Homenaje póstumo a la académica, profesora, amiga, Dra. Marta Beatriz Henríquez Fernández (Q.E.P.D.)

La carrera de Pedagogía en Historia y Geografía está de duelo, y con profundo sentimiento de pesar rinde su homenaje póstumo de reconocimiento a la que en vida fue una académica de reconocida trayectoria, cultivando el conocimiento por la Geografía.

Considero un privilegio poder rendir este homenaje a tan importante figura de la Geografía Nacional, forjadora de numerosas generaciones de profesores de Historia y Geografía que tuvimos el honor y agrado de recibir sus sabias enseñanzas.

Su dolorosa partida, el pasado 24 de enero del año en curso, nos invita a evocar las enseñanzas que la Dra. Henríquez dejó como legado, tanto en su vida profesional, como pedagoga y geógrafa, así como su personalidad, siendo una consejera incomparable, generosa, amante de su familia y su trabajo.

En adelante la llamaré, “Mi maestra”. Ingresó el año 1985 a la Escuela de Pedagogía en Historia y Geografía, período en el cual realizó docencia en diversas asignaturas, entre las cuales se destacan: Cosmografía y Cartografía, Geografía Urbana y Rural, Geografía de la Población, Métodos y Técnicas de Investigación en Geografía, entre otras.

Nos conocimos el año ‘95, cuando cursé la asignatura de Cosmografía y Cartografía y Geografía Urbana y Rural, de las cuales posteriormente fui su ayudante. En su oficina logré capturar su esencia como mujer, su dulzura, persistencia, vehemencia en la defensa de posturas y su compromiso en la formación pedagógica.

Tuve la oportunidad de conocer a algunos de los miembros de su familia, a Marquitos, como siempre llamaba a su sobrino, su hermano Pancho, Tía Guille, sus padres. Los demás miembros, sólo de nombre, y siempre se apreció nostalgia y amor profundo en aquellas conversaciones que sosteníamos, cuando se refería a su familia. Compartimos gratos momentos en su casa-pensión, ubicada en Isabel Riquelme, con la Tía María, la Sra. que le ayudaba en las labores de casa, el departamento en Concepción y en Chillán, en Torre Rucamanqui, donde surgían largas conversaciones respecto a la contingencia, que le encantaba, con una mirada crítica del quehacer nacional.

Cuando me invitó a ser su ayudante, al término del año ‘95, durante el receso de verano me ofreció trabajar con ella en sus investigaciones, mi labor consistía en buscar información, ir a las comunas Trehuaco, Coelemu a solicitar información en el SERPLAC. Recuerdo, en un receso de verano, trabajó durante todo el periodo estival, en el marco de un proyecto Fondecyt, su pasión era desbordante, cuando concluía un artículo los leía varias veces, quedaba muy satisfecha de la tarea cumplida, al igual que en los terrenos geográficos, tanto por sus proyectos de investigación, como los de docencia, manifestaba una pasión por su desempeño que irradiaba y era ejemplo y motivación.

En contexto universitario, además de docencia, cumplió el rol como Jefa de Carrera, labor que generaba mucha demanda, y que en paralelo lograba avanzar en su carrera investigativa. En una oportunidad, en escenario de “mechoneo”, recibió llamadas previas de “quejas” por los estudiantes de Pedagogía en Historia y su comportamiento en el Campus La Castilla, y se levanta enojada y me dice: “Hija, acompáñame”, y bajamos a los jardines que están próximos a la Facultad de Educación, frente a Biblioteca, y cuando nos aproximábamos, David Huenchuchan, quién amenizaba con la guitarra y los “mechones” sentados en un círculo, todos los estudiantes de distintos cursos sentados cantando, alrededor de una “Damajuana”, se aproxima y les levanta el envase y lo lleva al secretario de Facultad, esto generó mucho risa por años y que también ella disfrutaba de aquel recuerdo.

Recuerdo que realizábamos terrenos al secano costero interior, con Tío Quique, Don Claudito, funcionarios de la universidad, de la unidad de movilización, el destino era Fundo Las Pataguas, cuando se adjudicó recursos de un proyecto Fondecyt, para la compra de artículos de alta tecnología, que contemplaba la implementación de una estación meteorológica. Nos íbamos temprano y regresábamos muy tarde, con la satisfacción de la tarea cumplida, realizamos las colaciones al interior del bus, entre chistes, risas, profundizaciones teóricas respecto a sus proyectos, era un momento de profundo aprendizaje.

En esos terrenos bajaba y subía las laderas, sin ninguna dificultad, a pesar de su patología de problema a la columna, irradiaba mucha energía y principalmente pasión por su trabajo y su línea investigativa.

En este sentido hubo varios aportes significativos: Condiciones físicas y químicas de los suelos de Quirihue, Ninhue, Portezuelo y Ránquil, en coautoría con Patricia Olivares; La carta de climas términos, húmedos y de ventilación del valle costero del río Itata, (secano costero, VIII Región del Bío-Bío, Chile), junto a Mónica Ihl, la gringa que le decía Martita, que también tuve la oportunidad de conocer en su oficina y en Congresos, además de colaboraciones con otros académicos del Departamento, como son el Dr. Jaime Rebolledo y Juan Muñoz Rau en su Evaluación de la estabilidad morfogenética del secano costero de la provincia de Ñuble. Es así como fueron diversas las contribuciones al área de la Geografía.

El año '97 tomó la decisión de continuar estudios de Doctorado y postuló al Centro EULA: Doctorado en Ciencias Ambientales con mención en sistemas acuáticos continentales, que concluyó con su investigación titulada La sustentabilidad socio-ambiental de las ciudades intermedias de Chillán y Chillán Viejo.

En este escenario, estando en Concepción, en calle Barros Arana, en un departamento que alberga recuerdos, solíamos cenar los fines de semana y quedarnos hasta altas horas de la noche trabajando, la maestra en sus artículos y yo en mis actividades académicas de pregrado, también le ayudaba a digitalizar sus trabajos, por lo cual recibía un aporte, aunque no le aceptaba en ocasiones, ella me insistía y me dejaba el dinero en mi mochila o mi cartera. Fueron tan gratos momentos, ambas cocinábamos y disfrutábamos de la exquisita comida gourmet que dejaba Tía Guille cuando viajaba a Chile, o que la maestra aprendía y la experimentaba conmigo, en nuestras tertulias.

En Concepción íbamos a Congresos en contexto de su doctorado y que me solicitaba le llevara algo urgente de su oficina, quedándome finalmente casi semanas enteras con ella, entraba a sus seminarios cuando venían expertos internacionales, me presentaba a sus compañeros de doctorado como su súper ayudante, que a esas alturas más que ayudante se había gestado una relación de admiración profunda hacia su labor docente, investigadora y por sobre todo, como persona y amiga.

Fue mi guía de tesis de pregrado, titulada Evolución del desempeño en la provincia de Ñuble en período de crisis 1995-1999, experiencia que tuvo más de una anécdota, por ejemplo fuimos a buscar un material a la intendencia Bío-Bío, y en los ascensores la maestra se desplomaba y comenzaba a reírse porque no la podía parar, terminábamos ambas a carcajadas y tratando de sostenernos para bajar al piso correspondiente.

Posteriormente, ya concluyendo su período académico, retornó a Chillán, embalamos todo en un camión y nos regresamos con destino a la UBB y al departamento de Torre Rucamanqui, ahí logré estar con ella más de un mes, viviendo para concluir mi tesis, yo ya me había casado y debía trasladarme a Castro-Chiloé y preferí quedarme en su departamento para concluir y hacernos compañía. Al año siguiente, ya en Chiloé estuvo conmigo una semana, de visita académica que estuvo en el marco de la Semana de la Ciencia y Tecnología, de Explora, donde generé un congreso con estudiantes de enseñanza media del Liceo Agrícola y Acuícola de Chiloé, perteneciente al Instituto de Educación Rural, y la maestra acompañó con una clase magistral, ya presentando resultados de su investigación doctoral que estaba en curso. En octubre del año 2000 generamos un terreno geográfico por las 92 hectáreas donde se asentaba el Liceo, donde subía y bajaba laderas sin problemas, como de costumbre y encantada del espacio geográfico. Disfrutaba cada momento y con los estudiantes del Liceo.

La Maestra fue partícipe de hitos importantes en mi vida, en mi matrimonio, y cuando quedó hospitalizada mi primera hija y luego falleció, me llamaba todas las mañanas para darme ánimo y manifestar su apoyo, participó en su funeral y, cuando ingresé a la Universidad como funcionaria el año 2009, fuimos a celebrar mi ingreso y su decisión de jubilar. El año 2010, para el 27F, hicimos una última celebración con motivo de su jubilación, nos congregamos en el piso 17 de la Torre Rucamanqui, departamento en que vivió desde el año 1999, distintos ayudantes y estudiantes de varias generaciones, celebrando su término de proceso de desempeño profesional.

Martita, con este homenaje, te digo que sólo estás en otro plano existencial y tu legado ha quedado en las múltiples generaciones que tuvimos el honor de ser tus estudiantes.

Martita Descansa en Paz.