Emociones ante la crisis de los misiles en Cuba. El discurso de J.F. Kennedy, 1962

Emotions faced the missile crisis in Cuba. The speech of J.F. Kennedy, 1962

Resumen

El presente artículo analiza las emociones de miedo e ira contenidas en el discurso del presidente estadounidense John F. Kennedy que pronuncia en televisión el día 23 de octubre de 1962 debido a la amenaza que significa la instalación de bases soviéticas con misiles nucleares en la isla de Cuba, en lo que se conoce como la Crisis de los Misiles. Se sostiene que, dado el peligro inminente de una amenaza nuclear, el miedo y la ira son emociones centrales en este discurso puesto que se articulan como elementos significativos que ayudan en la legitimación de una posible acción bélica radicalmente violenta que podría incluir armamento nuclear. Por medio del análisis historiográfico y del discurso, se establecen las palabras que denotan o connotan seguridades e inseguridades en el discurso mencionado y, con ello, se evidencian las emociones. Primero, se constituyen los elementos teóricos y metodológicos a trabajar. Segundo, se caracteriza el contexto de la época. Finalmente, se realiza el análisis del discurso que muestra las emociones contenidas.

Summary

This article analyzes certain emotions, such as fear and anger, presented in the speech given by the American President John F. Kennedy, on October 23rd 1962 due to the threat caused by the installation of Soviet bases in Cuba. This is known as the Missile Crisis. In this speech, emotions such as fear and anger can be provoked, due to the exposure to risk situations which may result in possible future nuclear attacks. After analyzing the speech and historical documents, it can be inferred that there exist some words that show certain and insecurities during it. That is when emotions are established. First, some theoretical and methodological framework will be stated. Second, the period and era will be contextualized. Finally, there will be some analysis about the speech and the emotions involved.

Palabras claves

Crisis de los misiles – Emociones – J. F. Kennedy

Keywords

Cuban Missile Crisis – Emotions – J. F. Kennedy

Introducción

La crisis puede ser considerada una forma reiterativa en la historia dada la recurrencia con la cual acontecen. Es así como, inclusive en el diario vivir, se mencionan las crisis en la prensa, el hogar, el trabajo, los medios de comunicación o en conversaciones cotidianas. Las crisis internacionales, un tipo específico de estas, son tema de interés desde diferentes puntos de vistas, puesto que brindan la posibilidad de extender el conocimiento local a nivel regional o global, por lo cual se han ido constituyendo como un campo de estudio por sí mismo.

Sin embargo, a pesar de sus variados enfoques, aun no existe una cantidad significativa de investigaciones que aborde las dimensiones culturales y subjetivas de dichas coyunturas. En específico, para el caso de esta investigación, se abordará desde la historia de las emociones que, a su vez, es un campo de relativa novedad en la historiografía nacional (Zaragoza, 2013). Esta elección responde principalmente a que esta corriente historiográfica tiene posibilidades que abre este campo de investigación por medio del aporte nuevas luces para la comprensión de los fenómenos internacionales que, además de las repercusiones políticas y económicas, tiene aspectos culturales significativos, permitiendo observar las dinámicas temporales de los sujetos en una conjunción de escala micro-macro.

Una de las crisis más significativas fue la de los misiles de Cuba en 1962. Dicho fenómeno, tiene, al menos, dos características que lo transforman en un objeto de especial interés para esta investigación. La primera, es el contexto histórico global, a saber, la Guerra Fría. La segunda, ligada a la anterior, es que es un momento de tensión máxima local y global, dado que representa uno de los momentos de mayor potencialidad de desatar un enfrentamiento directo entre los bloques de poder de la época y, por lo tanto, de originar una guerra nuclear.

En cuanto a su origen, a grandes rasgos, se puede mencionar que es cuando Cuba acepta que en su territorio se posicionen bases soviéticas con misiles atómicos, los cuales, daban alcance rápido y certero al territorio de EE.UU. Esta medida, vale decir, fue una respuesta de Cuba ante los ataques y bloqueos estadounidenses que había provocado posteriormente a la revolución que este país había consumado en 1959. Esta acción, en consecuencia, simbolizará un peligro inminente y real para los EE.UU. que, en términos emocionales, se traducirá en miedo, dada las inseguridades que esto provoca.

Para el presente trabajo, interesa analizar el discurso televisivo pronunciado por el presidente John F. Kennedy a los norteamericanos ante la amenaza que supuso para los Estados Unidos la instalación de bases militares con misiles soviéticos en la isla de Cuba en 1962. En plena Guerra Fría, la tensión que duró unas semanas provocó reacciones importantes en sus protagonistas siendo uno de ellos nuestro sujeto en estudio. En este sentido, dado el peligro inminente, al menos en sus primeros momentos, de una guerra nuclear, se sostiene que el presidente hablará a la mayoría de estadounidense instalando emociones, principalmente miedos y, en menor medida, ira, en su discurso que serán funcionales a la construcción de una legitimación de acciones bélicas radicalmente violentas con las posibles consecuencias fatales que conlleva.

El presente trabajo, se realizará en tres partes. Primero, a modo de marco teórico y metodológico, se explica las emociones, el miedo y la ira. Con ello se pretende entregar una visión panorámica que ayuda en la comprensión del análisis propuesto. Segundo, el contexto histórico donde se desarrolla tres puntos centrales: a) la descripción de la crisis; b) el contexto de la sociedad norteamericana hacia la década del sesenta y; c) el carácter que imprime Kennedy a su gobierno. Sin ello es imposible entender el desarrollo de las emociones, puesto que éstas están siempre en contexto. Finalmente, se analiza el discurso de Kennedy evidenciando sus inseguridades, seguridades y la ira.

Desarrollo

Miedo, ira y discurso

Emociones

Las emociones son fenómenos complejos que muchas veces se han entendido como irracionales e impulsivos, inclusive se ha mencionado que no involucran la toma de conciencia por parte del sujeto (Pacheco, 2011). Lo anterior, ha provocado el abandono de las emociones como campo de investigación tanto de ciencias sociales como de la historia que se han amparado bajo la influencia del modelo positivista (Aurell, 2008). Sin embargo, las nuevas líneas investigativas, más interdisciplinares, toman a las emociones como parte de la conciencia y como parte fundamental del desarrollo cognitivo dado que, para estas, las emociones están ligadas con las interpretaciones de los objetos (Nussbaum, 2008).

En cuanto a sus rasgos parece no existir un acuerdo entre los investigadores y, como señala Pacheco (2011), ninguno en si puede ser establecido como propio del fenómeno emocional, sin embargo, vale la pena destacarlos. A saber: su corta duración, dirección hacia un objeto intencional, expresión fisiológica, experiencia de algún grado de placer o dolor y, por último, su aparición súbita.

Por otra parte, también se ha considerado a las emociones como procesos fisiológicos, entendiéndolas, según estas, como el resultado de activaciones corporales específicas frente a desencadenantes particulares. Esta perspectiva, sin duda valiosa, no aporta, sin embargo, una compresión sobre la forma de operar de la emoción más allá del organismo. Por ello, entendemos las emociones como parte importante de la vida humana en tanto funciona como una estructura mental de significados e interpretaciones personales lo que conlleva, por lo tanto, un abordaje cognitivo, puesto que interviene en todo momento en la emoción, potenciándola o inhibiéndola e, incluso, agregando pautas (o no) para la acción (Pacheco, 2011).

Finalmente, siguiendo los lineamientos expuestos por Pacheco (2011), es imprescindible ligar las emociones y la acción, dado que se han visto como campos antagónicos. Lo anterior porque se concibe a la acción como algo racional con lo que la influencia de la emoción pasa a un segundo plano. Sin embargo, aquella concepción cae en tres prejuicios. El primero, considerar a las emociones como algo fuera de la razón humana. Las emociones, a pesar de no ser el resultado de unos cálculos intelectuales o deliberativos, como proceso evaluativo, conforman una parte importante del proceso de razonamiento y toma de decisiones. El segundo prejuicio dice relación con que las emociones son involuntarias, lo cual, no es completamente cierto porque, hasta cierto punto, somos capaces de controlarlas. El último, el impacto de la emoción sobre la acción es insignificante. Esto no es cierto dado que, por una parte, la emoción posibilita en primera instancia las posibilidades de acción y, por otra, se relaciona con las experiencias previas. Por lo tanto, emoción y acción operan de manera conjunta.

El miedo

El miedo es una emoción compleja, lo que significa que, por una parte, tiene un componente biológico y uno cognitivo y, por otra, porque tiene una multiplicidad de instigadores. De estos últimos, vale mencionar que mantiene como constante la evaluación de una situación como peligrosa o potencialmente peligrosa. Por su parte, los procesos cognitivos implicados varían desde una valoración primaria -amenaza- o valoración secundaria -ausencia de estrategias de afrontamiento apropiadas-. De esta manera, su funcionalidad es la facilitación de respuestas de escape o evitación de la situación peligrosa, facilitando que el organismo reaccione rápidamente. Para ello moviliza gran cantidad de energía que permite ejecutar respuestas de manera más intensa que en condiciones normales (Chóliz, 2005).

Además, en cuanto su experiencia subjetiva, se trata de una de las emociones más intensas y desagradables, dado que genera aprensión, desasosiego, malestar, preocupación, recelo por la propia seguridad o por la salud y la sensación de pérdida de control (Chóliz, 2005).

Según Bauman, el miedo es provocado por aquello que no podemos controlar, lo que denominamos incomprensión, es decir, miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre e indefensión (Bauman, 2007). Por ello, entendemos al miedo como una experiencia que genera un efecto emocional variable debido a la interpretación de una vivencia, objeto o situación como potencialmente peligroso, cuando su control o anulación es incierto. En este sentido, lo central es una situación que genera inseguridad, lo que permite visualizar su desarrollo temporal como el tránsito hacia la búsqueda de un contexto de seguridad (Timmermann, 2015).

Puesto que el miedo es una emoción compleja, se precisará algunos aspectos. El primero es la inseguridad, puesto que, como ya se dijo, temporalmente se busca la seguridad, es decir, enfrentar la incertidumbre. Por ello, su función es crear dentro de la sociedad el consenso necesario para aceptar la situación dentro de ciertos límites que llevan a aislar la peligrosidad (Timmermann, 2015).

El segundo elemento es su psicofisiológica. Esto se refleja en la aceleración en la frecuencia cardiaca, un incremento de la conductancia y de las fluctuaciones de la misma (Chóliz, 2005). Siendo un estado de alarma que provoca reacciones, liberando energía inhabitual y difundiéndola en el organismo, descarga que es en sí misma una reacción utilitaria de la legítima defensa. Esto evidencia que los miedos son generados y desarrollados a partir del cuerpo. Por otra parte, constituye en un estado de desorientación, ceguera afectiva y constituye el problema más importante de la vida: el sufrimiento psíquico (Timmermann, 2015).

Ira

Por otra parte, la ira, al igual que el miedo, es en sí misma una emoción compleja que, históricamente ha poseído connotaciones múltiples porque, como señala Nussbaum (2016), entremezcla componentes éticos y morales como culturales y biológicos (Maureira y Sánchez, 2011), adicionado a la multiplicidad de instigadores que la producen.

Se ha entendido como una alteración que hace perder la “luz de la razón” y el “autocontrol” (Walton, 2005, p. 74; Potegal, 2010). Siguiendo a Bodei (2013) “la ira nace de una ofensa que uno considera haber recibido inmerecidamente”, es un “golpe” doloroso asestado por otro en el “amor propio” o exagerada “autoestima”. Por la “convicción” de ser “traicionados”, insultados, engañados, entre otros (p. 13). Posee, por lo tanto, una multicausalidad y su desarrollo es variable (Berkowitz y Harmon-Jones 2004, p. 2; Walton, 2005, p. 74) porque, como otras emociones, está profundamente ligada al momento y al contexto en que se produce (Ratzinger, 1995) como a la situación cultural (Rosenwein, 1998), que lleve a considerar un acto que provoca un daño importante realizado por alguien intencionalmente (Nussbaum, 2008). Debido a lo anterior, es necesario realizar contextos históricos que permitan precisar la ira que experimenta.

Metodologia

La investigación se realiza metodológicamente tomando herramientas del análisis del discurso. Este se entiende como un “evento comunicativo específico” (Van Dijk, 1999, pp. 247-249) que opera como una unidad observacional, es decir, la unidad que se interpreta al ver o escuchar una emisión (Van Dijk, 1997, p. 20), en este caso, es desde ambas al analizarse un discurso televisado.

El discurso, tiene un potencial para crear las condiciones para la formación del sujeto y la estructuración y configuración de las sociedades. De esta manera, el discurso también tiene la posibilidad de determinar la realidad, representando una propia (Siegfried, 2003). En esta línea, específicamente la noticia, es una forma de “discurso público” que evidencia tanto las prácticas sociales como la ideología y el contexto de producción (Van Dijk, 1990, pp. 9, 17), lo cual es crucial en el contexto histórico en que se emite el discurso estudiado.

Lo que busca, como en este caso el discurso televisado, es que se realicen acciones requeridas y ejecuten las órdenes, buscando que los mensajes sean aceptados como verdaderos o reales. De esta manera, para esta investigación, generar miedo en la población, de tal modo que influyan en cambiar creencias y opiniones o, en menor medida, en generar el ambiente necesario para ello. Finalmente, se vincula con la representación y producción de cognición social que tiene un potencial para generar emociones puesto que, como ya se ha demostrado, ellas también tienen un vínculo directo con la cognición. Por lo tanto, la producción de la noticia tiene un vínculo con la emoción en tanto provoca un impacto “sociocognitivo” (Van Dijk, 1990, pp.123-135). A su vez, dichas características se acentúan cuando el discurso pronunciado es por medio de la televisión. De esta manera, se entiende en este trabajo que la televisión que, como se verá más adelante, tiene un impacto directo sobre los valores, creencias y conductas (Huesmann, 2005).

Resultados

La revolución, la crisis y la presidencia de Kennedy

La crisis estudiada se desarrolla, tal como se ha mencionado arriba, durante la Guerra Fría que, como señala Hobsbawm (1998), domina por completo el escenario mundial de la segunda mitad del siglo XX. Consiste en la lucha de poder entre dos bloques hegemónicos, Estados Unidos y la Unión Soviética, que sustentan ideologías contrapuestas. Para el caso de América Latina, la Guerra Fría se visualiza, entre otras cosas, en la Doctrina de Seguridad Nacional y la guerra contrainsurgencia (Timmermann, 2005; Timmermann, 2008). Estas dos últimas surgen, en no poca medida, a raíz de la Revolución Cubana dado que significará una pérdida de influencia de los Estados Unidos sobre la región (Barraclough, 1965) representando, por lo tanto, una amenaza para EE. UU. Es en este contexto donde surgirá la tensión de la crisis de los misiles que estudiamos, la cual no se describirá en su totalidad dado los objetivos del trabajo.

Por otra parte, es importante resaltar que la sociedad norteamericana de la época se caracteriza por estar en años de “paz” y “relativa tranquilidad” (Adams, 1979, p. 365). La economía, en términos generales, mostraba un buen desempeño, sobre todo por el aumento de la producción en masa, con la “estandarización” de la misma. Es justamente en este contexto, donde la televisión se transforma en un artículo que la mayoría de las personas disponían en conjunto con el automóvil y refrigerador (Adams, 1979, p. 368). Por lo tanto, la influencia que puede tener un discurso televisado de las características es enorme, puesto que tiene un rol sociocognitivo importante al general, como en la noticia, discursos como reales buscando una aceptación por parte de los televidentes.

Otro elemento relevante del contexto es el propio John F. Kennedy. Este, desde pequeño desafiaba parte del “status quo” lo cual marcó una forma de gobernar que se caracterizaba por buscar su propio camino en la política. Lo anterior, se basaba en su carisma y sus formas para pronunciar discursos como también las habilidades para comunicar. En este sentido, vale la pena destacar que su habilidad para pronunciar discursos es notoria (Barnes, 2009).

Dada las condiciones de su personalidad, su elección y presidencia marcarán un “giro radical” en la política de posguerra, arguyendo lo que será conocido como la política de “nueva frontera” (New Frontier). Lo anterior, significaba una no menor modificación en el estilo de gobernar y de relacionarse de la potencia de occidente con el resto del mundo. Reflejo de ello es que, como uno de sus rasgos característicos, en su administración se acercaron a la Casa Blanca sujetos jóvenes y con prestigio intelectual y académico (Adams, 1979). Lo cual también se caracterizaba por su juventud, gobernando con “gente de ideas”, fomentando las artes. También, mantuvo interés por los grupos discriminados en la época como son los negros que lo apoyaron luego de que por sus gestiones liberaran a M. L. King que había sido detenido. En este sentido no es de extrañar que una de sus características más destacadas que, además, es de las más recordadas de las políticas de J.F. Kennedy. sea el desarme (Elios y Leuchtenburg, 1987). Aquello marca una forma de querer llevar la política internacional que será fundamental dentro del bloque occidental.

También, la CIA preparaba un ataque contra Cuba que se concretó en la Bahía de Cochinos que fue un completo fracaso dado que las fuerzas castristas lograron detener a las tropas que habían llegado (Calvocoressi, 1987). Esta fue la antesala para que Raúl Castro viajara a Moscú y se acordara la instalación de bases soviéticas en la isla dado que con ello protegería los intereses cubanos, lo cierto es que con ello podría nivelar la URSS la inferioridad que tenía con respecto a la otra potencia (Procacci, 2005), esto dado que la cantidad de armamento desplegado sobrepasaba la mera necesidad de proteger la isla (Martínez, 2017). Dicha operación fue de tal punto secreta que ni el embajador soviético en EE.UU. sabía de ello (Anatolyn, 1989). Esta es la antesala del discurso que dará J.F. Kennedy.

(In)seguridades y deslealtad soviética

En este apartado se expondrán la producción emocional evidenciada en el discurso transcrito que dio Kennedy el 23 de octubre de 19621. El discurso comienza estableciendo una seguridad hacia la población, destacando que, en sus palabras, “este gobierno”, agrega “tal y como lo prometió, ha mantenido la más estrecha vigilancia del poderío militar soviético en la isla de Cuba” (Kennedy, 1962, p. 545). En otras palabras, lo que instala es una forma de declaración hacia la ciudadanía donde establece que el gobierno que él dirige está cumpliendo con su labor, percatándose de lo que estaba pasando y advirtiendo a la población de lo sucedido y, por lo mismo, estarían tomando medidas en este asunto.

Inmediatamente después, ante la crisis, es coherente, por lo tanto, que de inmediato se instale la inseguridad ante el ataque nuclear. Según dice, “El propósito de estas bases no puede ser otro que el de establecer unas instalaciones capaces de llevar a cabo ataques nucleares contra el hemisferio occidental”, inseguridad que enfatiza al sentenciar el acontecimiento como una “nueva crisis” (Kennedy, 1962, p. 545).

Luego de una exposición de características técnica de las armas que poseían los rusos en la isla de Cuba, menciona la peligrosidad del armamento ya descrito y de su alcance. En sus palabras dice:

“Cada uno de estos proyectiles dirigidos, para abreviar, es capaz de alcanzar Washington, alcanzando el canal de Panamá, Cabo Cañaveral, Méjico (capital) o cualquiera otra ciudad del Sudestes de los Estados Unidos, América Central o zona del Caribe” (Kennedy, 1962, p. 545).

La oración expuesta en el párrafo anterior tiene una importancia trascendental en el contexto de la crisis puesto que, por un lado, no es un tema meramente nacional, sino que lo proyecta como un ataque contra occidente y, por otro, puede afectar a cualquier ciudadano. De esta forma, el temor no debería ser solo padecido por los EE.UU. sino que por el bloque que dirige, aumentando, de esta forma, la base de población en amenaza.

En este sentido, la producción de temor es clara e instala con exactitud el objeto de temor, vale decir, Cuba. Esto porque se transforma en una base estratégica de la URSS, lo que, traerá consigo “la presencia de estas grandes y terminantes armas ofensivas que pueden provocar repentinas destrucciones en masa” lo cual, afirma categóricamente, “constituyen una amenaza explícita para la paz y la seguridad de toda América” (Kennedy, 1962, p. 545). De esta manera, no solo incluye a un grupo mayor que el real de donde apuntaban los misiles, sino que, a su vez, reitera de manera explícita la peligrosidad y amenaza que supone este accionar coordinado. En otras palabras, insiste en la producción de inseguridad.

Seguidamente a la instalación de la inseguridad, Kennedy procura demostrar la peligrosidad de un enemigo que para este se caracteriza por no ser confiable. Específicamente menciona que desafía los acuerdos, por lo tanto, sería un enemigo desleal. En sus palabras:

“(…) en flagrante y deliberado desafío del Pacto de Río de Janeiro de 1947, las tradiciones de esta nación y de este hemisferio, la resolución conjunta del 87° Congreso, la Carta de las Naciones Unidas y mis propias advertencias dirigidas a los soviéticos el 4 y 13 de septiembre” (Kennedy, 1962, p. 545).

Esto es una traición de parte de la URSS dado que “esta acción contradice” las “seguridades del portavoz soviético” que había comunicado. Más adelante, desmiente la afirmación soviética de no tener armas fuera de su territorio, las cuales califica de “falsas” (Kennedy, 1962, p. 545), evidenciando como la ira comienza a tomar forma, aunque en un segundo plano, en el discurso.

Las emociones siguen dominando en el discurso dado que tampoco muestra mayores antecedentes técnicos. La ira toma mayor protagonismo puesto que el enemigo al cual se le teme, además, como se dijo, es traicionero, provoca agravios y realiza acciones injustas que Kennedy califica como violaciones a las seguridades, que están, también, desafiando la política norteamericana y del hemisferio occidental. Este desafío lo hace la URSS mediante una acción, “decisión de estacionar armas estratégicas”, que el presidente califica como “clandestina” y “repentina”, constituyendo “un deliberado e injustificado cambio en el “status quo” que no puede ser aceptado por este país” dado, afirman “nuestro valor y nuestros compromisos” (Kennedy, 1962, p. 546). Por lo tanto, lo que se procura hacia la población es que establezca una amenaza, pero ante ese miedo tenga la certeza que el gobierno actuará y atacará, por lo tanto, la ira es central.

Por otra parte, existen elementos de seguridad hacia la población. Esto es significativo en tanto necesita de la legitimación ante la posibilidad de lanzar un ataque contra la URSS con las consecuencias imaginables que podría haber traído una decisión de esa índole. La seguridad la busca, en coherencia con todo el discurso, en el apoyo de una comunidad mayor tanto dentro del país como fuera de él. Ante esto, dice “Ni los estados Unidos ni la comunidad mundial”, sigue “pueden tolerar mentiras deliberadas ni amenazas a ofensivas por parte de cualquier nación, grande o pequeña” (Kennedy, 1962, p. 546). Esto remarca a su vez el miedo ante la amenaza de un enemigo del cual no se puede fiar.

Otra seguridad que se intenta establecer en la población, para legitimar una posible acción es que toda posible acción se hace, finalmente, por la “paz”. Por eso Kennedy dice “esta nación está preparada a presentar su caso contra esta amenaza soviética contra la paz” por lo cual, afirma dicha seguridad, planteando que va a respetar los acuerdos, pero “sin limitar nuestra libertad de acción”. Adicionado, más adelante, dichas acciones “solo pueden destruirlos” (Kennedy, 1962, p. 547) en referencia a las armas atómicas. En esta parte se demuestra parte de la personalidad del presidente estadounidense de turno, vale decir, evitar el conflicto dado que se reconoce las consecuencias que puede tener.

Otro punto importante es que Kennedy, como se ha visualizado, no buscaba abiertamente el conflicto, pero necesitaba asegurar a la población su propia seguridad, por lo tanto, debería enunciar un discurso claro y contundente al respecto. Por ello, es sumamente interesante lo que señala al final de este puesto que planteará, luego de lo claro que había sido al comienzo. Al respecto son dos seguridades las que plantea, mas ya no son para la población solamente, sino que también son para él. La primera, mayoritariamente centrada en la población en general, dice relación con que EE.UU. tiene la capacidad y la voluntad de tomar acciones para remediar la situación de tensión vivida, esto lo afirma señalándole a la población “el mayor peligro de todos sería no hacer nada”, es decir, está pidiendo la legitimación de ellos. Lo segundo, más importante, las seguridades trascendentes pero que operan también en términos personales dado su catolicismo. Por una parte, la libertad y la paz como el fin deseado busca, es decir, se asegura a la población que no busca la guerra ni la destrucción que conlleva. Por otra, más clara, Dios, a quien dice “Dios quiera que alcancemos ese fin” (p. 548), por lo tanto, también opera con entidades que no son parte del mundo terrenal.

Conclusiones

La historia de las emociones, en tanto tendencia historiográfica en expansión, puede aportar conocimiento sobre diferentes aspectos. En el caso de estudio, aporta conocimiento sobre las crisis internacionales que son de vital importancia para comprender no solo las realidades fuera de los territorios, sino que, también, en el interior de los mismos. De esta forma, tomando en consideración una crisis específica de corta duración, se hace patenten que las emociones son centrales en dichos procesos planteando una posibilidad abierta de análisis.

La crisis de los misiles de Cuba que tuvo una repercusión mundial importante dada la amenaza que supuso a la seguridad internacional como para los Estados Unidos, de esta manera era necesario que el presidente J. F. Kennedy diera un discurso donde se evidenció que las emociones fueron significativas en la construcción del mismo. Considerando que dicho discurso se da por televisión, también significa parte de una estructura retórica de la noticia en tanto forma parte de un discurso público que buscó persuadir a los habitantes de que el peligro era inminente y que se debía actuar, legitimando las acciones que podría utilizar como al mismo gobierno dado que estaría cumpliendo su rol como protector de la seguridad al interior de la nación. Más allá de todas las connotaciones que podrán darse a posteriori sobre la real amenaza u voluntad de atacar de ambas potencias el discurso analizado se enmarcó dentro de los primeros momentos, por lo tanto, eso se desconocía.

En este sentido, el miedo y la ira fueron emociones centrales y funcionales en la construcción de una legitimación ante el contexto de tensión y crisis vivido, sin ello, tentativamente, no se habría podido actuar de la misma manera, dado que si se desconfiaba de la capacidad del presidente éste hubiese tenido que sucumbir a las presiones de atacar de otros sujetos de poder dentro del gobierno.

Para finalizar, esta tendencia historiográfica tiene potencialidades que aún pueden ser explotadas tanto a nivel temático como metodológico. Por ello, futuros trabajos ligados a las crisis internacionales podrían explorar otras aristas de la producción de emociones en la cultura de masas que se vivía en ese entonces. Solo para mencionar, se podría realizar un análisis del contenido emocional de periódicos, de la radio y de relatos. Cada uno de ellos fortalece una comprensión histórica más global que permite comprender la dimensión subjetiva del actuar del ser humano en la historia.

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  1. Esta conferencia de Kennedy es analizada desde la recolección de documento que se puede ver en: Pereira y Martínez (1995).