Entre chuicos y damajuanas: pauperización de la vida campesina en Ñuble (Chile), 1960-1980

Between chuicos and damajuanas: Pauperization of the peasant life in Ñuble (Chile), 1960-1980

Resumen

El estudio, a través de una metodología cualitativa, revisa algunos aspectos de la vida campesina durante la segunda mitad del siglo XX en la antigua provincia de Ñuble, identificando cómo la presencia del alcoholismo transformaba los espacios, ralentizaba la producción agrícola, violentaba a las familias de la época, y empobrecía a las comunidades. Este proceso, denominado pauperización, deja en evidencia uno de los aspectos de la ocupación humana en el campo chileno, en este caso el trastoque de los roles de los miembros de la familia campesina, donde el hombre dejaba de ser un proveedor y protector de la misma para convertirse por efecto del alcohol en un agente disruptor en la sociedad, plantea una posibilidad de análisis para determinar condiciones de pobreza en algunos sectores rurales de Ñuble.

Summary

The study, through a qualitative methodology, reviews some aspects of peasant life during the second half of the 20th century in the former province of Ñuble, identifying how the presence of alcoholism transformed the spaces, slowed down agricultural production, ravaged the families of that period, and impoverished the communities. This process, called pauperization, highlights one of the aspects of human occupation in the Chilean countryside, in this case the change in the roles of the members of the peasant family, where the man ceased to be a provider and protector of the family and became a disruptive agent in society due to the effect of alcohol. This raises a possibility of analysis to determine the conditions of poverty in some rural sectors of Ñuble.

Palabras claves

Alcoholismo – Campesinado – Rural – Ñuble

Keywords

Alcoholism – Peasantry – Rural – Ñuble

El Chuico y la Damajuana
Después de muchos percances
Para acabar con los chismes
Deciden matrimoniarse

Subieron a una carreta,
Tirada por bueyes verdes
Uno se llamaba ¡Chicha!
Y el compañero ¡Aguardiente!


(Parra, N. El chuico y la damajuana,1958)

Introducción

Hacia mediados del siglo XX, Chile comenzaba a reflejar los esfuerzos de los gobiernos por estimular los procesos de urbanización, convirtiendo a las ciudades en el foco principal de desarrollo, donde éstas actuaban como núcleos de progreso concentrando en sí los servicios básicos, salud, educación, seguridad, y desarrollando un sistema bancario y de comercio que permitía mayor acceso a oportunidades laborales y mejor calidad de vida. Ya en 1960 alrededor del 68% de la población del país era considerada urbana, y hacia 1980 solo el 17,7% de la población vivía en áreas rurales. En la antigua provincia de Ñuble dicho panorama era distinto, ya que en 1960 el único centro urbano era Chillán con 65.112 habitantes, que representaba al 22,8% de la población provincial.

El mundo rural durante el periodo en estudio presentó variadas dificultades para adaptarse a los cambios, como el enfrentamiento a nuevos sistemas de trabajo, donde los bajos salarios y la llegada de maquinaria a los campos de cultivo producían precariedad, pero ninguna de las dificultades fue tan nociva como el alcoholismo. La embriaguez del campo chileno es una realidad extendida y normalizada por la sociedad, es por ello que se busca comprender el rol que jugó el alcohol en el empobrecimiento de la vida campesina durante la segunda mitad del siglo XX a fin de comprender las dinámicas sociales que se establecieron en la provincia en torno al alcohol, y las consecuencias que tuvo en la población.

Las temáticas sobre alcohol y alcoholismo son variadas, y han sido estudiadas tanto por historiadores como por instituciones gubernamentales y eclesiásticas, pero la mayoría de estas investigaciones apuntan a cómo el alcohol ha trastocado la producción industrial, la vida en sociedad o la degeneración moral de la población. Ejemplos de ello son el Primer Sínodo Diocesano de la Santa Iglesia de Concepción, que en 1744 ya alertaba sobre el problema moral que significaba el consumo de alcohol en los indígenas, decretando la prohibición de la venta de alcohol a las comunidades, o el documento Trabajo y alcohol: una relación conflictiva. La experiencia minera de Atacama en el siglo XIX de Hernán Venegas (2008) en la misma línea, posibilitando plantear la problemática del alcohol como una arista de los estudios etnográficos.

Se reconoce que las bebidas fermentadas se encuentran insertas dentro de la idiosincrasia del país, actuando como un factor básico de los espacios de sociabilización, donde en torno a un chuico o damajuana los sectores populares campesinos dan inicio a juergas que desestabilizan familia, ahorros y fuentes laborales producto de su consumo desenfrenado. El estudio busca reconocer a través del análisis etnográfico si en algunos sectores rurales de la provincia de Ñuble el alcohol fue un factor importante en la pauperización de la vida campesina en la segunda mitad del siglo XX, vinculando las condiciones de vida de las familias campesinas y sus dinámicas sociales establecidas en función del análisis documental y bibliográfico.

Desarrollo

Consideraciones teóricas

El consumo de alcohol y la relación existente con la pauperización de la vida campesina se ha tratado mayoritariamente desde la historiografía tradicional positivista, donde la construcción histórica se realiza por medio de impresiones y documentos de los sectores dominantes, compuestos especialmente por la élite, grandes empresarios y gobierno de la época. A partir de la década del ’70 la historiografía dirigió su mirada hacia la antropología, asumiendo muchos de sus postulados y aportaciones metodológicas y temáticas (Aurell, Balmaceda, Burke & Soza, 2013, p. 290), y a partir de esta reacción surge lo que conocemos como la Nueva Historia, en la cual se sustenta la investigación.

La Nueva Historia es una especie de tercera vía, “que pretendía [la] unión entre el viraje cultural de la historia de las mentalidades y el viraje lingüístico de la Nueva Historia narrativa” (Aurell et al., 2013, p. 296). Lo anterior se refleja en la crítica que realiza a las creencias historiográficas tradicionales, donde pone en tela de juicio la investigación histórico-racional como único medio para llegar al conocimiento autentico del pasado. Esta oposición o repudio a la historiografía tradicional es lo que define en sí a la Nueva Historia. Peter Burke señala al respecto que no es fácil dar una definición ya que “el movimiento recibe su unidad solo en aquello a lo que se opone” (Burke, 2009, p. 15).

Lo anterior, según Aurell y el mismo Burke, se produce por una ruptura postmoderna, que abandona el pensamiento único sobre modernidad y progreso, y considera la historia desde un punto de vista poliédrico con la intención de liberar a la historia de los moldes académicos y metodológicos (Aurell et al., 2013, p. 288). Este punto de vista da surgimiento a nuevas tendencias y formas de abordar la historia, y dentro de estas nuevas manifestaciones de la investigación se encuentra la microhistoria. Surgida en la década de 1970 de la mano de Carlo Ginzburg y Giovanni Levi en Italia, siendo por esencia una práctica historiográfica con bases metodológicas que se encuentran comprometidas con las particularidades y las experiencias, favoreciendo el relato frente a las construcciones estructuralistas totalizadoras y cuantitativas de los decenios anteriores (Aurell et al., 2013, pp. 307-310).

La microhistoria ocupa, pues, una posición muy específica en la denominada Nueva Historia. No se trata simplemente de corregir aquellos aspectos de la historiografía académica que al parecer ya no funcionaban. Aún más importante era refutar el relativismo, el irracionalismo y la reducción de la obra del historiador a una actividad puramente retorica que interpretaba los textos y acontecimientos mismos (Levi, 2009, p. 121).

Lo anterior es observable en lo descrito por George Iggers, donde se cuestiona los enfoques científicos-sociales por centrarse en lo político, debido a que los cambios y procesos modernizadores en la sociedad “se habían instalado, por así decir a espaldas de la gente, sobre todo de la gente pequeña, quienes habían sido olvidados por la historia científico-social y por la historia política convencional” (Iggers, 2012, p. 168), es por ello que ahora la microhistoria busca rescatar las condiciones de vida como las experimentaba la gente común, su cotidianeidad. Es por lo anterior que la microhistoria se ocupa de redefinir los conceptos, metodologías y herramientas existentes que permitiera darle a la historia una faz humana. También esto es expresado por Edward Muir citado por Iggers, donde el compromiso con la micro historia implicaba “abrir la historia a la gente que sería marginada usando otros métodos” (Iggers, 2012, p. 179).

El esfuerzo por rescatar la subjetividad e individualidad de los hombres y mujeres que fueron olvidados por la historiografía tradicional facilitó el acercamiento a las ciencias sociales utilizando los instrumentos de estas áreas, más la falta de certeza en la teorización de esta tendencia genera confusiones al respecto, creando y mezclando otras formas de hacer historia, como lo es la Historia Local. Luis González, historiador mexicano, genera una de estas confusiones afirmando que la microhistoria es “un espacio corto, abarcable de una sola mirada”, con una población corta y rústica, de mutuo conocimiento y parentesco entre los pobladores, al que denomina terruño, patria chica o matria, asumiendo que el término microhistoriador debe ser otorgado a aquel que realice estudios históricos de poca amplitud (González, 1985). Esta confusión es generada por la palabra micro, ya que se le asocia inmediatamente a lo local, siendo que el micro en realidad es el procedimiento de trabajo.

Por otro lado, la Historia Local según Luis Prado es un relato que permite a los habitantes reconocerse a ellos mismo. Los contenidos que se encuentran al interior de sus páginas (iglesia, escuela, vías, alcaldes, curas, casas, cuentos, leyendas, etc.) forman parte de una experiencia compartida y de gran significado, en tanto lo relatado es su espacio social, material y espiritual objetivado, en el que se desenvuelven sus cotidianidades, fortaleciendo la memoria, el sentido de identidad y resignificando su entorno (Prado, 2006, p. 11).

Pero lo anterior va más allá de lo anecdótico, busca estudiar determinados problemas generales en una localidad específica, pero que puede ser estudiado de igual modo en cualquier espacio. Pero éste estudio no es simplemente confirmar procesos generales en marco singulares, por lo tanto, se parte de la base de que lo local no es un reflejo de procesos más amplios, sino que existe, así mismo, lo singular en lo local. A su vez, Juan Antonio Lacomba señala que la historia local forma parte de la indagación de los procesos sociales a escala local, siendo por lo tanto la territorialización del objeto de análisis (Lacomba, 2003, pp. 71-89).

Las nuevas formas de hacer historia tienen directa relación con el postmodernismo y la crisis de la historia, donde se abandona el pensamiento único de la modernidad y el progreso. Este giro representa un cambio de orientación historiográfico tan profundo que provocaron turbulencias en el seno de la disciplina histórica debido a la pérdida de seguridad que proporcionaban los modelos asociados a los postulados cientificistas del historicismo clásico decimonónico y a los paradigmas postguerra. La crisis historiográfica tiene raíz en dos elementos fundamentales de la disciplina “por un lado la amenaza del relativismo, que puso en duda la posibilidad del conocimiento histórico objetivo y por otro la desorientación de la disciplina histórica que apostó por un lenguaje verdaderamente humano propio de las ciencias sociales” (Aurell et al., 2013, p. 196).

La historia de los sectores subalternos y la historia de la vida cotidiana pertenecen y nacen al alero de la historia desde abajo debido a la posibilidad de estudiar nuevas perspectivas del pasado respecto a nuevas fuentes anteriormente no consideradas. En cuanto al enfoque, la historia desde abajo posee dos elementos fundamentales, uno es servir de correctivo a la historia de las personas relevantes, y el segundo es que ofrece al entendimiento histórico la posibilidad de una síntesis más rica producto de la fusión de la historia con las experiencias cotidianas del pueblo. Este tipo de historia, si bien resulta atrayente, no está exento de críticas, donde los historiadores se encuentran ante el constante peligro de caer en la fragmentación del conocimiento y despolitización de la historia (Sharpe, 2009, p. 50-53).

También atañe a la investigación los movimientos de la historiografía nacional y que fueron influenciados por los señalados anteriormente. La Nueva Historia Social de Chile, cuyo máximo exponente es Gabriel Salazar, es una corriente que postula la necesidad de analizar los procesos económicos y sociales desde una óptica cultural utilizando el enfoque desde abajo, es decir intenta insertarse en la vida cotidiana de los sujetos comunes y corrientes. Surge a partir de la crítica a la escuela marxista donde Salazar señala:

“¿Hay algún futuro para el marxismo teórico? (…) no tiene mucho sentido recordar hoy a los historiadores marxistas “clásicos” para rendirles una suerte de homenaje póstumo, o discernir el lugar preciso que ocupan en el parnaso de historiadores del siglo XX o, en tanto marxistas, sepultarlos piadosamente bajo la lápida del materialismo histórico primitivo” (Salazar, 2003, p. 47).

Esta crítica al materialismo histórico de la historiografía es debido a la generación de estudios y escritos considerando que solamente existe las estructuras sociales y elimina a los sujetos de ella. Por ello el cambio busca trabajar también en los sujetos, rescatando su historicidad (Salazar, 1999, p. 1). Desde la perspectiva anterior lo esencial del movimiento es insertarse en el mundo popular a través de la memoria, reivindicando a los sujetos populares, eliminado la marginalidad académica en la cual se encontraban; en palabras simples se busca cambiar el foco de investigación situando a los sectores populares al centro de la investigación historiográfica chilena.

Pauperización

El término pauperización proviene de Gran Bretaña. Pauper era el nombre dado al receptor de la asistencia bajo las Leyes de Pobres previas al Estado de Bienestar moderno, legalmente era el pobre destituido de todos los medios salvo de los derivados de la caridad, que se encontraba en condición de limitación de derechos civiles, incluyendo la pérdida del derecho a voto (Spicker, Álvarez & Gordon, 2009, p. 220), por lo cual el pauperismo o pauperización alude a la situación persistente de pobreza y restricción de derechos.

El término pobreza ha sido desarrollado y entendido desde las ciencias sociales a partir de diversas perspectivas, donde la definición más característica hace alusión al concepto material, en que la población de un lugar es pobre debido a las carencias de recursos necesarios para sobrevivir. Para Baratz & Grigsby la pobreza consiste en “una privación severa de bienestar físico y bienestar mental estrechamente asociada con inadecuados recursos económicos y consumos” (Spicker et al., 2009, p. 292), por lo cual la pobreza es más que la privación de recursos materiales, sino que esta privación genera problemas en el bienestar de las personas, por lo cual no cualquier carencia equivale a pobreza.

Desde 1960 se comienza a percibir un cambio cualitativo donde “no tan sólo aumenta la cantidad de sectores sociales afectados, sino que se amplifican las carencias, involucrando a un conjunto más amplio de necesidades básicas insatisfechas [donde] la pobreza asume formas de exclusión social” (Hardy, 2020, pp. 49-50), por lo cual ya no solo es el componente material del cual se carece sino también el social, donde las personas en situación de pobreza son apartadas de las relaciones sociales solo por el hecho de ser pobres, realidad preocupante y confirmada por el Ministerio de Planificación donde señala que “los fenómenos de la pobreza y la desigualdad han traído como consecuencia una fuerte dependencia de origen, esto significa que el lugar de nacimiento de las personas determina, en gran parte, las oportunidades que tendrán para surgir y desarrollarse plenamente” (Ministerio de Planificación, 2011, p. 32).

Metodología

El estudio utiliza una metodología cualitativa, debido a que permite forjar un análisis exhaustivo de la información. Esta metodología es propia de las ciencias sociales y se encuentra orientada a proporcionar un mayor entendimiento de los significados y experiencias de las personas. La investigación cualitativa se fundamenta en un proceso inductivo, en el cual se explora el objeto de estudio con el fin de poder describirlo en su totalidad y posteriormente generar teorías, en otras palabras, es un proceso que va de lo particular a lo general, esto da al investigador flexibilidad al momento de plantear un problema, ya que éstos no son tan específicos como los de la investigación cuantitativa y se puede descubrir o perfeccionar durante el transcurso de ella.

El contacto directo con aquellas personas que vivieron o fueron testigos de los eventos investigados es fundamental a la hora de ejecutar la recopilación de información ya que de esta forma se enfrentan emociones, expectativas y prejuicios existentes de ambas partes. El método etnográfico, definido como la “rama de la antropología que estudia descriptivamente las culturas habituadas a vivir juntas” acepción empleada por Malinowski (Martínez, 2004, p. 14). Huerta-Mercado (2015, p. 14) caracteriza de forma similar el método etnográfico, donde éste ha dado un giro a la antropología clásica, la cual buscaba visiones totalizantes, hacia una antropología que se propone rescatar el punto de vista del actor social como el eje de la investigación. Este enfoque, por lo tanto, busca eliminar barreras y tener contacto directo con el objeto de estudio a fin de comprender sus códigos e interpretarlos según su cultura.

En cuanto al método de recolección de la información, es pertinente a la investigación tanto de gabinete y de campo. La recolección de investigación de gabinete es aquella en la cual el investigador recurre a instituciones o repositorios a fin de encontrar documentos oficiales que atañen al problema a investigar. La investigación de campo se refiere, según Scribano (2008, p. 31), a “un momento de inflexión de la indagación. Su importancia estriba en la concreción de la relación dialógica y creadora con los sujetos que comparten la investigación con el investigador” en donde, para enfrentarse a la situación a indagar, se debe

“Preparar, dado al carácter de interacción social que implica el trabajo de campo conviene realizar una serie de tareas antes de la ejecución, aquí es donde se discuten los objetivos, los tópicos sensitivos y acuerdos de trabajo (…) Indagar (…) el momento de la observación puede ser entendido a modo de identificar los criterios y la información relevante (…) Analizar implica la sistematización contante de la información obtenida, permitiendo la elaboración de códigos, etiquetas que faciliten la comprensión del fenómeno estudiado (…) Rediseñar, una vez cumplido el primer ciclo (…) [se deben] redefinir con los sujetos (…) y revisar la adecuación de los instrumentos de observación. Interpretar (…) implica construir sentidos” (Scribano, 2008, pp. 31-32).

Como elemento de muestreo esencial en el trabajo de campo se encuentra la entrevista, en este caso semiestructurada, la que permite al investigador generar lineamientos generales que encuadren el diálogo, pero dejando el espacio para la creación de nuevas preguntas durante el proceso de ejecución de ésta, permitiendo también la indagación en temas de interés que no fueron contemplados al confeccionar el instrumento. En este caso, el guion de la entrevista posee tres categorías de trabajo: Idiosincrasia Rural, Relaciones establecidas en torno al alcohol, y Alcohol y pauperización campesina. A su vez, de cada categoría se desprenden subcategorías que permiten la ejecución del análisis.

Pisani & Jemio (2013, p. 61) consideran el análisis de la entrevista desde dos perspectivas, una como objeto acabado y otra como proceso; para el presente trabajo se utiliza la entrevista como proceso, ya que permite tener un análisis global del momento de la entrevista, aparte de la realización de preguntas ya que se “involucra una serie de situaciones”, por lo tanto, el momento de la entrevista es un evento histórico en sí, que se encuentra copado de elementos, expectativas y prejuicios que influyen en la obtención de la información.

La muestra en la investigación corresponde a una selección deliberada e intencional que se ajusta a criterios de pertinencia establecidos por el investigador. En este caso, la muestra corresponde a cinco campesinos que vivieron durante el periodo en el territorio que hoy corresponde a la región de Ñuble y que presentaron vínculos con el alcoholismo, tres de ellos hombres y dos mujeres, con edades que fluctúan entre 53 a 87 años. La triangulación se realiza con la revisión de otras fuentes como los Informes de salud de la provincia de Ñuble, Informes del Servicio de Impuestos Internos, archivos oficiales; esto permitirá concretar un análisis respecto de los elementos que componen el objeto de estudio, constituyéndose un método de validación de los hallazgos.

Tabla 1: Guion entrevista semiestructurada (1-2).
Objetivo General Objetivo Específico Categoría Subcategoría Preguntas
Comprender el rol del alcohol, materializado en vino, chicha y aguardiente, en la pauperización de la vida campesina en la segunda mitad del siglo XX en Ñuble Conocer las condiciones de vida de las familias campesinas de Ñuble a finales del siglo XX. Idiosincrasia Rural Formas de trabajo agrario en el latifundio
  1. ¿Desde hace cuántos años vive en el sector?
  2. En el momento en donde esto era parte de un fundo, ¿cómo era el fundo? Descríbalo.
  3. ¿Cómo era la producción?
  4. ¿El propietario tenía casa en el sector?
Formas de trabajo en proceso de Reforma Agraria
  1. Cuando comenzó el proceso de reforma agraria, ¿cómo reaccionó el dueño con el proceso de expropiación y parcelación?
  2. ¿La toma de los fundos fue por iniciativa propia o fue influenciada?
  3. ¿Cómo fue el trabajo en comunidad o sentamiento?
  4. Cuándo parcelaron las tierras, ¿cómo se organizaron?
  5. Cuándo empezaron a cultivar cada uno por su cuenta, ¿existieron problemas?
Trabajo familiar y significado del proceso para los nuevos propietarios
  1. ¿Trabajaba toda la familia?
  2. ¿Se sintió beneficiado con el terreno?
Comprender el rol del alcohol, materializado en vino, chicha y aguardiente, en la pauperización de la vida campesina en la segunda mitad del siglo XX Ñuble. Conocer las condiciones de vida de las familias campesinas de Ñuble a finales del siglo XX. Idiosincrasia Rural Vida familiar en el mundo rural
  1. ¿Desde hace cuántos años que vive en el sector?
  2. ¿Cómo eran las condiciones de vida de la familia durante la época?
  3. ¿Cómo eran las relaciones familiares? ¿La comunicación?
Trabajo rural familiar
  1. ¿Qué recuerda del trabajo con la familia?
  2. ¿Cómo era la labor agraria?
  3. ¿Los recursos existentes eran suficientes para el trabajo?
Comprender las dinámicas sociales establecidas en torno al alcohol en Ñuble a finales del siglo XX. Relaciones establecidas en torno al alcohol Espacios de sociabilización en torno al alcohol
  1. ¿Cuándo fue la primera vez que vio el alcohol en el sector? ¿Fue en personas cercanas o conocidas?
  2. ¿En qué momentos y lugares era donde más se bebía?
  3. ¿Con cuánta regularidad se consumía alcohol?
Faena Agrícola y el alcohol
  1. ¿Cómo percibe que el alcohol afectó a los campesinos?
  2. ¿Cómo cree que afectó el alcohol en lo laboral? ¿Fue un elemento negativo en la población?
El alcohol y las relaciones familiares
  1. ¿Cree que influyó el alcohol en la familia? ¿De qué forma?
  2. ¿Cree que el alcohol influyó en usted? Relate.
Analizar la influencia del alcohol en la vida de las familias campesinas y sus consecuencias a finales del siglo XX. Alcohol y pauperización campesina El problema del vino
  1. ¿Cree que la influencia del alcohol favorece la precariedad familiar?
Consecuencias socio-económicas
  1. Ejemplifique una situación que recuerde donde el alcohol haya causado inconvenientes.
  2. ¿Ha cambiado la situación percibida? ¿De qué forma?

Resultados

Los espacios de alcoholización (sociabilización)

El excesivo consumo de alcohol en Chile es de larga data, en estudios realizados por el médico José Horwitz (1954) se señala que hacia 1960 el alcoholismo era el más grave de los problemas médico-sociales que afectan a la población del país, donde la tasa de prevalencia1 alcanzaba el 5% de la población mayor de 15 años, mientras que, para la población de la misma edad, la tasa de bebedores excesivos fluctúa entre 10 y 14% de la población. La situación de embriaguez en la población nacional se presenta de forma alarmante durante el periodo en estudio, alrededor del 30% de los hombres chilenos mayores de 15 años se embriagaban regularmente los fines de semana o en las festividades cívico-religiosas, con una fuerte influencia del grupo, entendido como un conjunto de personas que comparten lazos de amistad o sanguíneos, que presiona para que se logre la embriaguez como signo de virilidad (Vargas, 2009, p. 151).

La incapacidad de los campesinos de separar sus condiciones de entorno y de vida ha provocado una inmovilidad a la hora de cambiar los rasgos de su contexto logrando tan solo la reproducción, normalización y perpetuación de las mismas conductas percibidas aún con el conocimiento y la información del daño que el alcoholismo puede generar en las personas. Angélica (2017) señaló que su primer contacto con el alcohol fue a través de su padre y a temprana edad señalando “al papá uno es el primero que ve”, por lo cual la figura de autoridad dentro del hogar instala la tónica del alcohol como un elemento natural en la familia.

En cuanto a los espacios destinados a la juerga en torno al alcohol, éstos se pueden clasificar en dos: los formales, compuestos por bares, restaurantes y cantinas, y los informales, formados por los clandestinos, espacios públicos y casas particulares. En Ñuble se pueden distinguir 682 locales del primer grupo, concentrándose principalmente en áreas urbanas donde destacan Chillán y San Carlos, ciudades que en su conjunto representan el 48,9% del total de locales (Figura 1).

Figura 1: Cantidad de locales de expendio de bebidas alcohólicas en la provincia de Ñuble (1980-1990).

Fuente: Estadísticas de empresas por rubro, región y comunas, Servicio de Impuestos Internos (obtenido por Ley de Transparencia N°20.285).

En las zonas rurales, por su parte, el número de establecimientos con patente para la venta de alcoholes es menor debido a la dispersión de los sectores poblados, pero cabe destacar un caso en particular que llama la atención, donde la comuna de Portezuelo, a pesar de caracterizarse por el cultivo de la vid y producción de bebidas fermentadas, solo presenta dos locales autorizados a la venta de estas bebidas alcohólicas.

Por otro lado, el comercio informal de alcoholes es, según los mismos entrevistados, los que más abundan en las zonas rurales, contando con mayor número, los cuales acaparan y destruyen el comercio legal de bebidas fermentadas debido al bajo costo de comercialización.

“On’ Tono y on’ Beto tenían cantina, ahí iban los viejos a tomar harto, (…) esos tenían patente y todo, pero estos viejos se las arreglaban tan bien oiga, acá habían esos dos que le nombré con patente, pero habían más de 10 que no tenían patente, eran clandestino que se le dice, ahí ponían los vinos escondidos, hasta los dueños tomaban. Yo no sé si sería negocio ahí. Estos traían barricas de vino de Chillán pa’ debajo de donde habían viñas pa’ allá” (Angélica, 2017).

La afirmación anterior hace comprender el porqué del bajo número de locales autorizados producto de la amplia competencia existente en la ilegalidad, además de la diversidad de lugares en los cuales se podía comercializar el alcohol sin necesidad del pago de impuestos y la escasa fiscalización de la autoridad. Al respecto, Eusebio (2017) señala “se junta en la calle no más, los mismos amigos a uno lo meten al vicio, ahora es más jodío sí, vienen los de verde y le sacan 45 lucas de multa”. La multa es un elemento nuevo dentro del control del comercio ilegal, los lugares rurales apartados de la ciudad carecían de contantes fiscalizaciones por lo cual se generaban los espacios propicios para ejercer el comercio ilegal que permitiera generar recursos de forma rápida en zonas de amplias carencias económicas, y el alcohol, debido al alto consumo, era el nicho de negocio perfecto para ejercer en la clandestinidad.

Las actividades cotidianas también se encontraban inmersas en el alcohol, donde al realizar la matanza de animales para abastecer de carne al grupo familiar se daba el espacio de juerga dentro del hogar, involucrando el espacio público con el privado dentro de la temática alcohólica, “Acá se hacían muerte de chancho y todos venían a ayudar, qué a ayudar, a comer, mejor dicho, y ahí uno veía a todos borrachos, cual más y cual menos si andaban todos parejitos por ahí” (Angélica, 2017).

La amplia difusión del alcohol entre la población generó que cualquier momento fuera apropiado para el consumo, ya fuese después de una larga faena agrícola o en momentos de celebraciones religiosas, y así es comentado por Angélica e Ismael, quienes señalan “[se bebía] en todos lados, terminaban una cosecha allá aparecía las chuicas. Después de tomar, los viejos se ponían a contar los sacos, iban a contar bien si con suerte se podían parar” (Angélica, 2017), “antes se hacían fiestas y bailes con harto vino para la Purísima” (Ismael, 2017).

“l’ esposa reta que reta
l taita que en la chupeta
Se le va medio salario,
Mientras anuncian los diarios
Que sube la marraqueta”
(Parra, 1970b, p. 51).

Violeta logra expresar con claridad la realidad social existente en el país, donde las penurias económicas que atraviesan las familias se ven acrecentadas debido la dilapidación de los ingresos familiares por parte del jefe de hogar en el alcohol. Si bien las familias rurales vivían en una situación económica desventajosa producto del reciente proceso de redistribución de las tierras por medio de la reforma agraria, el alcohol fue uno de los elementos que acrecentó los problemas existentes, ya que este vicio se encontraba arraigado en los campos de Ñuble.

La faena agrícola frente al alcohólico

El alcohol y las relaciones laborales han estado vinculados desde los inicios de la sociedad chilena, y por ello en constante pugna. Hacia 1872 ya existía una colonia penal agrícola para menores que tenía como fin alejarlos de la embriaguez (Herrera, 2008, p. 76). El alcohol se había transformado en un problema que afectaba todas las esferas de la sociedad, y en este caso el rendimiento productivo de los agricultores, quienes no se abstenían de su vicio durante una jornada laboral. Esto es detallado por residentes de las zonas rurales donde al respecto señalan:

“Trabajaban en los potreros y estaban con las garrafas por allá, no les rendía nada, puramente en eso. El que trabajaba en el tractor cuando ya estaban para venirse pa’ la casa ahí pegaba sus quiñazos, ahí detrás. Pero eso del vino yo no sabía dónde lo iban a buscar” (Ormazábal, 2016).

El consumo de alcohol en el ámbito laboral puede ser preocupante desde dos posturas. Por un lado, un problema hacia la salud del trabajador donde los componentes de las bebidas fermentadas lo incapacitan de cumplir con sus tareas dañando sistemáticamente el organismo y, por otro, como un factor de riesgo que pueden provocar mayor cantidad de accidentes laborales. Es por ello que la Sociedad Nacional de Agricultura había ideado ya hacia finales del siglo XIX las características que debía tener un buen trabajador campesino, donde las principales de ellas son la honradez, entendida como la integridad al obrar, y la moralidad, concerniente a la sobriedad de los trabajadores (Herrera, 2008, p. 77). El alcohol, por lo tanto, era un símbolo de bajo rendimiento, es por ello que ningún propietario quería que sus trabajadores se encontraran sumidos en él.

Pero el alcohol se asociaba a un supuesto carácter nutritivo, el cual le otorgaba al organismo un golpe vitamínico que les permitía sortear las dificultades de la labor agraria, y así los testimonios recopilados señalan que la “chupilca sirve para calentar el cuerpo en la mañana o para componer el cuerpo o la caña después de una noche generosa en la ingesta alcohólica” (Castro, 2014, p. 63). Si bien puede ser la realidad del pensamiento campesino en el cual el alcohol era la panacea frente a las condiciones climáticas o de salud, también puede ser pretexto para el consumo de alcohol al atribuirle a esta bebida la cura de todo mal, por lo que su consumo no era mal visto, y en el sector agrario de Ñuble también se dan dichas justificaciones al respecto.

“Antes era más jodío’, antes había que andar metío en el agua casi a la cintura, también había más pega, en la remolacha andaban todos, más encima llueve que llueve todo empantanao’, ahí dale un poquito de vino para calentar el cuerpo” (Eusebio, 2017).

La justificación del consumo por las condiciones climáticas dista mucho de la realidad completa existente en torno al consumo de alcohol, donde la embriaguez era perjudicial en el entorno laboral y no una ayuda para superar los pesares del trabajo.

“Qué no iba a afectar si dejaba el trabajo a medio hacer, vendía las tierras y se tomaba la plata, como le dije se desaparecía semanas y ahí no hay patrón que aguante. Si acá la pega es escasa y van a andar esperando a que al perla se le acabe la mona. Si no le digo yo, estos viejos son todos iguales, los hicieron sin fondo” (Angélica, 2017).

Por otro lado, los campesinos que tenían tierras propias que cultivar gozaban de cierta libertad en las actividades laborales, donde podía dejar de realizarlas de forma parcial o realizar un abandono total de las responsabilidades, permitiéndoles beber incluso en días de trabajo, pero esta libertad también tenía riesgos tales como los daños en la producción dada la falta de preocupación por las cosechas o la venta indiscriminada de terrenos, y es este último punto el más perjudicial ya que la fuente de ingresos y el patrimonio de una familia desaparecía producto del vicio del alcohol.

“No le digo yo que hubo gente que vendió las parcelas por vino… [alzando el tono de voz] ese fundo de Virgüin lo vendieron por vino, las parcelas, dese cuenta, y esas eran buenas parcelas, buenos terrenos, igual como éste es puro trumao” (Ormazábal, 2016).

La venta de tierras era uno de los males más grandes de la sociedad agraria. Muchas veces, con el objetivo de saldar deudas, los campesinos enajenaban sus propiedades, pero al obtener el dinero obviaban el propósito inicial y solventaban su vicio. Tal como señaló Ormazábal, grandes parcelas fueron vendidas e incluso intercambiadas por vino, y así es corroborado mediante una escritura de propiedad facilitada por un campesino, donde se puede apreciar que de las 20 hectáreas iniciales solo le quedan a la familia 1,5 hectáreas, que se encuentran divididas entre casa familiar, huertos y bosque con tierras no cultivables, las ventas realizadas ascendieron en este caso a 13, las cuales en ocasiones eran realizadas con menos de 10 meses entre una y otra, como es el caso de las realizadas el 31 de octubre de 1985 y 5 de agosto de 1986 (Erbetta, 1979).

Esta relación conflictiva con el vino también es retratada por Violeta Parra, donde en la canción “Esto me da un pensamiento” señala la venta de terrenos realizada bajo los efectos del alcohol, momento en el cual la lucidez en la toma de decisiones no estaba presente, causando un daño en la familia.

“(…) En fiestas de tomatina
mi taita vende la tierra,
con lo que se arma la guerra
en medio del pasadizo.
Le exigen los compromisos,
qu’ él les firmó entre botellas”
(Parra, 1970a, p. 83)

Las circunstancias en las cuales se pierden las tierras son habituales en los sectores agrarios, donde dentro de las juergas organizadas con alcohol muchos campesinos sin conciencia realizaban arriendos o ventas de terrenos, donde en las condiciones en las cuales se encontraban no eran capaces de discernir entre las opciones existentes. Es por ello que cuando a los campesinos se les pregunta si el alcohol fue negativo en la población son enfáticos en contestar afirmativamente.

La violencia del alcohólico contra su familia

Las funciones familiares normales se ponen en peligro ante la presencia de un alcohólico, generando un cambio en los papeles que desempeña comúnmente cada miembro y mutando la relación existente de la familia con el espacio público, a su vez cada integrante del grupo familiar asume una carga, ya sea emocional o física, que permite adaptarse al alcohólico y mantener la idea de familia tradicional. Así es relatado por Angélica, donde el alcohol turbó el hogar transformando las relaciones en hostiles.

“Yo recuerdo cuando chica, la casa no tenía puertas, puras cortinas no más y yo estaba durmiendo y siento un boche fuerte, me asomo y ahí venia llegando mi papá todo borracho. Parecía que si no llegaban haciendo boche a la casa la cura’era no servía, a puro grito y cantando y que le fueran a decir algo si la casa era de él” (Angélica, 2017).

La precariedad y el abuso del alcohol por parte de uno de los miembros de la familia pone en riesgo la integridad y seguridad del resto de sus componentes, en el caso de los infantes los daños producidos son mayores ya que no tienen la oportunidad de cultivar las destrezas necesarias para competir como adultos y romper estos ciclos viciosos en sus propias vidas, por lo cual deben permanecer y aceptar las conductas de los progenitores como su única opción. En el caso de los cónyuges la situación se presenta como un problema que causa sufrimiento, definido como comportamiento condicionado, ante lo cual se adopta el papel de justificador y suelen disculpar, aceptar y adaptarse al problema sin plantear crisis o cambios (Lloret, 2001, p. 115).

“Acá la mayoría de las mujeres pasó por lo mismo, era raro ver a una mujer que no pasara por esto, pero nadie hacía nada, no teníamos donde llegar. Imagínese, ¿quién iba a recibir a mi mamá con 7 hijos y sin trabajo? Nadie pue, así que la mujer aguanta no más” (Angélica, 2017).

Lo marcado de los roles tradicionales en la familia, donde el hombre es el jefe de hogar y proveedor, genera un alto grado de dependencia económica de las mujeres hacia sus esposos, siendo ésta una de las principales razones de la unión familiar, por lo tanto, ya existiendo el alcohol dentro de la familia y actuando éste como agente perjudicial, el grupo adapta sus conductas organizándolas en torno al bebedor a fin de evitar conflictos. La justificación del alcohólico es una tónica habitual dentro de las familias, tanto que también es retratado por Violeta Parra en la canción “Por éstas y otras razones”, donde también se realiza la defensa al bebedor otorgándosele al vicio del alcohol la cualidad de abstraer de las angustias existentes al proveedor familiar.

(…) Y cómo no iba a tomar
con tan crecidos pesares,
cruzando bravidos mares
en centro del huracán”
(Parra, 1970b, p. 51).

Pero esta justificación, según Quiroz (2005, p. 259), forma parte de un ciclo que presentan las familias para combatir el caos que provoca el alcoholismo, donde éste sería el primer eslabón, en el cual se trata de explicar el comportamiento del bebedor excesivo por factores externos como el cansancio, la preocupación y hasta un día malo, intentando hacer parecer la situación como un hecho aislado y que no conlleva un problema.

Va de la mano con la justificación del alcohólico la falta de protección a la familia del bebedor, pasando también a ser un método de defensa ante la imposibilidad de justicia.

“Una vez se puso muy violento, agarró a hachazos todo. Claro, el hachazo iba contra uno, pero como estaba borracho nosotros nos escapábamos, unos vecinos fueron a buscar a los Carabineros y cuando llegaron no hicieron nada, en ese tiempo la autoridad le daba la razón al hombre, la mujer era la alharaca. Llegaban [los carabineros], no más calmaban al hombre y se iban, si a uno la mataban no les importaba, si parecía que uno no valía, ahí mi mamá nos abrazaba no más, (…) nosotros no pegábamos ojo en toda la noche” (Angélica, 2017).

Las relaciones generadas dentro de una familia cuando hay problemas de adicción son complejas, se toleran los inconvenientes presentados por más graves que sean; la falta de apoyo, tanto gubernamental como familiar, genera el sentimiento de desprotección. Otro caso señalado al respecto es el comentado por Ismael, donde también las denuncias dentro de los actos de violencia existieron, pero estas no concretaron medidas judiciales.

“Oiga, ese pobre caballero le daba con el ramal a la señora cuando se curaba y por más denuncias nada, y no se le quitaron las ganas de tomar. Es jodía esta cuestión del alcohol, hay que saber tomar” (Ismael, 2017).

La violencia asociada al alcohol y las continuas tensiones diarias e incertidumbres experimentadas son una de las consecuencias más perjudiciales en las familias, y estas son mantenidas debido al alto grado de dependencia ya señalado, donde el hombre bebedor, a pesar de tener conductas adictivas, logra mantener la figura de proveedor y jefe de hogar, por lo cual la espiral de alcohol-violencia-pobreza no se interrumpe.

La pauperización campesina producto del alcoholismo

“El alcoholismo, ¡he ahí el enemigo! El enemigo que degrada el alma ofusca la razón, debilita fuerzas, atosiga la sangre, ataca el organismo, acarrea enfermedades, corrompe las fuentes de la vida y deja tras de sí el crimen, la miseria y una generación gastada” (Gentilini, 1920, p. 2). Con estas palabras inicia el discurso el salesiano Bernardo Gentilini en su campaña antialcohólica, pues el alcoholismo es un problema que afecta todas las esferas que rodean la vida del consumidor, no solo perjudicándolo a él, sino también a su entorno. El consumo de alcohol es una práctica muy extendida en la sociedad chilena y que se remonta a tiempos inmemoriales, pero que trae consigo consecuencias de peligro.

A nivel nacional durante el periodo estudiado el consumo de alcohol alcanza los 11 litros per cápita, siendo dicha situación alarmante, ya que Chile se posiciona como uno de los países de América Latina con más alto índice de consumo de bebidas alcohólicas (Solimano, 2006, p. 178) (Figura 2). A modo ilustrativo en Ñuble, el número de atendidos en centros de salud en los poblados rurales de Pueblo Seco, Quiriquina y San Ignacio por consumo de alcohol en 1985 ascienden solo a 139 pacientes bajo control, que representa el 1,2% de la población rural (Departamento de Salud Municipal, 2014).

Figura 2: Registro del consumo per cápita de adultos (15 años y más).

Fuente: Solimano (2006) / FAO, World Drink Trends 2003.

Muchos campesinos y sus familias se vieron enfrentados a desastres por causa del exceso en consumo de alcohol, como comenta Eusebio, quien perdió familiares en distintas circunstancias por la embriaguez.

“Algunos tomaron tanto de éste [señalando el vino] que murieron de cirrosis. Un primo mío, estando borracho ya, tomó liquido de ese pa’ las plantas, de curao’ y se murió, no aguanto dos horas. Un tío también se ahorcó, que también estaba curao’, hay hartos suicidios por al alcohol éste” (Eusebio, 2017).

El alcohol en términos generales es considerado un depresor del sistema nervioso central, donde sus efectos farmacológicos producen estados depresivos a pesar de que la fase inicial de consumo sea estimulante, por lo cual existe una estrecha relación entre el síndrome de dependencia al alcohol y la depresión, donde es posible que personas con tendencias depresivas consuman alcohol para aliviar su angustia, pero la desinhibición y conductas agresivas generadas a partir del consumo puede ser precipitante de acciones autodestructivas (Terroba, Saltijeral, & Corral, 1987, p. 94).

De los testimonios recogidos ante la pregunta si tenía algún rencor hacia su padre, Angélica contestó en forma afirmativa asegurando “en ese momento sí, yo lo veía y le tenía un odio. Era algo que no podía aguantar” (Angélica, 2017) El bebedor que realiza esta acción de forma prolongada y excesiva lleva a los sujetos a ignorar su papel dentro del ámbito familiar, ocupacional y social de manera que los bebedores excesivos son rechazados por la familia y la sociedad. Desde el punto de vista social la relación alcohol-riesgo aumenta a partir de tres factores: el consumo excesivo, relaciones sociales conflictivas, y relaciones sociales negativas, a partir de esos tres puntos se pueden desencadenar situaciones de alta peligrosidad tanto para el alcohólico como para quienes lo rodean.

Conclusiones

Se reconoce que las bebidas fermentadas actuaron como un factor básico de los espacios de sociabilización, donde en torno a un chuico o damajuana los sectores populares campesinos dieron inicio a juergas que provocan desestabilización de la familia, ahorros y fuentes laborales producto de su consumo desenfrenado. Se observa que esta situación fue un factor relevante en el detrimento de las condiciones de vida de los campesinos de los sectores consultados. La situación de embriaguez se encuentra altamente influenciada por los grupos de pares, existe una presión sobre el sujeto para lograr la embriaguez como signo de virilidad. La fuerte influencia de la cultura del alcohol sobre el mundo popular rural se construye en paralelo a los espacios de sociabilización que tendían a generar y mantener las características de bebedor en la población, más allá de la legalidad inclusive.

La relación existente entre el alcohol y el trabajo agrario fue uno de los elementos esenciales dentro de la pauperización campesina, pues durante las faenas agrarias los campesinos trabajaban alcoholizados o abandonaban las labores para saciar la adicción, factor que significa la disminución de los ingresos del hogar y empeoramiento de las condiciones de vida de la familia. A su vez, campesinos propietarios enajenaron sus tierras para saciar el vicio del alcohol, llegando a realizar ventas continuas en el tiempo para obtener liquidez económica que permitiera dar continuidad a su adicción, perdiendo poco a poco el patrimonio familiar.

Del mismo modo, las relaciones intrafamiliares se vieron alteradas producto del hombre alcohólico, expresándose en el deterioro de las relaciones matrimoniales, el abuso de menores, violencia, delitos e incluso homicidios. Por tanto, miembros de la familia reprodujeron conductas alcohólicas, cuestión que repercutía en las interacciones familiares generando cambios en los roles que desempeña cada miembro familiar, mutando las relaciones de los miembros de la familia con el espacio público, asumiendo cada integrante del grupo familiar una carga, ya sea emocional o física, que permite adaptarse al alcohólico y mantener la idea de familia tradicional.

Queda de manifiesto la importancia de comprender los fenómenos sociales a partir de la óptica de quien los vive, que se materializa en el rescate de la historia de los sectores populares. El estudio permite una aproximación a la realidad de campesinos alcohólicos de la región, pero abre posibilidades de nuevas líneas de investigación al respecto, reconociéndose como necesario profundizar en el factor de género existente en la sociedad rural al momento de beber, así como la percepción de hombres y mujeres respecto del alcoholismo, y qué rol desempeña cada uno para la sociedad rural, entre otros temas.

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  1. Índice de individuos que padecen una cierta enfermedad dentro del total de un grupo de personas en estudio.