaneció en sus campos, al pie de la faena, supervisando, instruyendo, disfrutando; lo que no significó que no tuviera una interesante y nutrida vida social que lo llevó a viajar y relacionarse. Ejerció en quienes lo conocieron, una especie de influjo y no pasó inadvertido para ninguno de los habitantes de la zona.
La fortuna heredada por este último personaje, se vio aumentada con su trabajo, pero disminuida a raíz de los procesos políticos y económicos de la coyuntura de la época. La fortuna no fue dilapidada o fragmentada necesariamente, en este caso la fortuna se quiebra con el proceso de Reforma Agraria y la expropiación de casi la totalidad de sus fundos, a pesar de los abogados y las relaciones sociales de la familia. Su imponente mansión fue invadida por los trabajadores, pero lo que permanece casi intacto es el recuerdo de ese tremendo poder que ha traspasado memorias y generaciones.
Desde el punto de vista didáctico, investigaciones de Historia Local que promuevan el conocimiento del pasado histórico de la zona propia, contribuyen a establecer un sentido de identidad y pertenencia y se constituyen en uno de los principales pilares de la formación ciudadana. De hecho, el tema aquí presentado ha sido trabajado en contextos vulnerables de Educación Media, entre los años 2014-2017. De acuerdo a los resultados de aprendizaje y a las opiniones de las estudiantes que trabajaron con el texto escrito, el material les ha permitido no solo analizar lo que fue la Hacienda en Chile sino también acceder a la comprensión de procesos de continuidad y cambio histórico con el sello local.
Referencias
________ (1935) Revista Zig-Zag. Santiago de Chile
________ (24/11/1920) Escritura de adjudicación, Conservador de Bienes Raíces de San Carlos,
Correa Sutil, S. (2011). Con las riendas del poder: la derecha chilena en el siglo XX. Santiago: Editorial Ramdon House Mondador, S. A.
Gacitúa, P. entrevista personal (12/05/2012) realizada por Félix Briones Quiroz y Cecilia Hernández Sandoval.
Garrido, J., Guerrero, C., Valdés, M. S. (1988). Historia de la Reforma Agraria en Chile. Santiago: Editorial Universitaria.
INE (1976) V Censo Nacional Agropecuario
Maldini, A., entrevista personal (19/07/2012) realizada por Cecilia Hernández Sandoval y Natividad Silva Bustos.
Mieres, I. Testamento (1923) Archivo Conservador de Bienes Raíces de San Carlos. Fojas 214 vuelta, Nº 459.
Núñez, E., entrevista personal (15/05/2012) realizada por Félix Briones Quiroz y Cecilia Hernández Sandoval.
Opazo, G. (1941). Orígenes de las Antiguas Familias del Obispado de Concepción 1551-1800. Santiago de Chile: Librería Editorial Zamorano y Coperan.
Pedro Gacitúa Pérez y María Patricia Venegas Martínez son un matrimonio que trabajó por muchos años en la Hacienda Puyaral con don Ismael Martín Urrutia. Patricia, según sus propias palabras, es nacida y criada en Puyaral, ahijada de don Ismael Martín y Ada Maldini Carvacho. Este matrimonio actualmente vive como propietarios de una pequeña parcela en parte de la que fuera la Hacienda de su antiguo patrón. Fueron entrevistados el 12 de mayo de 2012.
Posesión efectiva de los hijos de Isidora, 1917, Juzgado de Letras del Departamento de Chillán, Archivo Conservador de Bienes Raíces de San Carlos
Prats, J. (ed.) (2001), Enseñar historia: notas para una didáctica renovadora, Mérida, España, Junta de Extremadura.
Risopatrón, L. (1924). Diccionario Geográfico de Chile. Santiago, Imprenta Universitaria.
Rojas, A. (1993). Post Reforma y el campesinado en Chile. Bases para el desarrollo de la agricultura familiar. Santiago: Instituto Promoción Agrícola (UPROA).Testimonio del matrimonio Eduardo Núñez y señora, actuales cuidadores de la casa de Puyaral, entrevista realizada el 15 de mayo de 2012.
Thompson, Paul. (2003/2004) Historia Oral y Contemporaneidad. En Anuario de Historia, memoria y pasado reciente de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario. Homo Sapiens.
Valenzuela O., J. (1923). Álbum zona central de Chile. Informaciones agrícolas. Santiago: Editor propietario Juvenal
Venegas, E., entrevista personal (29/07/2012) realizada por Félix Briones Quiroz y Cecilia Hernández Sandoval.
Venegas, P., entrevista personal (12/05/2012) realizada por Félix Briones Quiroz y Cecilia Hernández
- ←A juzgar por la fecha, 1896, la identificación completa del propietario correspondería a don Ismael Martin Mieres, hijo de don Pelegrín Martín Martí y de doña Isidora Mieres.
- ←María Ada Maldini Carvacho, de 98 años de edad, fue compañera de don Ismael Martín Urrutia por muchos años. Vivió con él en su casona de Puyaral.
- ←Pedro Gacitúa Pérez y María Patricia Venegas Martínez son un matrimonio que trabajó por muchos años en la Hacienda Puyaral con don Ismael Martín Urrutia. Patricia, según sus propias palabras, es nacida y criada en Puyaral, ahijada de don Ismael Martín y Ada Maldini Carvacho. Este matrimonio actualmente vive como propietarios de una pequeña parcela en parte de la que fuera la Hacienda de su antiguo patrón.