Piedad popular en torno a María en el Norte Chico. Devoción de la mina Andacollito

Popular Piety around Maria in the small north. Devotion of the Andacollito Mine

Resumen

La piedad popular en el norte de Chile es un legado cultural y religioso que se ha transmitido durante décadas, representada principalmente, por las diversas festividades marianas que se realizan durante el año. Este espacio, se ha destacado por la libertad de expresión que tienen los habitantes de la zona y así también, por el espectáculo folclórico que deslumbra a un sin número de turistas. Sin embargo, la devoción hacia la virgen maría, es parte de una rutina de mucho respeto para los hombres que trabajan en las minas del norte de Chile, ya que la virgen es la santidad que los protege para salir con vida de cada jornada laboral. En este contexto se hace hincapié en la incorporación de la mujer al trabajo minero, específicamente se entrevista a María Angélica Lemus, quien es dueña de la Mina de Andacollito y relata cómo fue su experiencia laboral en un sector machista y a su vez, la relación que tiene con la Virgen de Andacollo.

Summary

Popular piety in northern Chile is a cultural and religious legacy that has been passed down for decades, represented mainly by the various Marian festivities that take place throughout the year. This space has stood out for the freedom of expression that the inhabitants of the area have and thus also, for the folkloric show that dazzles countless tourists. However, the devotion to the Virgin Mary is part of a routine of great respect for the men who work in the mines of northern Chile, since the Virgin is the sanctity that protects them to leave each working day alive. In this context, emphasis is placed on the incorporation of women into mining work, specifically María Angélica Lemus, who is the owner of the Andacollito Mine, is interviewed and tells about her work experience in a macho sector and, in turn, the relationship that has with the Virgin of Andacollo

Palabras claves

Virgen – Piedad Popular – Mujeres mineras – Fiestas marianas – Norte de Chile

Keywords

Virgin – Popular Piety – Mining Women – Marian Festivals – North of Chile

Introducción

La historia del norte es un encuentro y mestizaje que está marcado, desde sus inicios, por la riqueza cultural de diversos pueblos que se hicieron presente tanto en la frontera como en la pampa y sector andino, así lo corrobora el Obispo Marco Ordenes “La influencia de la cultura de Tiahuanaco (hacia el siglo XI d.C.), luego la de los reinos aymaras, finalmente el dominio quechua inca” (Ordenes, 2009 p. 2). Durante el siglo XVI llegan los primeros españoles, quienes en el año 1534 dominaban la zona y tenían relación e influencia sobre los indígenas, conformándose un nuevo proceso de evangelización.

En el siglo XIX el norte de Chile se veía beneficiado por el auge y estabilidad que generó el Salitre en la economía; con esto el desarrollo social y cultural tendrá una nueva etapa.

“(…) comienzan a llegar pequeños mineros, especialmente de la zona del Norte Chico de Chile (Serena, Ovalle, Copiapó) Se inicia una nueva forma de vida en el desierto: la vida del pampino, del trabajador de la oficina salitrera” (Ordenes, 2009 p. 2).

A finales de este mismo siglo, se desarrolla la Guerra del Pacífico (1879-1883) proceso, cuyo resultado, fue la victoria para Chile, quedando bajo su gobierno y dominio, las que se conocen hoy en día como la I y II región del país:

“(…) terminada la guerra se inicia un proceso progresivo de identificar las tierras ganadas con las costumbres de la chilenidad. Se inicia un período muy fuerte y duro de “chilenización” que buscó erradicar todos los elementos de identidad peruana y boliviana de la zona” (Ordenes, 2009 p. 3).

Para los años cincuenta habrá un nuevo auge económico en los principales puertos del norte debido al desarrollo de la industria pesquera y para los 70, con el gobierno del presidente Salvador Allende, se nacionaliza el cobre produciéndose un nuevo cambio en el ingreso de la distribución con este recurso, beneficiando a Antofagasta y Calama.

De acuerdo a los diferentes hechos de carácter económico y político mencionados, se entiende que se produzca una movilidad social e interacción entre diferentes culturas, quienes tuvieron que sobrellevar los altos y bajos de los diversos periodos, formándose así un sentir y pensamiento nacionalista propio del nortino. Considerando este contexto se relaciona el desarrollo social y cultural con la dimensión religiosa y la inserción de la piedad popular.

El presente artículo se basa en una investigación realizada a finales del año 2019, cuya hipótesis es afirmar cómo la piedad popular hacia la Virgen maría, en el norte de Chile, tiene un rol preponderante de unión social, porque representa un espacio de expresión libre, sin discriminación de ningún tipo, que se ha gestado entre la conservación de las tradiciones ancestrales y el culto a la religión católica.

El objetivo principal, es analizar y describir la influencia y desarrollo que representa la piedad popular para la sociedad nortina, sus costumbres y tradiciones, considerando a la Virgen María como elemento fundamental de devoción entre hombres y mujeres.

Como objetivos específicos:

La metodología utilizada ha sido el análisis bibliográfico y de fuentes, fundamentando la investigación con entrevistas en terreno, específicamente, en la ciudad de Copiapó, a diversas personas que tienen relación directa con las fiestas marianas del norte y la dueña de la mina Andacollito.

Desarrollo

Piedad Popular del Norte de Chile

La piedad popular es parte de la identidad cristiana, así la define Marco Ordenes en la siguiente cita

“Es una experiencia de verdadera integración entre “las cosas del cielo y de la tierra” Dios está presente en la realidad de las personas y su comunidad. Es un movimiento de Dios hacia el hombre, y esto es propio de la identidad cristiana de la fe” (Ordenes, 2009, p. 3)

El dinamismo de la religión en conjunto con el proceso evangelizador en los pueblos americanos generó la necesidad de crear y aceptar una forma de expresión popular que matiza las costumbres de los pueblos antiguos y la devoción hacia Jesucristo del catolicismo. Sin embargo, para América latina, quien recibe las mayores veneraciones es la Virgen María, en sus diversos nombres.

“La Virgen María es entre católicos el símbolo sagrado con el que más cercanas y satisfactorias relaciones establecen los creyentes. Teológicamente María ha sido adornada por la Iglesia Católica entre otras con las virtudes de la virginidad, la maternidad divina, la mediación entre Dios y los hombres y la corredención” (Rodríguez, 2012, p. 33).

Para el caso de América, se destaca la devoción popular mexicana en honor a la Virgen de Guadalupe celebrada el 12 de diciembre. Aquí se destaca una de las celebraciones populares más grande y de mayor cantidad de adeptos para su país. En Argentina Nuestra Señora de Luján celebrada el 8 de mayo; Bolivia Nuestra Señora de Copacabana celebrada el 5 de agosto; Brasil Nuestra Señora Aparecida celebrada el 12 de octubre; Colombia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá celebrada el 9 de julio; Costa Rica Nuestra Señora de los Ángeles celebrada el 2 de agosto; Cuba Nuestra Señora de la Caridad del Cobre celebrada el 8 de septiembre; Perú Nuestra Señora de la Merced celebrada el 24 de septiembre, entre otras.

En el caso de Chile, la devoción es hacia la Virgen del Carmen, conmemoración que se celebra el 16 de julio. Todas estas festividades, tienen en común la libertad de expresión, ya sea en sus bailes, música, vestimenta, ritos, etc. Además, la intencionalidad de ser un espacio que no considera las limitaciones de la realidad personal, política, económica o familiar.

La importancia que tiene para la sociedad chilena la Virgen María, proviene desde tiempos de la Conquista y así lo confirma la investigación realizada por Myriam Duchens:

“La dureza de la conquista y la épica de la evangelización acentuaron el fervor religioso de los peninsulares, quienes en la medida que penetraban en el nuevo territorio fueron dejando a su paso numerosas iglesias y ermitas en honor a María. Lo mismo ocurrió con las sucesivas ciudades que establecieron, muchas de las cuales fueron denominadas con algunas de las diversas advocaciones marianas. Entre estas urbes se encuentran: Concepción de la Madre Santísima de la luz (Concepción), Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro de Valparaíso (Valparaíso), Santa María de los Ángeles (Los Ángeles) y Dulce Nombre de María (Valdivia), por citar algunas” (Duchens, 2010, p. 30).

Como se ha destacado anteriormente Chile también cuenta con una variada devoción hacia la Virgen María, prueba de ello, es la diferencia entre la manifestación de la piedad popular nortina y sureña. Sin embargo, para efectos de esta investigación se tratará el caso particular de las fiestas marianas en el norte Chico, contando con el ejemplo del caso devocional de la mina de Andacollito.

El Norte, grande y chico, de Chile, se caracteriza por el gran número de Festividades Marianas, santuarios (Las Peñas en Arica, Ayquina en Calama, La Tirana y San Lorenzo en Iquique), procesiones y fiestas que reúnen en cada una de sus fechas, a la comunidad y a centenares de turistas. Milton Godoy uno de los principales autores que ha escrito sobre la devoción en estas regiones, relata lo siguiente sobre el norte chico:

“La fiesta de la Candelaria en Copiapó, de la Virgen de Andacollo en el pueblo del mismo nombre, de la virgen de la Piedra en Combarbalá y de la Virgen del Palo Colorado, un poco más la sur, han dado origen a una serie de estudios que se refieren a la relación entre los pobladores de la zona y la figura de una virgen protectora que los auxilia en los momentos difíciles de la vida.” (Godoy, 2017, p. 389).

Las devociones marianas han estado presentes desde el comienzo de la historia de la zona Norte, como una representación de la relación entre el hombre y la virgen protectora que los auxilia en los momentos difíciles.

“La Virgen María, Madre del Señor, es madre también del pueblo. La tradición mariana de América, se vive con una fuerza muy grande en el Norte Grande. La Virgen María, tiene el ancestro cultural religioso de la madre tierra personifica la bondad, auxilia, perdona, acoge. Es la madre del Hijo de Dios y es la madre del peregrino, del que acude con confianza a ella. Siempre es acogida. Entiende a los hijos como una muy buena madre” (Ordenes, 2009 p. 13).

Esta relación como cita Milton Godoy es:

“fruto de un sincretismo religioso, que desplazó al cristianismo doliente y castigador que llegó con el español del siglo XVI, para dar paso a una religiosidad festiva que se convirtió en tradición. En este entorno, las iglesias, patrimonio arquitectónico para algunos, se convirtieron en repositorios de memoria, que acumularon recuerdos que con los años se convirtieron en tradición” (Godoy, 2017, p. 16).

La identidad, memoria, tradición o bien religiosidad o piedad popular de los pobladores de esta zona, se basa en la fe y ha sido cultivado por la catequesis y la liturgia, elementos propios de la identidad cristiana y celebración del evangelio.

“La Piedad Popular es una experiencia de verdadera integración entre las “cosas del cielo y de la tierra” Dios está presente en la realidad de las personas y su comunidad. Es un movimiento de Dios hacia el hombre, y eso es propio de la identidad cristiana de la fe” (Ordenes, 2009, p. 3).

Esta capacidad litúrgica ha sido propia de la fe católica y ha generado un mestizaje que ha acogido al poblador nortino.

“Fueron los primeros siglos de evangelización: XVI y XVII. En ellos existió la extirpación de idolatrías (siglo XVII) que rápidamente dio paso a una etapa de convivencia entre las expresiones culturales ancestrales y el contenido de la nueva Fe cristiana. Fue el tiempo del verdadero mestizaje de la fe, comenzaron a nacer muchos de los modos rituales que aún hoy se practican en el Norte (…) Así, aunque a comienzos del siglo XX, la jerarquía de la Iglesia combate a los bailes, a la vez alaba el amor a la Virgen María en la Zona Norte” (Ordenes, 2009 p. 10).

Inserción de la mujer en la minería

La minería en Chile tiene un papel estratégico y preponderante en la economía como motor de desarrollo. “en el año 2014 la minería se encontraba en el tercer lugar, después de la administración pública e intermediación financiera, en cuanto su aporte al producto interno bruto (PIB)” (Stefanovic. 2016, p. 5). Una de sus principales características es la mano de obra que la conforma, está ha sido preponderantemente masculina, tanto en Chile como en otros países de América.

En los últimos años, la integración laboral de la mujer en la mina ha comenzado a aumentar y eso ha generado la creación de nuevas estrategias y políticas, tanto del sector público como privado. Para el año 2016 la mujer alcanza un 8,2 (Stefanovic. 2016, p. 5) de presencia laboral en la mina.

La realidad de las mujeres a nivel nacional es compleja en cuanto a la igualdad salarial frente a la figura masculina. Esta situación que también se ve de manera frecuente en el norte, ligado a una economía cíclica, una marcada inestabilidad social producto de la dura faena minera que viven los maridos de estas mujeres, infidelidades, falta de formación valórica, drogadicción y alcoholismo, marginalidad, entre otros problemas, ha aumentado el afán de sobrevivencia de la mujer, priorizando encontrar su propia autonomía y sustento frente a estos problemas.

“El sector minero, en particular la gran y mediana minería, es considerada atractiva por sus altos salarios, un alto porcentaje de puestos de trabajo a tiempo completo y otros beneficios que ofrecen condiciones de calidad en el empleo significativamente más favorables que el promedio nacional. En 2015 en Chile el ingreso imponible mensual en la minería fue el más alto de todos los sectores y más que el doble del promedio del país (Consejo minero, 2016). Desde esta perspectiva es un ámbito potencial para el desarrollo de carrera para las mujeres, fortaleciendo su derecho a participar en un sector económico dinámico y con importantes proyecciones de desarrollo, en condiciones de igualdad con los varones, a pesar de la desaceleración.” (Stefanovic, 2016, p. 11)

Los hechos que se relatan no son nuevos para una de las primeras mujeres mineras de Copiapó, quien hoy tiene alrededor de 80 años, su historia personal refuerza las características de la piedad popular nortina y reafirman la convicción de que la fe es igual para todos, sobre todo el ambiente minero, en donde son muchas las supersticiones, asperezas y desencuentros laborales ente hombres y mujeres. Las fiestas marianas son un espacio, donde no se discrimina, se refuerzan las tradiciones y la relación de la sociedad con la religión católica. En los siguientes párrafos se expone la entrevista a María Angélica Lemus y otras personas relevantes para el desarrollo del tema en estudio.

María Angélica Lemus, vive en el norte Chico, en las afueras de Copiapó, en el sector denominado Sierra Chicharra, donde se ubica la Mina de Cuarzo Andacollito, que recibe su nombre en honor a la Virgen que se encuentra asentada en una roca a la entrada. Dicha imagen fue traída, por uno de los primeros miembros de su familia desde Argentina. La historia de esfuerzo y devoción que se da en este lugar, es reconocida y comentada por la generalidad de los habitantes. Se destaca que, en dicha Mina, solo trabajan mujeres mineras, y existen numerosas anécdotas que forman parte de la piedad popular y que hacen de éste, un lugar sagrado. El autor David Muñoz, al respecto cita:

“Se trata de una actitud que acentúa la trascendencia del radicalmente otro, de Dios, aunque pueda parecer que esto es contradictorio. La persona que tiene esta actitud admite claramente que hay unas cosas visibles y unas cosas invisibles, con distinción entre ellas, pero sin separación. Con esto lo que es divino y lo que es humano están relacionados, pero no confundidos” (Muñoz, 2019, p. 31)

La entrevistada es Ingeniero en Ejecución en Minas y Diagramarista en Explosivos, primera mujer minera en esta área desde 1971. Su abuelo, Eduardo Jesús Lemus Letelier, arriero, llega a la Sierra Chicharra, sector de Copiapó, en el año 1830, desde Argentina, casado con doña Santito Encarnación Vallejo, trae consigo la imagen de la Virgen de Andacollo, tallada en aquel país. Desde entonces, este hombre se instala en las cercanías de Copiapó y forma una familia que para María Angélica tiene un sello matriarcal, relata que su interés por la minería nace al ver a su bisabuela, abuela y madre trabajar en esta mina, denominada Andacollito. Para ella lo primordial, mientras ha trabajado en la mina, es la tradición heredada por la fe:

“Para nosotros tener a la virgen en la mina siempre ha sido símbolo de protección, es el ángel que nos cuida y nos protege, ella es lo más seguro a quien yo le puedo pedir que interceda por mi ante Dios” (Entrevista María Angélica Lemus, 10/2019).

Los ritos que se practican antes de entrar y salir de la mina, son para pedir y también agradecer la protección otorgada por la virgen, esto es común entre los mineros, sin embargo, es un acto considerado por los mineros hombres, pues a ojos del Párroco y ex rector del santuario de la Candelaria:

“la mujer tenía prohibido el ingreso a la mina, porque los hombres eran supersticiosos y la única presencia femenina era la de la virgen, dejar entrar a una mujer era sinónimo de ruina y malos augurios” (Entrevista a Párroco y ex rector del Santuario de la Virgen Candelaria, Aquiles Altamirano, 10/2019).

El párroco Aquiles, lleva trece años en la región y recuerda que su primera impresión al llegar a esta zona fue chocante, no podía comprender los ritos, ni los bailes o cantos, estaba acostumbrado a la oración de los fieles en silencio o verlos encender una vela para agradecer, pero se ríe y recuerda que le pareció folclórico ver tantos colores, escuchar sonidos fuertes, hace referencia a los carismáticos, incluso a la devoción en particular de ciertos hombres que contaban sus experiencias a viva voz frente a la Virgen, sin ningún pudor; relatan casos de borracheras, violencia, gastos desmesurados de dinero, etc. El autor Marco Ordenes hace referencia al rito:

“El hombre del Norte es ritual. Se somete al rito como un proceso de constatación de la realidad y de vinculación existencial con ella. El rito marca el tiempo; y la vida la va desarrollando en medio de los ritos que a su vez recogen y marcan la vida. El Norte está lleno de costumbres, rituales, modos de actuar” (Ordenes, 2009 p. 8).

Tanto la música, danza, vestimentas, colores y fiestas en torno a la religiosidad son una respuesta o manifestación de apoyo y ayuda frente a una economía poco estable e incluso cíclica, migraciones internas, inestabilidad familiar, alcoholismo, drogadicción, pobreza, marginación etc. Estos son factores de una cultura nortina que marcan la historia y memoria de los entrevistados, así como de la mayoría de los pobladores. Sin embargo, los adeptos a la religión católica no han ido aumentando en la zona norte, sino por el contrario a ojos del Párroco Aquiles, la religión protestante hoy cuenta con mayores adeptos que la iglesia católica y que de no ser por las fiestas marianas la situación seria más perjudicial. Esta información la confirma el Obispo Marco Ordenes:

“Es interesante observar la disminución de católicos y el aumento de protestantes. Por ejemplo, en la provincia de Iquique el año 1992 había un 81,02% de católicos. En 2002 es de 74,04%; mientras que el mundo evangélico subió de un 10,11% a 12,08%. La diferencia del 7% entre los dos censos podríamos pensar que se puede ver algo reflejada en las migraciones que se pudieran pensar de católicos al mundo protestante (2% aprox.) y a la indiferencia religiosa (2% aprox.)” (Ordenes, 2009 p. 9).

María Angélica, también comenta que hoy el minero no es el mismo de antes, los cambios son inminentes, hoy se habla de trabajadores y empresarios, no del minero como trabajador esforzado, hoy se habla del profesional. Ambos entrevistados comparten que la diferencia en este nuevo trabajador recae en la falta de fe, no se puede hablar de una religiosidad popular nortina, sino pertenecen a la zona:

“La juventud y los profesionales nuevos no tienen el arraigo a la fe, las nuevas generaciones ven el cerro por lo que hay que sacar, la materia prima que te tienen que entregar, pero la fe no alcanza, no les cuadra” (Entrevista María Angélica Lemus, 10/2019).
“El minero antiguo es prácticamente un ser humano de mucha fe a diferencia de hoy en día, yo que he visto tanto minero nuevo, incluyendo a mi hija, aunque esta educada de otra forma porque le he inculcado la fe, he sido drástica porque en cuanto a la fe yo no transo. Yo he trabajado con muchos alumnos en Inacap que se preparan para ser ingenieros en minas que se especializan en explosivos y les digo ¡a la mina se le tiene respeto! y hay que tener fe para entrar y salir con vida de ese lugar” (Entrevista María Angélica Lemus, 10/2019).

Se refiere a esta misma situación don Cristian Alvarado , comentando que hace años los mineros tenían reuniones litúrgicas para rezar por los mineros caídos; hoy eso ha cambiado denominándose encuentro de trabajadores, considerando otros puntos de conversación.

La Piedad Popular y la Fe, son elementos propios de la identidad del hombre nortino y la pregunta es, ¿Cómo evitar que se pierda el fundamento y reconocimiento de lo que son? El Obispo Marco Ordenes cita:

“En medio de los procesos de globalización transculturación, las experiencias de los pueblos, pueden perder su identidad si no tienen un firme sustrato que las fundamente y nutra. El Norte, a pesar de su identidad, puede perder la identidad religiosa de sus costumbres. El desafío que se nos plantea es doble: por una parte fortalecer y recuperar la identidad cristiana del pueblo nortino, fuertemente mariano; y por otra, que esta identidad sea enriquecida y sostenida por las propias expresiones culturales que a lo largo del tiempo la han sostenido” (Ordenes, Marco, b, p. 15).

Sin embargo, en la medida que existe la popularidad religiosa, habrá elementos fundantes de la memoria de un pueblo, como es la experiencia personal y familiar y que se ha plasmado a través de las entrevistas.

“Podemos afirmar entonces, que la Piedad Popular es un lugar identitario, en cuanto constituye un arca que guarda hechos significativos para la construcción de la identidad; pero no al modo de una bodega de acumulación clasificada por el tiempo, sino que tiene una condición de “actualización” al estar presente en la realidad de una conciencia que hace consciente de sí” (Ordenes, Marco, 2009, p. 10).

Por consiguiente, en la medida que los ritos, fiestas, bailes, etc. no pierdan la condición de adaptación e innovación a través de la fe, y se ajusten a las necesidades de las nuevas generaciones, seguirán generando identidad regional.

El afecto popular hacia la virgen ha estado presente desde tiempos remotos.

“Siempre los católicos han manifestado una predilección por el culto de María, Desde los primeros siglos del cristianismo ya se representaba en estatua e imágenes de todas las dimensiones y calidades” (Herrera y Ferreira, 2018, p. 50).

Don Cristian Álvarez comenta que se ha educado para que los pobladores nortinos sientan afecto, de igual forma, por todas las vírgenes de la zona, pues en el fondo se trata de la virgen María, pero para cada poblador esto no es así y ellos demuestran su afecto con diferentes apodos, dependiendo de la virgen que se trate.

“(…) el afecto popular: “Virgen Morena”, “La Chinita de Andacollo”, “Madre de Jesús”, “Madre Nuestra”, “Chinita”, entre otras sentidas denominaciones apelativas a su condición de Virgen “Milagrosa y Prodigiosa”, revela el alcance, amplitud (…)” (Herrera y Ferreira, 2018, prólogo).

Hasta nuestros días la Virgen representa la Madre del Pueblo, la imagen de la protección, quien no juzga a sus hijos y esto se infiere desde la concepción del mundo del poblador nortino, y ha sido escrito por diversos autores y relatado por la memoria de los entrevistados.

“No hay un solo minero que regrese del pueblo o de alguna excursión, sin que llevara flores frescas a la virgen. Los mineros del Norte Chico poseían una arraigada de en la virgen, a quien denominaban su chinita, y manifestaban su fe participando de las fiestas.” (Godoy, 2003, p. 6)

Relata don Aquiles que la iglesia aceptaba tres milagros por año, porque eran muchas historias y casos que se consideraban regalos o intervenciones de la Virgen, posiblemente la más contada y de la que él no duda es:

“Un minero tenía un hijo enfermo de epilepsia, un caso bien complejo, y cada año cerca de las fiestas los ataques del niño empeoraban cuando las personas se preparaban con sus cantos y bailes para el día de la fiesta de la virgen de la Candelaria (15 agosto), ese mismo día el hijo del minero empeoró tanto que el médico dijo que no se podía hacer nada, el minero abatido tomo a su hijo y lo llevo frente a la virgen y la desafió frente a todos los presentes diciéndole, ¡tú que todo lo puedes, demuéstrame que no me has abandonado madre mía! Los presentes fueron testigos de cómo el niño se levantó frente a la virgen y comenzó a cantar a su padre” (Entrevista a Párroco y ex rector del Santuario de la Virgen Candelaria, Aquiles Altamirano, 10/2019).

Don Aquiles dice que hasta el año pasado el niño epiléptico aun formaba parte del grupo de bailarines y cantantes que se preparan para la fiesta de la virgen.

En el caso de María Angélica, relata la discriminación que vivió en las minas por ser mujer y por la superstición que se tenía con respecto a la Virgen. Pero, esto no fue impedimento para que convocara, reuniera y se juntara con cinco mujeres para trabajar en su mina. Asegura, siempre estuvieron amparadas por la Virgen, porque la Fe no discrimina:

“Conocí a un grupo de mujeres que no habían terminado los estudios en mina, pero tenían el conocimiento, muchas eran esposas de mineros o viudas de mineros, y yo decía: ¿y por qué las mujeres no? Si yo estoy acá. Ellas en un primer momento me decían, que la idea de trabajar no era viable, que mejor lo olvidara” (Entrevista María Angélica Lemus, 10/2019).

María Angélica hizo un juramento con estas mujeres, el que se trataba de durar un mes trabajando en la mina, solo un mes y hoy dice, que gracias a la Virgen superaron con creces ese tiempo, comenzaron a trabajar en el año 1995 hasta el año 2015. Hoy en día, todas ellas siguen trabajando en el rubro minero.

“Cada mañana antes de entrar a la mina todas nos arrodillábamos frente a la Virgen, nos sacábamos los cascos y le pedíamos tener una buena faena y salir con vida de la mina, al salir nos volvíamos a agachar para agradecer que siempre nos cuidará” (Entrevista María Angélica Lemus, 10/2019).

Esta minera hoy tiene todos los documentos y permisos para hacer un Santuario en la carretera que da camino a la mina Andacollito, está es su forma de agradecer tantos favores y manifestar su fe.

Las formas de agradecer a la Virgen son muchas, el párroco Aquiles también cuenta que mientras estuvo en el Santuario, todos los meses recibía pelucas y ropas para la Virgen. La tradición ha sido una forma de educar, de traspasar la fe y hacerla parte de la identidad.

De acuerdo con lo anterior se comprende, que tanto para el hombre como para la mujer lo religioso es un concepto natural, es propio de la consciencia.

“Lo religioso comprende un proceso de religarse con la experiencia de lo sagrado, desde donde brota una comprensión de todo lo que cuanto el hombre es y hace. (…) Lo religioso forma parte del imaginario colectivo de nortino de una forma variable” (Ordenes, 2009 p. 9).

Sin embargo, como menciona el autor, esto no sería igual si no fuera por la cultura andina:

“El sustrato religioso básico está marcado por un modelo de características andinas: donde los elementos del rito, la fiesta, la sacralidad del tiempo y el espacio, la expresión danzante y musical, la peregrinación del santo, la manda como voto de unión de la vida y la fe, modelan en modo peculiar de “religarse” a lo sagrado” (Ordenes, 2009 p. 10).

Conclusiones

La Piedad Popular, es parte primordial de la identidad nortina, tanto en hombres como en mujeres, ellos basan sus ritos y tradiciones en la fe, la transmiten y educan en torno a la celebración de las festividades de la Virgen. Se encomiendan y sienten protegidos por la Virgen y la anteponen a sus urgencias como una forma de vida.

A través de las entrevistas realizadas y análisis de textos, se ha podido atestiguar relatos de la memoria particular y colectiva, desde dos áreas: Social (Una mujer minera) y Religiosa (Párroco de la zona). Asimismo, se ha detallado en los relatos, la devoción que tiene María Angélica, hacia la Virgen de Andacollo, considerando que existen varias devociones y devotos; la tradición cultural y patrimonial que se sigue transmitiendo.

El aumento de la mujer en la minería y el compromiso de diversas instituciones privadas y públicas para lograr políticas igualitarias, ha causado efectos positivos y beneficiosos para el mismo desarrollo minero, la disminución de la pobreza y la inclusión de la mujer al rubro laboral.

Por último, considerar que, frente a la crisis religiosa de la Iglesia Católica, las fiestas marianas representan el sostén y la cercanía de los habitantes y asistentes que aún se hacen presentes en cada fecha de celebración. No es menor la disminución de fieles que han tenido los encuentros litúrgicos hoy en Chile (anterior a la Pandemia).

Referencias

Fuentes

Entrevista María Angélica Lemus. Copiapó. Octubre 2019.

Entrevista Cristian Álvarez. Copiapó. Octubre 2019.

Entrevista Aquiles Altamirano. Copiapó. Octubre 2019.

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Anexos

Chile: estructura de la población ocupada por sector de actividad económica, según sexo, 2013 (%)
Chile: análisis de participación laboral en la minería, por regiones, 2015 (%)
Fuente: Elaboración propia a partir de informe del Consejo de Competencias Mineras (C.C.M) del Consejo Minero, “Fuerza Laboral Gran Minería 2015-2024”. a Región Metropolitana, Región de Valparaíso y Región de O'Higgins.

  1. Doctoranda de segundo año. Universidad Complutense de Madrid, España.
  2. Entrevista a Cristian Álvarez. Profesor de Historia. Realizo su tesis en la religiosidad popular de la zona. Octubre 2019.